JESÚS, COMPADECIDO,
EXTENDIÓ LA MANO Y LO TOCÓ
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Marcos 1, 40-45
16 ENERO CICLO -C
Se
le acercó
un leproso suplicándole, de rodillas,
que lo limpiara.
Podemos
pensar: “otra vez el texto del leproso”
Hoy
este texto es nuevo,
como lo es el día que vivimos.
Jamás
decimos: “otro día, ya me lo sé”;
aunque la vida sea la misma de cada día nada sabemos del nuevo y único día. Así es el don de la Palabra de Dios.
Es
el gozo de vivir agradecidos por haber sido creados, y
amados en cada uno de los segundos de nuestra vida siempre nueva.
Este
leproso es el de hoy; y
es hoy cuando vemos a tantas personas de
rodillas, aunque estén en una cama, en una silla de ruedas, o sufriendo
en el cuerpo y en el alma, confiando que Dios las puede salvar.
Digo
salvar porque, desde la fe, vivimos
la experiencia de tantas personas que
encuentran, en Jesús, el sentido de su vida dependiente revelando
su salvación; aceptando la realidad de su dolor, sin quejas, con derecho a suplicar de rodillas: “Si quieres,
puedes limpiarme”.
Limpiar
era estar purificado ante la Ley para poder volver al hogar, a la
sinagoga; para ser persona digna ante el Pueblo.
Necesitamos
esta purificación, mientras
existimos en un mundo tan contaminado, como experiencia de libertad para
poder convivir en familia y en sociedad.
Esta
purificación es la verdadera sanación.
El
milagro de la fe es aceptar el don de poderse arrodillar, física
o espiritualmente ante Jesús, y verse salvado, aunque falte la curación,
porque lo que vale en la vida es el sentido que llene de paz el
alma.
Esta
paz se vive con la experimenta del verdadero encuentro con Jesús.
“Jesús extendió la mano y lo tocó”
Jesús
curaba
de muy diversas maneras; hasta de lejos lo pudo hacer como en el caso del
centurión, por su gran fe, pidiéndole por su criado enfermo. Creía en el poder amoroso de Jesús, capaz
de curar, sin que fuera necesaria su presencia física, “por sentirse
indigno de que entrara en su casa”
Esta es la verdadera fe,
que nos sirve para nuestra vida, que
tanto necesita de las presencias físicas, por ser Dios mismo quien ha
hecho que sea así.
¡Cuánto
debemos agradecer poder convivir las personas físicamente!
¡Qué
perdida de tiempo las familias, los amigos, todos los que vivimos, cuando no valoramos
las presencias sabiendo de la
cortedad de la vida!
“Jesús tocó al leproso”
Nada
podía contaminar a quien es la Vida y el Amor como plenitud de la Ley
Para
nosotros tocar puede ser hasta inmoral cuando no es verdad el
amor.
Sin
embargo, ya desde que nacemos, necesitamos del contacto humano.
Poder
tocar desde la verdad del amor es hacerlo con el leproso, con el amigo
y con el enemigo, sin temor a la Ley ni
a contaminarse.
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
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