EN LA NOCHE DEL DOLOR EL CORAZÓN
GRITA A DIOS EN SU SILENCIO
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Jeremías 31, 7-9
Hebreos 5, 1-6
Marcos 10, 46-52
XXX DOMINGO DEL T. ORDINARIO CICLO .B
Jeremías 31,7-9
Los
profetas,
“hombres como eran, hablaron en Nombre de Dios”
siendo exigentes con el Pueblo alejado
del Amor divino experimentado, consolándolo
cuando vivía en destierro o cuando se sentía abandonado por no seguir los
caminos de Dios. Aún así todos los profetas no fueron creídos y muertos por el
mismo Pueblo al que fueron enviados.
La
Verdad unas veces es Luz en el alma, y otras, exigencia de conversión para bien
del ser humano,
sin embargo una y otra vez se duda de ella, se es indiferente cuando se vive en paz según el propio parecer
o se
niega cuando interfiere la libertad no liberada.
En
el texto de hoy Dios habla de su Pueblo como la primera nación, porque de todos los existentes se fijó en éste por ser pobre y esclavo;
por esto el Profeta le dice a su Pueblo que
cante de alegría y proclame que el Señor lo ha salvado.
Así
deberíamos ser los rescatados por Dios en Cristo, testigos
proclamando que somos la nación del Señor, la Iglesia, evangelizadora
del Bien divino para todas las naciones.
Dios
siempre habla de un Resto. En la
consagración del pan y el vino decimos: “Sangre derramada por vosotros y por muchos”.
Dios
ha creado la Humanidad para que disfrute de su Gloria, y Cristo se la ha
devuelto al Padre habiéndola reconciliado,
de forma que, siendo todos salvados, son muchos los que aceptan la salvación
gratuita, pero no todos la acogen.
Cristo
vino a su Pueblo
pero éste, libremente, rechazó la
salvación ofrecida por Dios en su Hijo.
Como
decía ayer, dejemos a Dios en paz; Él
a todos nos Ama.
Si
algunos piensan que no es necesario creer
y celebrar a Cristo, Muerto y Resucitado, es la opción que muchos pueden
hacer libremente, pero deben aceptar que rechazan
a Cristo.
Aceptar
a una persona no es mutilar de ella lo
que no se cree oportuno. Amar es aceptar
a la persona tal cual es y, de Cristo no podemos recortar parte de sus dichos y hechos.
“Entre ellos habrá ciegos y cojos, volverá una inmensa multitud.
Vendrán todos llorando y yo los guiaré ente consuelos… Seré un
padre para Israel.
La
revelación de Dios como verdadero Padre nos la ha dado Jesús.
Mc. 10,46-52
El
texto nos presenta a un ciego que estaba pidiendo limosna sentado al borde
del camino, del que se nos da
su nombre y el de su padre.
Llegan
a Jericó. Jesús no
se presenta como Dios; dice y hace cosas que no han escuchado
ni visto en ningún Profeta.
Jesús
iba de pueblo en pueblo anunciando el
Reino de Dios.
Una
cosa es ir detrás de Jesús, como iban
sus mismos discípulos, y otra vivir en
situación irreversible, como era la vida del ciego Bartimeo.
· Éstos son los que al oír que pasa Jesús gritan sin prejuicios en oración
que les sale del alma.
· Éstos son los muchos que aceptan la “pascua”, el paso de Jesús, y no lo
desaprovechan porque viven esperando esta Presencia.
No
pensemos que Dios es para los que viven en situaciones extremas.
Nos
olvidamos del por qué y para qué se nos
ha dado la vida. Pensamos que poder
vivirla es suficiente; no
recapacitamos en que es “creada” cada día; no se nos ha dado la vida y se nos ha
dejado a un destino de muerte.
Dios
es Camino para que la existencia tenga sentido y destino.
¿Cuál
es nuestra ceguera?
1.
Olvidar
que
lo más propio del ser humano es el grito del ciego: Señor,
ten piedad
2. Olvidar que,
incluso desde la fe, no podemos ver la realidad de Cristo
resucitado.
Es la fe la que nos permite
“ver”,
como en los mismos testigos directos de
la Resurrección de Cristo.
3.
Olvidar
que,
por más que nuestra vida pase por momentos de paz, la inmensa mayoría de la
Humanidad sufre y grita: “Señor, ten
piedad” o no lo hace si vive hundida en su dolor.
4.
Olvidar
que, todo
sufrimiento humano no es causado por Dios,
sino por nosotros cuando erramos en nuestro amor o cuando por egoísmo
utilizamos al prójimo.
Quien
vive la noche del dolor, no está ciego, su corazón le grita a Dios en su
silencio y aprovecha el
momento que su alma escucha: “¿Qué quieres
que haga por ti?” para dejarlo
todo, como el ciego Bartimeo su manto, para decirle a Jesús: “Señor, que vea”.
Vivir
sin necesitar de Jesús, no digo de Dios, sino de Jesús que es
el Camino, la Verdad y la Vida, que nos sitúa
realmente ante Dios Padre, es
mantener los ojos cerrados ante la Luz.
Es
Jesús quien nos ha enseñado el Padre nuestro, que contiene todo lo que necesitamos y le
podemos pedir y agradecer a Dios. Sobran muchas palabras cuando se reza.
No
por tener el don de poder ver con los ojos somos capaces de ver
la realidad de nuestra vida y la realidad del prójimo con nosotros.
Es
menos ciego el que sólo puede ver desde
su alma
porque tiene otro sentido de la realidad, de la belleza, del bien, que la que
tenemos los que “vemos”.
¿Quién
se atreve a decir que acierta en ver entre
los que vemos y los ciegos?
· Bienaventurados si vivimos deseando ver la “Pascua del Señor”, su paso por nuestra vida;
pues, no por recibirle estamos más cerca de lo que estaba deseando el ciego Bartimeo.
· Bienaventurados si nuestro corazón es
tan sincero como humilde para desear este encuentro con Jesús y poder gritarle: ¡Señor, ten piedad!, por
más salud, bienestar y fe que pensamos tener, para poder escuchar en lo más
hondo del alma:
“Anda, tu fe te ha
salvado”
La
salvación es creer lo último del texto:
“Al momento recobró la
vista y lo seguía por el camino”
Los
que,
desde su ceguera reconocida, aceptan el
don de la fe, para creer que están salvados son los que reconocen que
les han quitado la ceguera y le siguen desde
su propio camino porque, sea como sea, lo ven con ojos nuevos para
saberlo andar “aunque sea de noche”.
Hb. 5,1-6 Es
para otra homilía.
Sólo decir que, si Cristo no se atribuyó a Él mismo la gloria de ser gran sacerdote, muy humildes hemos de ser los que sólo somos pobres ministros de su único Sacerdocio.
F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
UN POCO DE FE...
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