lunes, 30 de diciembre de 2024

 LA PALABRA ERA 

LA LUZ VERDADERA

 Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)

Juan 1.1-18

LA REVELACIÓN DE DIOS EN JESUCRISTO (1–12)
1 Prólogo (1.1-18)
En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo.
10 Aquel que es la Palabra estaba en el mundo, y aunque Dios había hecho el mundo por medio de él, los que son del mundo no le reconocieron. 11 Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron. 12 Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. 13 Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
14 Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. 15 Juan dio testimonio de él diciendo: “A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.”
16 De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición. 17 Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. 18 Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, nos lo ha dado a conocer"

DIA 31 DICIEMBRE  CICLO  -C

Si hermosos son los pies del mensajero, que llega anunciando la Buena Noticia de la Verdad, más sorprendente es el silencio divino, desde donde conocemos esta Verdad, que es Dios, como Pensamiento y Palabra.

Decir que podemos conocer es aceptar que somos seres espirituales, lo cual nos obliga a interrogarnos sobre nuestra procedencia, para tener conciencia del ser que somos, aparecidos gratuitamente.

No llega el mensajero por la montaña, sino en el susurro de una voz, como la brisa suave que escuchaba Elías, que la oye quien vive atento para que su espíritu la puede discernir.

Si Adán se admiró al ver a Eva, nosotros nos admiramos de oír esta voz que se concreta en Palabra para poder ser escuchada.

En el silencio del templo de nuestro íntimo hogar, el espíritu escucha el rumor de una Presencia, que lo invade y le mueve a prestar atención para saber que Dios existe desde el no-saber de Él; pero el espíritu oye sus pasos, y este saber en plena noche ayuda a discernir desde lo más alto de la razón, pero humilde en su condición, que Dios es Espíritu, Pensamiento y Palabra.

Su voz es herida en el alma, llamada a salir a su encuentro para conocer, creer y amar, aunque sea desde el no-saber.

“En el principio ya existía la Palabra”

Cuando la nada envolvía la Verdad de Dios, una vez creados, como simbólicamente Adán experimentaba la soledad, así nosotros percibimos la orfandad ansiando conocer la Palabra que todo lo creó de la nada.

“En la Palabra había vida”

Es el interrogante de la propia existencia; no nos satisface existir porque nuestro espíritu sueña en vivir, e intuye que la voz que escucha su interior es la que, conocida, puede hacer pasar de la experiencia de existir a vivir.

“La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió”

Este es el absurdo de la razón; ver que su luz no ilumina la hondura de su pensamiento, saber que hay una Luz que llega hasta lo profundo del ser y negarse a recibirla para seguir buscando desde la tiniebla, que nunca puede llegar a alcanzar la Luz que su corazón sediento necesita.

“La Palabra vino a su casa, y los suyos no la recibieron”

Vino a su casa, porque el mundo se hizo por medio de ella.

Suya es la Humanidad, como suyo fue el Pueblo elegido, para que entendamos que nunca Dios ejerce el poder de la propiedad, sino que deja siempre en libertad al ser humano creado a su imagen.

Podemos ser de los suyos, pero siempre con libertad de aceptar o negar.

“A cuantos la reciben, les da poder ser hijos de Dios”

Ya no es voz ni suave brisa, hemos conocido la Palabra.

F. Allara


SANTORAL DEL DÍA

s. Silvestre I, papa



Y LA  PALABRA SE HIZO CARNE





No hay comentarios: