MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Daniel 7,13-14 |
Juan 18, 33-3733 Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: –¿Eres tú el Rey de los judíos? 34 Jesús le dijo: –¿Eso lo preguntas tú de tu propia cuenta o porque otros te lo han dicho de mí? 35 Le contestó Pilato: –¿Acaso yo soy judío? Los de tu nación y los jefes de los sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 36 Jesús le contestó: –Mi reino no es de este mundo. Si lo fuese, mis servidores habrían luchado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí. 37 Le preguntó entonces Pilato: –¿Así que tú eres rey? Jesús le contestó: –Tú lo has dicho: soy rey. Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad. Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan" |
XXXIV DOMINGO TIEMPO Or CICLO -B
JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO
Jesús fue interrogado por un Procurador romano, pero no se le procesó jurisdiccionalmente.
Le
condenaron sin haberle hecho justicia, como se condena a los mártires o a las personas
rechazadas por su religión o ideología.
Pilatos
le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”
Podía
haber oído hablar de Jesús, pero no lo conocía.
“¿Dices esto por tu
cuenta o te lo han dicho otros de mí?”
Jesús
nos hace hoy a nosotros esa misma pregunta.
¿Creemos
por habernos planteado seriamente la fe o la aceptamos a nuestra manera; desde lo que supone una respuesta
positiva, indiferente, o negativa a Dios y a su Hijo enviado?
¿Somos conscientes de que siempre hay pensadores
y poderes que programan por
los que no piensan, y la trascendencia que supone para el orden social?
La vida
espiritual es la de todo ser humano consciente de ser
quién es. Donde
no la hay “lo que se dice y se hace” suele ser lo que dicen y hacen “algunos”.
“¿Acaso soy yo judío?”
Pilato
era Procurador de Roma.
Hoy,
desde nuestra “autonomía ambiental”, ¿sabemos de quién somos?
La
fe en la propia autonomía es un error; siempre
somos de alguien o para algo.
“Mi Reino no es de este mundo…,
mi Reino no es de aquí”
Esta
afirmación es de suma relevancia e importancia porque
habla de dos palabras casi ofensivas para
el hombre moderno: trascendencia y revelación.
Jesús,
desde que comenzó su mesianismo, habla
de “haber
sido enviado” y que “el Reino de
Dios está cerca”, y más
tarde que “está
entre nosotros”
Estos
días hemos escuchado que Jesús lloró
contemplando Jerusalén, que por no haberle reconocido iba a ser destruida
Su
Presencia real hoy,
por medio de la Iglesia, nos está
diciendo lo mismo y el cielo, no sé cómo, sigue llorando ante la increencia generalizada del hombre moderno.
Pilatos
pasa de estas palabras y centra el diálogo en lo puramente político.
“Entonces, ¿tú eres rey?”
Es
lo que le apuntan las autoridades judías para desviarle de no encontrar nada que justifique poder condenarle.
Jesús
contesta sin temer las consecuencias por decir la verdad, aun sabiendo que no la van a interpretar bien,
sino que la van a usar para su condena:
“Tú lo dices”, pero no has escuchado, Pilatos, de
dónde procede mi reinado.
“¡Soy Rey! Para esto he nacido y
para esto he venido al mundo:
para dar testimonio de La
Verdad.
· Ayer fuiste condenado,
sin juicio, por no aceptar tu trascendencia, tu revelación y por decir
que, frente a la multiplicidad de dioses
y verdades, Dios Es la única Verdad.
· También hoy es condenado por
todos los que se rigen y viven desde sus
verdades.
Desde
la religión malentendida y desde las ideologías se programan e imponen
sus verdades sobre los demás,
como las autoridades agitaron las masas
contra Jesús.
“Todo el que es de la
Verdad escucha mi voz”
Los
Maestros de la Ley, los publicanos y los fariseos no eran de la verdad y no escucharon a Jesús, aunque vivían referidos a Dios desde la Ley de Moisés.
Por
esto nos tenemos que preguntar de quién somos y qué voces escuchamos para
saber quiénes somos realmente; peor si no somos de nadie.
¡Qué
difícil es conjugar los contenidos de las palabras: Dios, Cristo, Jesús, Verdad, Amor!
Difícil
porque su objetividad, su legitimidad es trascendente, revelada y ofrecida como don del Reino que no es de este mundo.
No
corresponder a la fe,
que nos viene objetivada por la Iglesia católica, es caer en la posibilidad de vivir de nuestras verdades parceladas del Credo y de la Verdad.
· Ser de La Verdad es no
hacer verdades de lo que creemos, porque es Jesús quien
añade: “Yo Soy La Verdad”, y a un ser humano, y menos a Él,
divino, no se le divide.
· Ser de La Verdad es ser de Jesús, por Jesús y para Jesús.
“Con y por Él” tenemos
conocimiento del Padre, por el Espíritu Santo, para amar y servir al prójimo en quien hemos
de ver la presencia de Dios.
Prójimo
es su Presencia real sacramentada, signo del más grande Amor divino, que sabiendo de nuestra soledad humana no nos abandona, aunque se
tengan las manos llenas.
Donde
hay solo poder Dios no está.
Creer
en el Amor divino,
creer en Dios, es aceptar un estado de vida martirial aunque no se materialice el martirio.
Es
vivir sin ser aceptados incluso por
los seres amados y por quienes nos aman.
Cuestión
que no nos planteamos y que abunda dentro de los hogares donde se contradice el
amor; pues no se trata de imponer la fe, sino
de no ver relativizada la verdad del amor.
Suele
ser más real el amor a quien no nos acepta, que a quien nos acepta.
¡Difícil
es ser testigos de la Verdad y del Amor; difícil ser testigos de Dios!
Tampoco
el amor a una persona puede parcelarse. El
amor ama o no ama.
S.
Agustín, ante la pregunta ¿qué es el amor?, dice: “El amor es el hecho mismo de
amar”.
El amor
es integrador.
¡Si nos dejáramos llevar de la verdad del amor…!
¡Qué fácil sería la luz de la Verdad, la
aceptación de Dios y la felicidad de amar y ser amados!
Una
mujer se contentaba con las migajas, nosotros ¡cuántas veces despreciamos la Mesa y el Pan, mientras abunda la santidad desconocida!
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
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