EL VALOR DE LO SENCILLO
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Efesios 5,21-33
Salmos 127
Lucas 13, 18-21
DÍA 29 OCTUBRE |
El mundo es uno de los enemigos que nos miente; nos impulsa al deseo de grandezas, a ocupar los primeros puestos, a defender el “yo” contra todo lo que se oponga, a devolver con creces el mal recibido, a ser poderosos por tener los más bienes posibles…, lo cual sólo es posible en unos pocos, porque la mayoría hemos de agradecer no poder llegar a nada de esto.
Agradecer
porque, pretender ser como nos dice el mundo es caminar hacia el desengaño, que
llega más pronto que tarde; si algo se logra de lo que nos dice el mundo es a costa de muchos que han pagado la deuda del engaño.
No
se puede ser feliz cargando al prójimo.
¿Se
equivoca Jesús cuando pone el ejemplo del Reino de los cielos?
“¿A qué se parece el
Reino de los cielos?
A un grano de
mostaza”
Sabemos
que es una semilla muy pequeña pero,
al sembrarla un hombre en su huerto, se hace un
arbusto y los pájaros anidan en sus ramas. Lo contrario de las
enseñanzas del mundo.
Los
seres humanos necesitamos el calor de nuestros prójimos y la experiencia de
amor de los más próximos.
Dios
nos ha creado con un espíritu que no le llenan los bienes materiales, sino los
detalles y los gestos más sinceros de palabra, obra y proximidad del amor que es sólo propio de los seres humanos.
Las
criaturas inferiores, que no tienen conciencia de su vida ni de libertad,
dentro de su condición instintiva, se
comportan entre ellos, incluidos los más feroces, con sentimientos que nos dan ejemplo; y si son tratados con amor,
hasta los más temibles se vuelven amistosos.
Un animal no mataría si tuviera lo necesario para vivir.
El ser humano es quien no tiene medida de lo que necesita.
Jesús
nos dice que, esta semilla la hemos de
sembrar en nuestro huerto para poder ser hogares abiertos donde pueda descansar nuestro
prójimo, y también nosotros; no hay mayor
felicidad que la de ver felices a
quienes descansan en la paz, que sólo da quien tiene un corazón crecido en amor.
Esto
es parecerse a la levadura que
fermenta la masa.
“El Reino de los cielos
se parece a la levadura
que una mujer toma y mete
en tres medidas de harina, hasta que todo fermente.
Lo
que nos parece insignificante es lo que, hecho con amor, hace crecer en la
experiencia de paz, de bienestar, de felicidad en todo ser humano que se precie en serlo.
Nuestra
hechura es la de Dios y no la del mundo.
· La verdad de palabra y obra,
· Los
gestos más opuestos a los que nos ofrece el mundo son los gestos de amor; Estos nos
engrandecen.
¡Dios es Amor!
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
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