miércoles, 15 de enero de 2025

 JESÚS, COMPADECIDO, 

EXTENDIÓ LA MANO Y LO TOCÓ

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)

Marcos 1, 40-45

Jesús sana a un leproso
(Mt 8.1-4; Lc 5.12-16)
40 Un hombre enfermo de lepra se acercó a Jesús, y poniéndose de rodillas le dijo:
–Si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
41 Jesús tuvo compasión de él, le tocó con la mano y dijo:
–Quiero. ¡Queda limpio!
42 Al momento se le quitó la lepra y quedó limpio. 43 Jesús lo despidió en seguida, recomendándole mucho:
44 –Mira, no se lo digas a nadie. Pero ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación la ofrenda ordenada por Moisés; así sabrán todos que ya estás limpio de tu enfermedad.
45 Sin embargo, en cuanto se fue, comenzó a contar a todos lo que había pasado. Por eso, Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, sino que se quedaba fuera, en lugares donde no había nadie; pero de todas partes acudían a verle"

16 ENERO  CICLO  -C

Se le acercó un leproso suplicándole, de rodillas, que lo limpiara.

Podemos pensar: “otra vez el texto del leproso

Hoy este texto es nuevo, como lo es el día que vivimos.

Jamás decimos: otro día, ya me lo sé”; aunque la vida sea la misma de cada día nada sabemos del nuevo y único día. Así es el don de la Palabra de Dios.

Es el gozo de vivir agradecidos por haber sido creados, y amados en cada uno de los segundos de nuestra vida siempre nueva.

Este leproso es el de hoy; y es hoy cuando vemos a tantas personas de rodillas, aunque estén en una cama, en una silla de ruedas, o sufriendo en el cuerpo y en el alma, confiando que Dios las puede salvar.

Digo salvar porque, desde la fe, vivimos la experiencia de tantas personas que encuentran, en Jesús, el sentido de su vida dependiente revelando su salvación; aceptando la realidad de su dolor, sin quejas, con derecho a suplicar de rodillas: “Si quieres, puedes limpiarme”.

Limpiar era estar purificado ante la Ley para poder volver al hogar, a la sinagoga; para ser persona digna ante el Pueblo.

Necesitamos esta purificación, mientras existimos en un mundo tan contaminado, como experiencia de libertad para poder convivir en familia y en sociedad.

Esta purificación es la verdadera sanación.

El milagro de la fe es aceptar el don de poderse arrodillar, física o espiritualmente ante Jesús, y verse salvado, aunque falte la curación, porque lo que vale en la vida es el sentido que llene de paz el alma.

Esta paz se vive con la experimenta del verdadero encuentro con Jesús.

“Jesús extendió la mano y lo tocó”

Jesús curaba de muy diversas maneras; hasta de lejos lo pudo hacer como en el caso del centurión, por su gran fe, pidiéndole por su criado enfermo. Creía en el poder amoroso de Jesús, capaz de curar, sin que fuera necesaria su presencia física, “por sentirse indigno de que entrara en su casa

Esta es la verdadera fe, que nos sirve para nuestra vida, que tanto necesita de las presencias físicas, por ser Dios mismo quien ha hecho que sea así.

¡Cuánto debemos agradecer poder convivir las personas físicamente!

¡Qué perdida de tiempo las familias, los amigos, todos los que vivimos, cuando no valoramos las presencias sabiendo de la cortedad de la vida!

“Jesús tocó al leproso”

Nada podía contaminar a quien es la Vida y el Amor como plenitud de la Ley

Para nosotros tocar puede ser hasta inmoral cuando no es verdad el amor.

Sin embargo, ya desde que nacemos, necesitamos del contacto humano.

Poder tocar desde la verdad del amor es hacerlo con el leproso, con el amigo y con el enemigo, sin temor a la Ley ni a contaminarse.

F. Allara


SANTORAL DEL DÍA

s. Marcelo I, papa y mártir



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