sábado, 2 de noviembre de 2024

DIOS NOS SITÚA ANTE 

LA REALIDAD DE LA VIDA

 Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

Animación a la lectura 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)

Deuteronomio 6, 2-6

Hebreos 7, 23-28

Marcos 12, 28-34

El mandamiento más importante
(Mt 22.34-40)
28 Al ver lo bien que Jesús había contestado a los saduceos, uno de los maestros de la ley, que les había oído discutir, se acercó a él y le preguntó:
–¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?
29 Jesús le contestó:
–El primer mandamiento de todos es: ‘Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ 31 Y el segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ Ningún mandamiento es más importante que estos.
32 El maestro de la ley dijo:
–Muy bien, Maestro. Es verdad lo que dices: Dios es uno solo y no hay otro fuera de él. 33 Y amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y que todos los sacrificios que se queman en el altar.
34 Al ver Jesús que el maestro de la ley había contestado con buen sentido, le dijo:
–No estás lejos del reino de Dios.
Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas"


XXXI DOMINGO T. Orinario CICLO -B 

Dt. 6, 2-6

Dios pidió ser amado por su Pueblo, en la tierra en cuya posesión iba a entrar, después de haberlo liberado de la esclavitud del Faraón.

“Escucha Israel, esmérate en practicar los preceptos que te doy” (v. 3)

“Escucha Israel. El Señor es nuestro Dios. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (v. 4-5)

También nosotros vivimos en una tierra dada; hemos sido liberados de la esclavitud de la muerte. Seamos conscientes de habitar en una tierra buena, con vino, leche y pan, que no nos pertenece en propiedad, y amemos al Dios que nos da la vida

¡Que Dios nos dé el don de querer atender a sus palabras: Escucha Pueblo mío”!

A Dios le debemos amor, pero no se contenta con ser amado solo Él, desea que se lo demostremos amando a nuestros prójimos en los que se ve amado.

No por cumplir la ley de amarle a Él y al prójimo nos deja justificados.

Acostumbramos a ser limosneros. Lloramos ante una desgracia puntual, como ahora ante el destrozo humano y material de DANA. Los políticos acuden y recaudamos para los dañados y Dios lo agradece; pero nos olvidamos de que DANA es una realidad permanente acostumbrados a las noticias de guerra, hambre y miseria.

Quien ama a Dios sobre todas las cosas ama también al prójimo. Francisco fue capaz de subirse a la Cruz para bajar herido mientras abrazaba y besaba a los leprosos.

 

Mc. 12,28b-34

El escriba era un hombre formado conocedor y cumplidor de la Ley.

Con esta actitud se acercó un escriba a Jesús para preguntarle:

“¿Qué mandamiento es el primero de todos?”

Los escribas y los Maestros de la Ley fueron quienes aumentaron a centenares las prescripciones; el escriba que interrogó a Jesús sabía cuál era el mandamiento primero por lo bien que respondió.

Dios nos sitúa ante la realidad de la vida.

“Escucha Israel”, y pide que se le ame sobre todas las cosas; no es para quedarnos en el Tabor contemplando extasiados al Dios de nuestros sentimientos, sino abrir los ojos para ver la realidad concreta de nuestra vida como actitud ante Él y ante el prójimo.

“El segundo es este: “Amarás al prójimo como a ti mismo”

El Papa Francisco habla de que el prójimo es la persona que encontramos en el camino durante nuestra jornada. No se trata de preseleccionar a mi prójimo, eso no es ser cristiano”.

¡Con qué facilidad preseleccionamos! ¡Cuántas veces, quizás, tratamos mejor a quien encontramos por la calle que, a los que les debemos amor de convivencia en casa!

Quienes tenemos algún ministerio tratemos de no ser dueños de nada ni de nadieNo vivamos esclavos de un horario con muchas iniciativas pero con escasa relación con las personas; haciendo, de las Parroquias y de nuestros servicios, que son los de Dios, lugares extraños; sirviendo a Dios sin que el prójimo vea su mano y su palabra; incluso podemos llegar a desatender a quien nos pide cercanía y escucha; a semejanza de los que no quisieron ver al herido del camino, pasando de largo, yendo de Jerusalén a Jericó, como también nos dice el papa Francisco.

“Amar al prójimo como a uno mismo vale más

que todos los holocaustos y sacrificios”

El primer prójimo que tenemos para amar es Jesús.

¿Cómo? Sin mirar al cielo.

Jesús es el Cuerpo resucitado, que nos puede encandilar en la Mesa donde le comulgamos; a veces sin querer verlo físicamente y necesitado en la Iglesia; Cuerpo que precisa ser amado hoy y cada día como se lo pidió Jesús a Francisco, que supo escuchar su voz aunque de momento no le entendiera

No seamos como el escriba pidiendo a Jesús que nos diga lo que todos ya sabemos.

No vayamos a su Mesa a comulgar para luego herirle en su Cuerpo visible, la Iglesia, con palabras, críticas y lejanías, que rompen la unidad que tenemos en la Roca visible de Cristo.

La Iglesia, desconocida por muchos bautizados, necesita ser amada.

Sabemos más que el escriba porque creemos en la Encarnación del Hijo de Dios, que significa que toda la Humanidad ES en Cristo.

Nuestro prójimo va desde el más próximo, que es nuestra familia, a amar la Comunidad eclesial en todos sus miembros, incluido el Papa Francisco, hasta acercarnos al dolor de la Humanidad y al posible enemigo, que lo quiera ser, con el mismo amor que conocemos y nos sentimos amados por Cristo resucitado; al que tan fácilmente celebramos y le comulgamos, o ni esto llegamos a hacer con nuestro primer prójimo.

Decía en otra de mis meditaciones: “Dejemos a Dios en paz”. Él creó un Universo bueno, perfecto en sus leyes, como conocen los científicos, y al ser humano a su semejanza e imagen.

Es el “hombre de todos los tiempos” quien, en su pretendido dominio, no respeta las leyes naturales y, es el “hombre desde Caín” quien destruye al prójimo.

Dejemos a Dios en paz porque, estando presente permanentemente, jamás es creador de muerte ni de ningún sufrimiento humano.

Nosotros somos los que alteramos el orden natural y lo humano, y sin castigo, las cosas suceden desde lo natural y bueno que hemos alterado.

Sepamos ver que el mal causado por recusar el Bien, hasta el divino, causó la Muerte del mismo Dios, que vino a sanar y a liberar siendo el Unigénito, el inocente, bienaventurado en su pobreza, persecución, calumnia y condena, como referencia esperanzada no de muerte, sino de resurrección de todos los inocentes que sufren el desamor humano y la lejanía del Amor revelado.  

Que Dios nos dé su Paz.

F. Allara

SANATORAL DEL DÍA

s. Martín de Porres, religioso dominico



AL AMOR MÁS SICERO











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