martes, 18 de marzo de 2025

JOSÉ, JUSTO, MADURO EN EL AMOR,

FE CONFIADA EN DIOS, MISIÓN Y VOCACIÓN

 Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)

Romanos 4,13.16-18.22

Mateo 1,16.18-21.24

16 Jacob fue padre de José, el marido de María, y ella fue la madre de Jesús, a quien llamamos el Mesías.
Nacimento de Jesús
(Lc 2.1-7)
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes de vivir juntos se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. 19 José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto. 20 Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque el hijo que espera es obra del Espíritu Santo. 21 María tendrá un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados.”
24 Cuando José despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado, y tomó a María por esposa.

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ

CICLO -C

Cuatro personajes marcan la Historia de Salvación: Abrahán, Moisés, David y José.

David, que había salido del aprisco de las ovejas por voluntad divina, una vez asentado en su casa, reposando después de vencer a sus enemigos, quiso construir también una casa donde colocar el Arca de Dios.

“¿Tú me vas a construir una casa para morada mía?”

·       Dios mora en el Universo sin que necesite de una morada material.

Yo suscitaré descendencia tuya después de ti”

·       Dios promete y cumple cuando cree que es el tiempo oportuno.

“Será él quien construya una casa para mi nombre

y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre”

·       De Dios lo hemos de entender todo espiritualmente, aunque se realice en hombres y en el tiempo.


Rom 4,13.16-18.22

Dios cumple por Amor, aunque el cauce haya sido la Ley.

Pablo une la fe de Abrahán con la nuestra, por la venida de Jesucristo.

El don de la fe nos ayuda a ver que Dios, que nos ha creado individualmente, nos ve a su imagen, que es la de ser Comunidad de Amor, realizándonos como Pueblo.

Así es, como vemos, nunca una Historia pasada, sino una Historia iniciada que culmina con la Presencia del Hijo, nacido de María.

Por esto Abrahán,

“Apoyado en la esperanza creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se le había dicho

 

Mt. 1.16,18-21.24.

“Jacob engendró a José esposo de María

de la cual nació Jesús, llamado Cristo”

¡Cómo el Evangelio, en pocas palabras nos dice lo que nosotros, con muchas no llegamos poder expresar lo que ellas encierran!

Así es como, desde el Evangelio, somos llamados a entrar en el misterio de Dios revelado para recibir, cada uno, el pan que necesita su fe.

Estos días pasados comentamos que, Abrahán fue justificado por creer la Promesa de Dios y que, esta fe en la Promesa le hizo capaz de realizar obras; la más importante: salir de casa sin rumbo fiándose de Dios.

De S. José decimos que fue un hombre justo.

¿Dónde fundamentó S. José su capacidad de ser justo?

·       En la madurez de su amor.

¿Dónde fundamentó su capacidad de objetivar y madurar en amor?

·       En la fe confiada en Dios.

¿Dónde hallar la referencia para entender y unir la fe y el amor?

·       En aceptar la vida como misión y vocación.

¡Qué difícil es para nosotros entender estas cuatro palabras y unirlas en la realidad de la vida!

Sin embargo, desde la visión simplemente humana, vemos que no son cuatro palabras, sino condiciones necesarias para hallar el sentido de la vida y poder ser vivida en unidad -signo de madurez humana-.

Por esto, a dos mil años y en tiempos modernos, incluso para vivir la vida con anterioridad a plantearse el don de la fe, S. José es una referencia válida para todos los tiempos y para todo ser humano, que se precie de ser imparcial en la búsqueda de sentido de la vida humana para realizarla, en nuestro mundo, desde la verdad de la justicia para ser justos.

José nos plantea la dificultad de conocer la voluntad de Dios desde la fe.    

Ø La fe como obediencia a la voluntad de Dios; pero la voluntad de Dios no siempre viene escrita en línea recta.

Ø La necesidad de empezar por entender lo de negarse a sí mismo, es decir, en el caso de José, negarse al mismo amor, “por amor”, cuando no se ve clara dónde está la voluntad divina.

Ø El sufrimiento de la verdad de amar cuando aparece la línea torcida de la fe.

Ø La capacidad de saber escuchar a Dios y esperar, en medio del dolor de decir adiós al amor, como tenía que ser amar y saberse amado de María.

Ø Saber vivir sin juzgar y sin dudar de lo que, en su momento, no podemos entender.

Ø La frase del “no saber desde la fe”. (La noche del no-saber)

¿Hemos pensado, ante la realidad de un mundo donde lo habitual es la injusticia, qué es en verdad ser justo? ¿Dónde buscamos las referencias para la objetividad de poder serlo?      

Las cuatro palabras, amor, fe, misión y vocación están relacionadas, de tal forma que:

·       Se necesita amor para aceptar el don de la fe,

·       Se necesita fe para aceptar los riesgos y las responsabilidades del amor, y

·       Se necesitan fe y amor para vivir la vida con sentido vocacional.

Las cuatro para ser obedientes a la realidad de la vida donde, en esa obediencia a la realidad está la voluntad de Dios. Los que la esperan que baje un ángel y lo diga suelen causar baja ante la obediencia, la realidad de la vida y ante el amor y la fe.

Desde la fe, muy personalmente, tengo mi escala de valores desde Dios.

Como es lógico, agradezco el don de la fe y le digo a Dios, como el padre de la niña enferma de doce años: “Tengo fe, pero dame más”.

Ø Gracias por creerte, Dios de eterna Misericordia, como Comunidad de Amor, ¡de la que somos tu imagen!

Ø Gracias por admirarme de María, como criatura humana casi divina, por  su origen a fin.

Ø Gracias por tenerla como Madre contigo, por su asunción en cuerpo y alma.

¡No es un sueño la fe, sino la mejor de las luces para el pobre entendimiento!

Ø Gracias por tener a José como padre, tutor, custodio de la vida y de la muerte.

Si nos admira lo que has hecho con María, no dejamos de sorprendernos cómo has hecho a José para poder ser, por la Ley y por tu Gracia, esposo de María y “protector y educador de oficio y a ser hombre”, de tu Hijo unigénito, nacido de María por el Espíritu Santo que lo engendró.

No hay don mayor, después de la vida que nos has dado, que darnos la humildad de mente y corazón para creer lo que el ser humano necesita, busca y jamás hallará si no se admira, no de mirar al cielo estrellado, sino desde lo que ha significado para nosotros que Abrahán lo contemplara con fe.

Ø ¡Gracias Señor, Padre, Hijo y Espíritu Santo!

 F. Allara



RESPLANDECE EN MI




 

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