“A VOSOTROS OS BASTA DECIR SI O NO”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
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2 Corintios 5, 14-21 |
Mateo 5,33-37
DÍA 14 JUNIO CICLO -C
¡Qué
sabio era Jesús! La Sabiduría es un atributo divino.
El Ser de Dios permanece inaccesible aun después de ser revelada su identidad.
La Sabiduría la ven con facilidad los que la aman y quienes la
buscan la encuentran…, meditar sobre ella es prudencia consumada” (Sb
6,12-16)
¡Cuántas
promesas, cuántos juramentos y cuánta palabrería sobrante!
La
Verdad es una Presencia divina que no necesita palabras.
“Yo Soy la Verdad” no
lo entendió Pilatos ayer ni lo entiende el mundo hoy. La Verdad se intuye, se contempla, se escucha, se cree y se ama.
Cuando
al razonar le siguen muchas palabras o juramentos,
para convencer que es verdad lo que se dice, se revela la diferencia que existe con la Verdad.
El amor vivido da un saber capaz
de discernir las palabras, las promesas y las presencias, que intentan
convencer, sobre todo, de lo que no es verdad.
Los
Santos,
que han tenido la Gracia de discernir el interior de las personas, son sencillos y humildes seres humanos que han
amado mucho a Dios, que les da “saber del espíritu” sin necesidad de estudios
que, siendo necesarios, no siempre son ayuda
eficaz para el discernimiento
interior de las personas.
“No jurarás en falso y cumplirás
tus juramentos al Señor”
Jurar para ser creídos es revelar la poca consistencia de la verdad; jurar
en falso es añadir gravedad a la mentira.
Es absurdo jurar y desear cumplir lo
prometido al Señor.
¿Qué se le puede prometer a Dios?
Sabemos lo que le dijo Dios al Profeta Natán
cuando David quería construir un palacio para colocar el Arca. Le
recordó a David de dónde procedía.
La criatura no puede ofrecer nada al Creador. Si en un momento de angustia has prometido
algo y después ves que no lo puedes cumplir, ve al sacerdote.
En Dios sólo cabe confiar porque su Amor es de
eterna Misericordia.
Por esto Jesús añade:
“No juréis en absoluto”
No somos dueños de la vida ni de nada; “no podemos volver blanco o negro un solo cabello”, nos dice el texto, dándonos a entender que, todo lo que somos se lo debemos a Dios, a quien se lo
hemos de agradecer.
“Que vuestro hablar sea
sí, sí, no, no”
La vida, si lo pensamos bien, se reduce a un
sí o a un no.
María, ante el Anuncio de su vocación, sólo
podía pronunciar un sí o un no.
Pensar que cabe algo bueno y verdadero, fuera
de lo que la vida nos pide, es un engaño; y un engaño es una mentira que, a veces, aceptamos cuando nos
resistimos al sí o al no.
Este es el sentido que Jesús le da
cuando dice,
“Lo que pasa de ahí viene del Maligno”,
que es el padre de la mentira.
¡Cuánto dolor podemos llegar a vivir por
no haber dado un sí o un no!
La exigencia del amor, de la fe, de la vida no tienen término medio.
Federico Allara
SANTORAL DEL DÍA
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