“ÁNIMO, SOY YO, NO TEMÁIS”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Marcos 6,45-52
Jesús anda sobre el agua 45 Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que llegaran antes que él a la otra orilla del lago, a Betsaida, mientras él despedía a la gente. 46 Y cuando la hubo despedido, se fue al monte a orar. 47 Al llegar la noche, la barca ya estaba en medio del lago. Jesús, que se había quedado solo en tierra, 48 vio que remaban con dificultad porque tenían el viento en contra. De madrugada fue Jesús hacia ellos andando sobre el agua, pero hizo como si quisiera pasar de largo. 49 Ellos, al verle andar sobre el agua, pensaron que era un fantasma y gritaron, 50 porque todos le vieron y se asustaron. Pero él les habló en seguida, diciéndoles: –¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! 51 Subió a la barca y se calmó el viento. Ellos se quedaron muy asombrados, 52 porque no habían entendido el milagro de los panes y aún tenían la mente embotada" |
DÍA 9 ENERO CICLO -C
Jesús aprovechó el tiempo que estuvo humanamente con nosotros.
“Después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar”
Quien
de verdad se encuentra con Él, o mejor, quien
acepta ser hallado por Él, tiene otra noción del tiempo a ejemplo de Jesús.
Vivir
aceptando el Reino de Dios no es sólo creer en Él,
sino entrar en una dimensión humana en la que el tiempo tiene el valor del sello de lo eterno.
Jesús
nos da testimonio de “ser con el Padre”,
razón por la que, pasar la noche en oración no es propiamente el tiempo que
dedica al Padre, sino saber dejarlo todo para seguir viviendo lo
habitual: “ser en el Padre”.
Es
también lo que han llegado a conseguir
los que habitualmente oran.
Han
hecho de su “ser en Jesús” su estado de vida,
desde donde no cuenta el tiempo ni la acción, porque todo es vivido en su Presencia; y como Jesús, saben dejarlo todo para
vivir mejor la experiencia de “ser en
Él”, sin saber que medida tienen del tiempo.
“Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús,
solo, en tierra”
Viéndolos
fatigados de remar.
El
lago de Genesaret es amplio; además hay tormenta y grandes olas, por lo que advertimos
que la visión de Jesús es la que tiene desde su espíritu.
El
Amor ve en plena noche y, porque ama, sabe de las fatigas del prójimo; porque vivir es muchas veces tener
el viento en contra.
Jesús
veía desde la tierra que pisaba, de igual modo como ve desde el cielo.
Sabía
Jesús lo que iba a pasar aquella noche. No fue casualidad, como nada lo es
desde la fe, que los despidiera y los mandara a la otra orilla.
Un
día hemos de llegar todos a la otra orilla de la vida, lugar
propio de donde hemos
venido a esta orilla.
Enviar
Jesús a la otra orilla es no acomodarse a ésta, viviendo
la experiencia de que, haberse encontrado con Dios en Él es saber
estar en cada orilla en presente, y navegar permanentemente a la otra orilla con
el fin de vivir de la sabiduría; la tierra no es el lugar estable donde
edificar un hogar para siempre porque, por más larga que sea la vida, siempre
es corta la estancia en esta orilla.
No
es una meditación para místicos, es la realidad de nuestra vida; pero
por poco que nos acomodemos a esta orilla, nos cuesta entender y ser prácticos
para vivir desde nuestra condición humana.
“A eso de las tres de la mañana, fue hacia ellos andando sobre
el mar,
haciendo ademán de pasar de largo.
Dios
sabe en qué orilla estamos, y viene porque sabe de nuestra fatiga,
con ademán de pasar de largo.
Los
despiertos le abren la puerta.
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
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