“ESE ACOGE A LOS PECADORES
Y COME CON ELLOS”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Filipenses 3, 3-8
Salmos 104
Lucas 15, 1-10
DÍA 7 NOVIEMBRE CICLO -B
Es
signo de madurez,
no solo aceptar la propia condición humana, que es por natural imperfecta, sino
admitir los errores y las debilidades
causadas desde libres actitudes.
El
reconocimiento de lo causado por egoísmo, por tener más poder, por utilizar
al prójimo, es el primer eslabón para
crecer en el camino de la conversión.
Digo
conversión porque todos,
en la medida en que somos conscientes de la dignidad del prójimo y de la
nuestra, somos capaces de rectificar
humanamente, seamos creyentes o no.
Desde
la religión se llama pecado a estos
errores humanos, porque causan daño al prójimo y al propio ser humano que los
comete.
A
Dios no le llega el bien ni el mal, porque nadie puede tocar a Dios.
Ha
sido Dios quien ha querido asemejarse en
todo a nosotros, menos en el pecado,
es decir, menos en hacer daño al prójimo. Hasta los que le condenaron no
pudieron acusarle de “obra mala alguna”, “pasó haciendo
el bien”, sino que le
acusaron porque “decía ser Dios”
Negar
que Jesús haya sido Dios-con-nosotros es
aceptarlo como hombre bueno, como los escribas y fariseos que lo condenaron
por blasfemo, extrañados que
“Acogiera a
los pecadores y comiera con ellos”
La
parábola que expone Jesús viene a decirnos que todos somos hijos del mismo Padre, siendo aceptados como pecadores, es decir, con actitudes que hacen daño al prójimo,
empezando por el que se lo hacemos a
Él.
Siendo
Dios fue humanamente uno entre nosotros permitiendo que el mal recayera sobre Él.
Realidad
que sigue siendo verdad, porque Dios en
Cristo Jesús sigue vivo entre
nosotros, sigue dejándose tocar y
comer por los pecadores, e invitándonos
ahora a su propia Mesa.
El
examen sobre cuál es nuestra actitud hoy
con Él nos revela lo que nuestra razón puede ocultar, de nuestra
conciencia, si no nos examinamos.
La
bondad de Dios, en Cristo, la manifiesta a un ser humano que reconoce su pecado al considerar que hace
mal a su prójimo; quien no lo reconoce,
dice S. Juan, miente desde su vida,
porque de alguna manera todos somos pecadores.
“Cuando lo encuentra, lo
carga sobre los hombres, muy contento.
Este
es el signo que Cristo nos da prefigurando su muerte en
la Cruz.
Todo
el mal causado por el hombre contra su
prójimo, siendo
Dios inocente, ha sido el motivo de encarnarse por Amor, para buscar a los que causamos mal, aceptando entrar en “nuestro
hogar” para convertirnos.
“¡Felicitadme!”
Dios ama como Padre, y se
alegra
del hijo pródigo.
“La misma alegría habrá entre los ángeles por un solo pecador
que se convierta”
Será
uno más que ama a su prójimo.
F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
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