sábado, 19 de octubre de 2024

"EL QUE QUIERA SER GRANDE ENTRE VOSOTROS 

SEA VUESTRO SERVIDOR"

 Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

Animación a la lectura 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)

Isaías 53,10-11

Hebreos 4,14-16

Marcos 10,35-45

Jesús responde a Santiago y Juan
(Mt 20.20-28)
35 Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:
–Maestro, queremos que nos hagas el favor que vamos a pedirte.
36 Él les preguntó:
–¿Qué queréis que haga por vosotros?
37 Le dijeron:
–Concédenos que en tu reino glorioso nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
38 Jesús les contestó:
–No sabéis lo que pedís. ¿Acaso podéis beber esa copa amarga que voy a beber yo, y recibir el bautismo que yo voy a recibir?
39 Ellos contestaron:
–Podemos.
Jesús les dijo:
–Vosotros beberéis esa copa amarga y recibiréis el bautismo que yo voy a recibir, 40 pero el que os sentéis a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo. Les será dado a aquellos para quienes está preparado.
41 Cuando los otros diez discípulos oyeron todo esto, se enojaron con Santiago y Juan. 42 Pero Jesús los llamó y les dijo:
–Sabéis que entre los paganos hay jefes que creen tener el derecho de gobernar con tiranía a sus súbditos, y sobre estos descargan los grandes el peso de su autoridad. 43 Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que quiera ser grande entre vosotros, que sirva a los demás; 44 y el que entre vosotros quiera ser el primero, que sea esclavo de todos. 45 Porque tampoco el Hijo del hombre ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos"

XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO -B

Is. 53,10-11

Es uno de los cánticos del Siervo de Yahvé.

No olvidemos que es una profecía de lo que le va a suceder al Mesías, que va a ser el Hijo unigénito del Padre, nacido de Santa María Virgen, el Cristo, Dios y Hombre verdadero.

La Humanidad de Jesús está sostenida por la Persona divina del Hijo, que permanece anonadado en la Humanidad de Jesús, Hombre verdadero.

Dios Padre no envió a su propio Hijo para ser triturado con el sufrimiento, ni tampoco la Humanidad con la que se reviste para ser verdadero Hombre,

 Fue enviado por Amor al vernos, a los seres humanos, perdidos irremisiblemente al haber optado por el Bien creado por encima de la amistad que Dios ofrece a la “persona creada a su imagen y semejanza”.

Hemos sido nosotros, los humanos de ayer, de hoy y de mañana, quienes sustituimos a Dios por el engaño de nuestras riquezas materiales o espirituales, como veíamos el pasado domingo.

Ayer,  las autoridades de su Pueblo creyeron haber terminado con quien decía ser Hijo de Dios,  que era Dios.

Hoy, cuando no se interpreta con fe la Muerte de Cristo en la Cruz, no se entiende la profecía de que Cristo, entregando su vida, expiaba nuestra culpa y nos reconciliaba con Dios.

De Dios nos llega su Amor; el sufrimiento de Cristo y los nuestros son creación de nuestra falta de amor a Dios y al prójimo.

La descendencia que ve Cristo es la de los justos que han creído y creemos hoy en el Sacrificio de su Amor; su alma ha visto la Luz y su vida se ha llenado de conocimiento.

“Mi siervo”, entendámoslo como la frase de María: “He aquí la esclava del Señor”.

La libertad divina y la nuestra, desde la fe, no conocen la interpretación negativa de ser siervos, sino el valor de reconocer el Amor del Dios trinitario y la realidad de nuestra condición humana.

¡Qué gran don reconocerse siervos del Señor!

“Mi siervo, mi Hijo amado en quien me complazco”.

 Reconociendo a Jesús de Nazaret, la Humanidad con que aparece la Persona divina del Hijo, el Cristo, que ha justificado a ellos de sus crímenes; el que ha justificado a toda la Humanidad.

Mc. 10,35-45

Una y otra vez nos hemos de preguntar ¿quién es Jesús?

Él quiso saber de sus discípulos qué pensaban y quién era para ellos. Es de suma importancia no quedar con que le conocemos y creemos.

 La pregunta de Jesús debe ser permanente en nuestro interior, como lo debe ser ante nuestros próximos si no queremos caer en rutina de lo más grande de la vida, como es la relación íntima con Dios y con el prójimo.

Cristo Jesús vino a cumplir hasta la última tilde de la Ley, pero su Vida ha demostrado que no fue un simple cumplidor de lo que los Profetas habían dicho sobre cómo iba a ser su Vida como Mesías.

Jesús es conocido como el "Siervo de Yahvé", pero también como el "Hijo del Hombre". Lo cual quiere decir que Jesús cumplió como siervo de Dios las profecías, pero las cumplió siendo Hijo del Hombre.

Jesús nació de una Mujer como todo ser humano, para llevar a su fin la obra de redención según la voluntad del Padre. Lo cual da una singularidad y una originalidad al cumplimiento de las profecías, porque Jesús no es un profeta más, sino el Hijo de Dios hecho Hombre, en quien tienen cumplimiento las profecías, desde la libertad del Hijo de Hombre que supera la Ley, por ser más que Moisés.

Jesús es el último revelador de la Verdad de Dios. En Él hallamos la plenitud de la Palabra hecha Camino, Verdad y Vida, sin esperar ninguna otra revelación.

¡Qué fácil es caer en la tentación del criterio del mundo, de seguir las reglas de las ideologías y de convertir la fe en una religiosidad de cumplimiento, donde molestan las palabras de los que hablan sin hipocresía de la realidad del mal, cuando conociéndolo o viviéndolo gusta verlo disfrazado!

Jesús había repetido muchas veces a sus discípulos, a los Doce y a todos los que le seguían, que debía ser condenado por las autoridades, ser crucificado y resucitar al tercer día.

Ellos no entendían lo de la resurrección y tampoco querían preguntar, sin aceptar que este Hombre bueno al que seguían podía ser condenado.

Cuando la incerteza es referencia de la fe los interrogantes son inoportunos.

“Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir”

Muchas veces va unido implícitamente este sentimiento al acercarnos a Jesús. Deseamos vernos complacidos en nuestras peticiones.

Nos situamos por encima de la fe.

“Concédenos sentarnos en tu Gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”

Lo que se atrevieron a pedir Santiago y Juan era lo que deseaban todos; si no sentarse a la derecha o la izquierda, sí la pretensión de ser los primeros.

“Cuando los otros diez lo oyeron, se indignaron contra Santiago y Juan”

Puede que no hayamos pensado en el “lugar” a ocupar en el cielo.

¿Estamos seguros de no buscar los primeros puestos, de creernos superiores a otros, o de actuar con poder desde el lugar que debemos servir?

Meditemos y agradezcamos la gratuidad de la vida eterna y el regalo que Dios nos haya pensado y creado.

Nunca el ser humano debe tratar a Dios como a un igual.

Cuando vivimos la vida sacramental y la oración como práctica devocional es fácil no ser conscientes de la forma rutinaria que podemos tener al tratar a Dios.

Por esto Jesús nos responde:

“No sabéis lo que pedís”

Seamos agradecidos a lo que Dios nos da y a lo poco que nos pide para ser libres y felices en medio de un mundo que nos sumerge en una vida cada vez más inhumana e insegura.

Creer en Dios es aceptar lo que nos dice para vivir en paz, saber convivir y ser libres, pero el precio que hay que pagar pasa por la prudencia que Jesús nos advierte ante los poderosos del mundo, que se comportan como si fueran dueños teniendo a los demás bajo su poder.

“Entre vosotros no ha de ser así: quien quiera ser importante,

ha de ser vuestro servidor, y quien quiera ser el primero, ha de ser esclavo de todos.

Jesús no habla demagógicamente, pone su Vida como ejemplo.

“Como el Hijo del Hombre, que no ha venido a ser servido,

sino a servir a los demás, y a dar la vida como precio de rescate para todos.”

Creer en Dios y convertir nuestra vida a sus palabras no es cuestión de sentido común ni de buena voluntad, porque la palabra “esclavitud” entendida como “libertad” solo la podemos comprender desde la fe en el amor.

La libertad y la felicidad la han logrado los que se han fiado de Dios, los que han creído de verdad y se ha dejado guiar sólo por el Espíritu Santo.

Leamos en oración meditada la segunda lectura: Heb. 4,14-16

“Comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno"

 F. Allara

SANTORAL DEL DÍA 

s. María Bertilla Boscardin, virgen, de Vicenza



AMARTE A TÍ, SEÑOR






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