domingo, 8 de junio de 2025

ESPÌRITU SANTO, HUESPED DE HONOR EN NUESTRA ALMA


Un día, el de nuestro Bautismo, descendió del Padre y del Hijo el Espíritu Santo para ser el Huésped de honor de nuestra propia y singular alma, que el Padre creo por medio de su Palabra, el Hijo, siendo presentes también ellos en ella, por la Naturaleza divina del Espíritu Santo, Dios; ya que nunca hay separación de la Trinidad, desde su diferencia real de Personas y presencias.

El Espíritu Santo es la Persona divina que vive la experiencia del Amor eterno del Padre y del Hijo; por esto decimos que procede del Padre y del Hijo, sin que esta procedencia signifique tiempo; porque si el Amor del Padre y el Hijo es eterno, lo es igualmente el Espíritu Santo en su experiencia de Amor de las Personas divinas que, con Él, son el único Dios verdadero, Uno y Trino.

Recibir el Espíritu Santo es recibir el Amor del Padre y del Hijo en su Persona divina.

De igual modo como el Hijo nos comunica todo lo que ha escuchado del Padre, el Espíritu Santo nos conduce al conocimiento de la Verdad de Jesucristo, por quien conocemos al Padre, y el Amor con que se aman.

Esta experiencia permanente del Espíritu en nuestra alma es el fundamento del mandamiento del Amor y la Luz de quien es Camino, Verdad y Vida, y el de la esperanza cierta de nuestro destino eterno; porque en nuestra alma habita el Espíritu que resucitó a Jesús, por voluntad del Padre.

Paz y Bien.

Federico Allara





 

 

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