domingo, 27 de octubre de 2024

EN LA NOCHE DEL DOLOR EL CORAZÓN 

GRITA A DIOS EN SU SILENCIO

   Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

Animación a la lectura 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)

Jeremías 31, 7-9

Hebreos 5, 1-6

Marcos 10, 46-52

Jesús sana a Bartimeo el ciego
(Mt 20.29-34; Lc 18.35-43)
46 Llegaron a Jericó. Y cuando ya salía Jesús de la ciudad seguido de sus discípulos y de mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. 47 Al oir que era Jesús de Nazaret, el ciego comenzó a gritar:
–¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
48 Muchos le reprendían para que se callara, pero él gritaba más aún:
–¡Hijo de David, ten compasión de mí!
49 Jesús se detuvo y dijo:
–Llamadle.
Llamaron al ciego y le dijeron:
–Ánimo, levántate. Te está llamando.
50 El ciego arrojó su capa, y dando un salto se acercó a Jesús, 51 que le preguntó:
–¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
–Maestro, quiero recobrar la vista.
52 Jesús le dijo:
–Puedes irte. Por tu fe has sido sanado.

En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús"

XXX DOMINGO DEL T. ORDINARIO  CICLO  .B

Jeremías 31,7-9

Los profetas, “hombres como eran, hablaron en Nombre de Dios siendo exigentes con el Pueblo alejado del Amor divino experimentado, consolándolo cuando vivía en destierro o cuando se sentía abandonado por no seguir los caminos de Dios. Aún así todos los profetas no fueron creídos y muertos por el mismo Pueblo al que fueron enviados.

La Verdad unas veces es Luz en el alma, y otras, exigencia de conversión para bien del ser humano, sin embargo una y otra vez se duda de ella, se es indiferente cuando se vive en paz según el propio parecer o se niega cuando interfiere la libertad no liberada.

En el texto de hoy Dios habla de su Pueblo como la primera nación, porque de todos los existentes se fijó en éste por ser pobre y esclavo; por esto el Profeta le dice a su Pueblo que cante de alegría y proclame que el Señor lo ha salvado.

Así deberíamos ser los rescatados por Dios en Cristo, testigos proclamando que somos la nación del Señor, la Iglesia, evangelizadora del Bien divino para todas las naciones.

Dios siempre habla de un Resto. En la consagración del pan y el vino decimos: Sangre derramada por vosotros y por muchos”.

Dios ha creado la Humanidad para que disfrute de su Gloria, y Cristo se la ha devuelto al Padre habiéndola reconciliado, de forma que, siendo todos salvados, son muchos los que aceptan la salvación gratuita, pero no todos la acogen.

Cristo vino a su Pueblo pero éste, libremente, rechazó la salvación ofrecida por Dios en su Hijo.

Como decía ayer, dejemos a Dios en paz; Él a todos nos Ama.

Si algunos piensan que no es necesario creer y celebrar a Cristo, Muerto y Resucitado, es la opción que muchos pueden hacer libremente, pero deben aceptar que rechazan a Cristo.

Aceptar a una persona no es mutilar de ella lo que no se cree oportuno. Amar es aceptar a la persona tal cual es y, de Cristo no podemos recortar parte de sus dichos y hechos.

“Entre ellos habrá ciegos y cojos, volverá una inmensa multitud. Vendrán todos llorando y yo los guiaré ente consuelos Seré un padre para Israel.

La revelación de Dios como verdadero Padre nos la ha dado Jesús.

 

Mc. 10,46-52

El texto nos presenta a un ciego que estaba pidiendo limosna sentado al borde del camino, del que se nos da su nombre y el de su padre.

Llegan a Jericó. Jesús no se presenta como Dios; dice y hace cosas que no han escuchado ni visto en ningún Profeta.

Jesús iba de pueblo en pueblo anunciando el Reino de Dios.

Una cosa es ir detrás de Jesús, como iban sus mismos discípulos, y otra vivir en situación irreversible, como era la vida del ciego Bartimeo.

·       Éstos son los que al oír que pasa Jesús gritan sin prejuicios en oración que les sale del alma.

·       Éstos son los muchos que aceptan la “pascua”, el paso de Jesús, y no lo desaprovechan porque viven esperando esta Presencia.

No pensemos que Dios es para los que viven en situaciones extremas.

Nos olvidamos del por qué y para qué se nos ha dado la vida. Pensamos que poder vivirla es suficiente;  no recapacitamos en que es “creada” cada día; no se nos ha dado la vida y se nos ha dejado a un destino de muerte.

Dios es Camino para que la existencia tenga sentido y destino.

¿Cuál es nuestra ceguera?

1.      Olvidar que lo más propio del ser humano es el grito del ciego: Señor, ten piedad

2.     Olvidar que, incluso desde la fe, no podemos ver la realidad de Cristo resucitado.

Es la fe la que nos permite “ver”, como en los mismos testigos directos de la Resurrección de Cristo.

3.    Olvidar que, por más que nuestra vida pase por momentos de paz, la inmensa mayoría de la Humanidad sufre y grita: “Señor, ten piedad” o no lo hace si vive hundida en su dolor.

4.     Olvidar que, todo sufrimiento humano no es causado por Dios, sino por nosotros cuando erramos en nuestro amor o cuando por egoísmo utilizamos al prójimo.

Quien vive la noche del dolor, no está ciego, su corazón le grita a Dios en su silencio y aprovecha el momento que su alma escucha: “¿Qué quieres que haga por ti?” para dejarlo todo, como el ciego Bartimeo su manto, para decirle a Jesús: “Señor, que vea”.

Vivir sin necesitar de Jesús, no digo de Dios, sino de Jesús que es el Camino, la Verdad y la Vida, que nos sitúa realmente ante Dios Padre, es mantener los ojos cerrados ante la Luz.

Es Jesús quien nos ha enseñado el Padre nuestro, que contiene todo lo que necesitamos y le podemos pedir y agradecer a Dios. Sobran muchas palabras cuando se reza.

No por tener el don de poder ver con los ojos somos capaces de ver la realidad de nuestra vida y la realidad del prójimo con nosotros.

Es menos ciego el que sólo puede ver desde su alma porque tiene otro sentido de la realidad, de la belleza, del bien, que la que tenemos los que “vemos”.

¿Quién se atreve a decir que acierta en ver entre los que vemos y los ciegos?

·       Bienaventurados si vivimos deseando ver la “Pascua del Señor”, su paso por nuestra vida; pues, no por recibirle estamos más cerca de lo que estaba deseando el ciego Bartimeo.

·       Bienaventurados si nuestro corazón es tan sincero como humilde para desear este encuentro con Jesús y poder gritarle: ¡Señor, ten piedad!, por más salud, bienestar y fe que pensamos tener, para poder escuchar en lo más hondo del alma:

“Anda, tu fe te ha salvado”

La salvación es creer lo último del texto:

“Al momento recobró la vista y lo seguía por el camino”

Los que, desde su ceguera reconocida, aceptan el don de la fe, para creer que están salvados son los que reconocen que les han quitado la ceguera y le siguen desde su propio camino porque, sea como sea, lo ven con ojos nuevos para saberlo andar “aunque sea de noche”.

Hb. 5,1-6  Es para otra homilía.

Sólo decir que, si Cristo no se atribuyó a Él mismo la gloria de ser gran sacerdote, muy humildes hemos de ser los que sólo somos pobres ministros de su único Sacerdocio.    

F. Allara

SANTORAL DEL DÍA

s. Evaristo, papa


UN POCO DE FE...




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