"QUEDAOS EN LA CASA
DONDE ENTRÉIS"
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Marcos 6,7-13
7 Llamó a los doce discípulos y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. 8 Les ordenó que, aparte de un bastón, no llevaran nada para el camino: ni pan ni provisiones ni dinero. 9 Podían calzar sandalias, pero no llevar ropa de repuesto. 10 Les dijo: –Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis del lugar. 11 Y si en algún lugar no os reciben ni quieren escucharos, salid de allí y sacudíos el polvo de los pies para que les sirva de advertencia. 12 Entonces salieron los discípulos a decir a la gente que se volviera a Dios. 13 También expulsaron muchos demonios y sanaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite. |
DÍA 6 FEBRERO CICLO -C
Todos
somos Pueblo sacerdotal desde el Bautismo, que nos ha hecho miembros del cuerpo de Cristo resucitado;
S. Pablo dice que, dentro de las funciones de este Cuerpo visible, que es la
Iglesia, no todos tenemos la misma función ni estamos llamados a ser y
hacer lo mismo.
Hay
personas que piensan en el sacerdocio de Cristo como la máxima
aspiración negada a quienes lo desean, olvidando que la vocación es una llamada a servir
de forma diferente dentro de la Comunidad
eclesial única.
El
martirio, deseado por muchos Santos, es una vocación especial a la
que algunos son llamados a vivirla.
El
sacerdocio católico
no es un tesoro que esté en manos de quien lo quiera ser porque, no solo
es poder celebrar el banquete eucarístico.
¡No
es fácil el discernimiento de cada vocación!
Cristo
fue un laico que
no perteneció a la familia levítica ni a ningún grupo conocido
en su época.
En Él
vemos la
novedad de su relación con
Dios, con su Pueblo y con las personas llamadas paganas, por no
pertenecer al Pueblo elegido; y entre su
novedad, está la de ser único y
eterno sacerdote.
El Sacerdocio de Cristo está marcado por
el sufrimiento y la Muerte de Cruz y, la entrega de su Cuerpo y su
Sangre derramada es lo que manda
que “sea celebrado hasta que vuelva”.
Estar
detrás del Altar, cara el pueblo, es fácil y deseable por muchos y
muchas pero, ¿esto es ser sacerdote de Cristo en la Iglesia católica?
Lo
propio del Sacerdocio de Cristo es “dar la vida por las ovejas”; y
estar satisfechos de ser maestros y predicadores, desde el Altar, no es
vivir el sacerdocio de Cristo. El
matrimonio es dar la vida por los amados del hogar.
Creo
que, nos debería asustar ser llamados
al sacerdocio porque “es ser
llamados a morir por el pueblo encomendado”.
“Morir” es servir como actitud habitual sin tiempo ni medida, y esto no se reduce solo a celebrarlo.
Jesús "Llamó a los doce discípulos
y comenzó a enviarlos de dos en dos,
dándoles autoridad sobre los espíritus impuros"
Cristo
dio autoridad a los Doce. Su vocación
les llamaba a:
“Llevar solo bastón y nada más, ni pan,
ni alforja, ni dinero suelto,
con sandalias y una túnica” y
"Cuando entréis en una casa,
quedaos en ella hasta que os marchéis del lugar"
Sólo
Dios basta para
ir como sacerdotes de Cristo al mundo.
¡Qué
difícil es quedarse en la casa dónde se
entra!
Empecemos
por saber permanecer en la nuestra. Estos
son los que lo entienden y pueden ir al mundo siendo sacerdotes de Cristo y
celebrar, con el Pueblo, el
Sacramento de la Eucaristía como
respuesta a su llamada.
Ser
sacerdote de Cristo
no es saber mucha teología, sino ser experimentado
en beber el cáliz, después de haber sido ayudados a discernir ser llamado.
No
todos estamos llamados a beber el cáliz como sacerdotes.
F. Allara
No hay comentarios:
Publicar un comentario