miércoles, 19 de marzo de 2025

NO SE CONVERTIRÁN AUNQUE 

RESUCITE UN MUERTO 

  Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)

Lucas 16,19-31

Parábola del rico y Lázaro
19 “Había una vez un hombre rico, que vestía ropas espléndidas y todos los días celebraba brillantes fiestas. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual, lleno de llagas, se sentaba en el suelo a la puerta del rico. 21 Este mendigo deseaba llenar su estómago de lo que caía de la mesa del rico; y los perros se acercaban a lamerle las llagas. 22 Un día murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron junto a Abraham, al paraíso. Y el rico también murió, y lo enterraron.
23 “El rico, padeciendo en el lugar al que van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro con él. 24 Entonces gritó: ‘¡Padre Abraham, ten compasión de mí! Envía a Lázaro, a que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho entre estas llamas.’ 25 Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que a ti te fue muy bien en la vida y que a Lázaro le fue muy mal. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú en cambio estás sufriendo. 26 Pero además hay un gran abismo abierto entre nosotros y vosotros; de modo que los que quieren pasar de aquí ahí, no pueden, ni los de ahí tampoco pueden pasar aquí.’
27 “El rico dijo: ‘Te suplico entonces, padre Abraham, que envíes a Lázaro a casa de mi padre, 28 donde tengo cinco hermanos. Que les hable, para que no vengan también ellos a este lugar de tormento.’ 29 Abraham respondió: ‘Ellos ya tienen lo que escribieron Moisés y los profetas: ¡que les hagan caso!’ 30 El rico contestó: ‘No se lo harán, padre Abraham. En cambio, sí que se convertirán si se les aparece alguno de los que ya han muerto.’ 31 Pero Abraham le dijo: ‘Si no quieren hacer caso a Moisés y a los profetas, tampoco creerán aunque algún muerto resucite.’ ”

DÍA 20 MARZO  CICLO  -C 

La presencia de un semejante es digna de ser atendida; no importa su condición humana. Si es más que tú, ante Dios eres igual; si es menos, y su realidad sea de indigencia o de situación injusta e ilegal, no nos gloriemos, porque podríamos estar en su lugar, nacidos en su situación.

El texto nos plantea varias cuestiones en esta parábola.

“Había un hombre que se vestía de púrpura 

y de lino y banqueteaba cada día”

También hoy unos pocos son epulones, gente sin nombre, que viste de púrpura y banquetea todos los días, indiferentes a lo que pasa a su lado. Una cosa es tener que comer para vivir y otra, olvidarse del sufrimiento de millones de seres humanos, que deben inquietar nuestra conciencia.  

“Un mendigo llamado Lázaro 

estaba echado a su portal, cubierto de llagas, 

y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico”

Cuando la adversidad abre la puerta de casa, haciendo realidad lo que acostumbramos a conocer como noticia, entonces despertamos del letargo del sueño, y muchos interrogantes remueven el corazón y la mente.

La vida de todo ser humano es inmortal. Todos llevamos el sello de la inmortalidad, deseada de muchas formas, cada uno sabe cuál.

Todos llegamos un día a la otra orilla, despertada la vida, siendo inmortales.

¿Y si Dios fuera verdad?

La parábola nos lo recuerda, una vez más, para nuestra meditación y libre opción de las ofertas de Amor de un Dios real, no imaginado o negado.

Desde la fe sabemos que nadie llega con méritos propios ante Dios para merecer su Gloria, incluso dando la vida.

La salvación es obra de la Misericordia de Dios, que nos ha creado por Amor y ofrecida gratuitamente; misteriosamente, la reconciliación conocida, ha sido a precio de Sangre del mismo Dios. ¡Este es el don de la fe!

La parábola nos dice que,

“Murió el mendigo y fue llevado al seno de Abrahán. 

Murió también el rico y fue enterrado”

La parábola nos advierte de dos realidades:

·       La esperanza de una inmortalidad, y

·       La de quien opta libremente por la nada, siendo enterrado.

La parábola nos abre a un diálogo interior.

·       La inmortalidad no es un deseo que el ser humano puede saciar a su manera, sino que es la realidad que nos espera, enterrado el cuerpo, porque el deseo es propio del alma inmortal.

Vivir de la satisfacción de los bienes temporales es llegar muerto al final.

Ofrecer la pobreza de la existencia agradecida, por el don de la vida, sin rebelarse contra quien nos niega las migajas es llegar con vida al final.

“Tengo dos hermanos, 

que les den testimonio de estas cosas, 

no sea que también vengan a este lugar de tormento”

El primer tormento es ver demasiado tarde que el Bien negado está ya fuera del alcance humano.

“Tienen a Moisés y a los profetas. 

(La Ley y lo profetizado)

No, padre Abrahán. 

Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán.

Si no escuchan a Moisés y a los profetas, 

no se convencerán ni aunque resucite un muerto”

Es de fe que un muerto ha resucitado. Dios es quien ha muerto realmente en Cristo, fue sepultado y resucitó al tercer día.    

F. Allara  

SANTORAL DEL DÍA

s. Juan Nepomuceno, 

sacerdote y mártir de Praga



LÁZARO GRITA





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