JESÚS ENSEÑABA MUCHAS
COSAS EN PARÁBOLAS
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
41Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar. 2Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos: 3«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; 4al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. 5Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; 6pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. 7Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. 8El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno». 9Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga». 10Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. 11Él les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, 12para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”». 13Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? 14El sembrador siembra la palabra. 15Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. 16Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, 17pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumben. 18Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, 19pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. 20Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
DÍA 29 ENERO CICLO -C
La
Palabra de Dios
nos llega de muchas maneras, y no sólo para ser leída, sino para rezar, para resolver nuestros
interrogantes, para avanzar en
el camino de la fe.
Jesús
lo
explica bien y lo aplica.
¿Qué
hacemos con lo recibido?; porque hoy, si no movemos ficha examinémonos por qué es.
A
mi me ha servido para meditarla “desde
el paraíso y desde fuera de él”.
Cuando
contemplamos la Naturaleza vemos que toda ella es buena.
Dios
“al terminar
la Creación vio que todo era bueno”, incluido el ser humano.
¡Quién
no se admira
de la luz del día, del anochecer, de las pinturas que nos regala el cielo cada
día, de piedras, montañas, mares, fuentes y ríos!
Es
la manera de poder presenciar y apreciar que, todo es bueno cuando lo sabemos ver y tocar
desde dentro del paraíso.
Jesús
habla del
borde del camino, de terreno pedregoso, de poca tierra, de abrojos y de tierra buena; y es
natural.
Lo bueno está en lo diferente, en lo
plural, en lo abundante.
· ¿Nos
parecería buena una Naturaleza expresada en la monotonía de la
uniformidad?
· ¿Qué
entendemos por lo bueno y lo malo referido al ser humano?
· Entendemos
que lo bueno es de Dios y no que lo malo es consentido por amor, sin querer
decir que lo justifica.
La
Naturaleza “gime
con dolores de parto” por no
ser libre y, “estar liberada”.
Cuando
se culpa a Dios
del borde del camino, del terreno pedregoso, de poca tierra y de abrojos es
olvidarse de lo bueno que presenciamos y apreciamos de la Naturaliza.
¡Dejemos
de interrogar a Dios, y menos si lo desconocemos!.
· La
pregunta es: ¿Dónde tengo edificada
mi propia casa?
· Si la he podido construir en tierra
buena:
¿A quién se lo agradezco?
¿Soy consciente de que, si
piso tierra buena, soy responsable de dar buen fruto? o, ¿me complazco de mi buen vivir sin interrogarme?
¿Puedo juzgar que,
otros hayan tenido que edificar su
casa en terrenos donde no es fácil vivir y, aún más difícil, dar frutos buenos?
Aun
así, puede que, la vida nos demuestre ver
frutos buenos donde
parece que no los puede haber mientras que, el bienestar retiene las aguas en la monotonía de una vida fácil impidiendo, muchas veces,
dar buenos frutos.
No
depende de la tierra que Dios ha creado
buena y es admirada. Nosotros
definimos la realidad externa desde el bien o el mal que libremente
optamos por hacer.
Dios
nos ha creado buenos; la realidad de la vida nos hace diferentes. El
problema nunca es de Dios.
De
no existir Dios nuestra vida sería la que es; y si existe, en lugar de imaginar y juzgar, creamos que, sin necesitar de lo creado, ni del
ser humano, ha recreado el paraíso para
poder ser amado desde dentro.
Nunca
es tarde para sorprendernos de la
Verdad.
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
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