JOSÉ, JUSTO, MADURO EN EL AMOR,
FE CONFIADA EN DIOS, MISIÓN Y VOCACIÓN
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Romanos 4,13.16-18.22
Mateo 1,16.18-21.24
|
CICLO -C
Cuatro
personajes marcan la Historia de Salvación: Abrahán, Moisés,
David y José.
David,
que había salido del aprisco de las ovejas por voluntad divina, una vez asentado
en su casa, reposando después de vencer a sus enemigos, quiso construir también una casa donde
colocar el Arca de Dios.
“¿Tú me vas a construir una casa para morada mía?”
·
Dios mora en el Universo sin que necesite de una morada material.
“Yo suscitaré
descendencia tuya después de ti”
·
Dios promete y cumple cuando cree que es el tiempo oportuno.
“Será él quien construya una casa para mi nombre
y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre”
·
De Dios lo hemos de entender todo espiritualmente,
aunque se realice en hombres y en el tiempo.
Rom 4,13.16-18.22
Dios cumple por Amor, aunque el cauce haya sido la Ley.
Pablo une la fe de Abrahán con la nuestra, por la venida de Jesucristo.
El don de la fe nos ayuda a ver que Dios, que nos ha creado individualmente, nos ve a su imagen, que
es la de ser Comunidad de Amor, realizándonos como Pueblo.
Así es, como vemos, nunca una Historia pasada, sino una Historia iniciada
que culmina con la Presencia del Hijo, nacido de María.
Por esto Abrahán,
“Apoyado en la esperanza creyó, contra toda
esperanza, que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se
le había dicho”
Mt. 1.16,18-21.24.
“Jacob engendró a José esposo de María,
de la cual nació
Jesús, llamado Cristo”
¡Cómo el Evangelio, en pocas palabras nos
dice lo que nosotros, con muchas no llegamos poder expresar lo que ellas
encierran!
Así es como, desde el Evangelio, somos llamados a entrar en el misterio
de Dios revelado para recibir, cada uno, el pan que necesita
su fe.
Estos
días pasados comentamos que, Abrahán
fue justificado por creer la Promesa de Dios y que, esta fe en la Promesa le hizo capaz de
realizar obras; la más importante: salir
de casa sin rumbo fiándose de Dios.
De
S. José decimos que fue un hombre justo.
¿Dónde fundamentó S. José
su capacidad de ser justo?
· En
la madurez de su amor.
¿Dónde fundamentó su
capacidad de objetivar y madurar en amor?
· En
la fe confiada en Dios.
¿Dónde hallar la referencia
para entender y unir la fe y el amor?
·
En
aceptar la vida como misión y vocación.
¡Qué
difícil es para nosotros entender estas
cuatro palabras y unirlas en la realidad
de la vida!
Sin
embargo, desde la visión simplemente humana, vemos que no son cuatro palabras,
sino condiciones necesarias para
hallar el sentido de la vida y poder ser vivida en unidad -signo
de madurez humana-.
Por
esto,
a dos mil años y en tiempos modernos, incluso para vivir la vida con
anterioridad a plantearse el don de la fe, S. José es una referencia válida para todos los tiempos y para
todo ser humano, que se precie de
ser imparcial en la búsqueda de sentido de la vida humana para realizarla, en nuestro mundo, desde la verdad de la justicia para ser justos.
José nos plantea la dificultad de
conocer la voluntad de Dios desde la fe.
Ø La fe como obediencia a la voluntad de
Dios;
pero la voluntad de Dios no siempre viene escrita en línea recta.
Ø La necesidad de empezar por entender lo
de negarse a sí mismo, es decir, en el caso de
José, negarse al mismo amor, “por amor”,
cuando
no se ve clara dónde está la voluntad divina.
Ø El sufrimiento de la verdad de amar
cuando aparece la línea torcida de la
fe.
Ø La capacidad de saber escuchar a Dios y esperar, en medio del dolor de decir
adiós al amor, como tenía que ser
amar y saberse amado de María.
Ø Saber vivir sin juzgar y sin dudar de lo
que,
en su momento, no podemos entender.
Ø La frase del “no saber desde la fe”. (La
noche del no-saber)
¿Hemos pensado, ante la realidad de un
mundo donde lo habitual es la injusticia, qué
es en verdad ser justo? ¿Dónde
buscamos las referencias para la objetividad de poder serlo?
Las
cuatro palabras, amor, fe, misión y
vocación están relacionadas, de tal forma que:
· Se necesita amor
para aceptar el don de la fe,
· Se necesita fe
para aceptar los riesgos y las responsabilidades del amor, y
· Se necesitan fe
y amor para vivir la vida con sentido vocacional.
Las
cuatro para ser obedientes a la realidad
de la vida donde, en esa obediencia a la realidad está la voluntad de
Dios. Los que la esperan que baje un ángel y lo diga suelen causar baja ante la obediencia, la realidad de la vida y
ante el amor y la fe.
Desde
la fe,
muy personalmente, tengo mi escala de
valores desde Dios.
Como
es lógico, agradezco el don de la fe y
le digo a Dios, como el padre de la niña enferma de doce años: “Tengo fe, pero dame más”.
Ø Gracias por creerte,
Dios de eterna Misericordia, como
Comunidad de Amor, ¡de la que somos tu imagen!
Ø Gracias por admirarme de María,
como criatura humana casi divina, por su origen a fin.
Ø Gracias por tenerla como Madre contigo,
por su asunción en cuerpo y alma.
¡No
es un sueño la fe, sino la mejor de las luces para el pobre
entendimiento!
Ø Gracias por tener a José como padre,
tutor, custodio de la vida y de la muerte.
Si
nos admira lo que has hecho con María, no dejamos de sorprendernos cómo has
hecho a José para poder ser, por la Ley y por tu Gracia, esposo de María y “protector y educador
de oficio y a ser hombre”, de tu Hijo unigénito, nacido de María por el Espíritu Santo que lo engendró.
No
hay don mayor,
después de la vida que nos has dado, que
darnos la humildad de mente y corazón para creer lo que el ser humano necesita,
busca y jamás hallará si no se admira, no
de mirar al cielo estrellado, sino
desde lo que ha significado para nosotros que Abrahán lo contemplara con fe.
Ø ¡Gracias Señor, Padre, Hijo y Espíritu
Santo!
F.
Allara
RESPLANDECE EN MI
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