“BIENAVENTURADO EL QUE
COMA EN EL REINO DE DIOS”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Filipenses 2, 5-11 |
Salmos 21 |
DÍA 5 NOVIEMBRE CICLO -B
Nuestra condición humana hace que no siempre hagamos el bien.
Crecer
en virtudes
no precisa sólo del esfuerzo permanente de la voluntad, sino de vivir dando respuesta al Bien conocido,
que es Dios, a sabiendas de que, a mayor
perfección más conocimiento de la propia pobreza.
Cuanto
mayor es el amor a Dios, y su conocimiento, más grande es la experiencia del abismo
entre Él y el ser humano, desde la fe en
la Presencia divina de Dios en el alma.
¡Encuentro
tan lógico y natural creer en el Dios
único y verdadero que, por lo mismo, no
me parece natural vivir sin la
referencia a Él!
Un
mundo sin Dios es
como contemplar con velas la belleza universal, siendo imaginada más que contemplada, aunque
sea dominada, por negar la Luz que
pone color y vida a su Belleza.
Sin
Dios la vida carece de sentido.
La experiencia del Banquete del Amor de Dios es
para “la noche del tiempo”.
Nacer
es el gran don,
aunque sea para vivir en dolor, si se
acepta la Realidad de Dios tal cual conocemos en Cristo.
El
tiempo de la vida es “pascua”; un breve “paso” que
lleva pronto al destino eterno, sin ser el
opio del pueblo, porque el Banquete
del amor, de la libertad y de la felicidad está
preparado para ahora.
Sólo
la verdad del Amor conlleva aquí, en nuestro tiempo, la experiencia
de su Verdad en medio de la
tribulación.
Esta
es la enseñanza de la parábola del banquete diciéndonos que era
“La hora del
banquete y mandó a su criado a avisar a los convidados”
En
la eternidad no hay hora.
Ante
el cual “todos a una empezaron a excusarse”
Los
invitados eran gente de la categoría del
señor que invitaba, pero ante la negativa,
“El dueño de la casa, indignado dijo a su criado:
“Sal aprisa a las plazas de la ciudad;
sal por los caminos y senderos y tráete aquí a los pobres,
lisiados, a los ciegos y a los cojos,
e insísteles hasta que entren y se llene mi casa"
Los invitados no
llegaron a merecerlo y, a
los que somos pobres, lisiados, ciegos y cojos, se nos insiste, por no acabar
de creernos, que estamos invitados al
banquete.
Lo natural en Dios es
que nos sentemos los que no lo merecemos
-pero nos hemos de sentar- porque
el señor que invita es el que nos hace dignos,
al mismo tiempo que, sin desdecirse de su Amor sentencia la culpa de los que rechazan el banquete a su tiempo:
“Ninguno de aquellos
convidados probará mi banquete”
Entendemos
que,
las autoridades, los Maestros de la Ley, los escribas y fariseos persiguieran a Jesús porque era para ellos
la parábola expuesta; como hoy lo es
para nosotros.
La
frase del título se concibe a partir de
la fe en lo que es de impresionante sentarnos
aquí en el Banquete del Amor,
que es la Eucaristía.
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
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