¿JESÚS FUE UN REVOLUCIONARIO?
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
1 Corintios 15, 12-20
Salmos 16
Lucas 8, 1-3
Mujeres que ayudaban a Jesús 1 Después de esto, Jesús anduvo por muchos pueblos y aldeas proclamando y anunciando el reino de Dios. Le acompañaban los doce apóstoles 2 y algunas mujeres que él había librado de espíritus malignos y enfermedades. Entre ellas estaba María, la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; 3 también Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; y Susana, y otras muchas que los ayudaban con lo que tenían. |
DÍA 20 SEPTIEMBRE CICLO -B
Podemos
tener una idea muy errada de la santidad
y de la humildad.
La
humildad
no es una forma débil y humillada de
ir por el mundo.
Hace
falta una madurez humana entendida como “claridad de la referencia”
por la que se opta libremente por ser humilde.
Esta
virtud es importante pero muy difícil de vivir.
· Hace
falta que la inteligencia haya razonado
sobre su objetividad.
· Hace
falta una fuerte voluntad, que acepte la iluminación
de la inteligencia, que decida sobre la libertad para actuar
de forma habitual humildemente.
La
humildad,
bien entendida, está referida a la
Verdad, y es fundamento de la libertad humana.
La
dependencia voluntaria “a
lo que sustituye a Dios” es acto de libertad, pero signo de carencia de su sentido.
Libertad
no es actuar a nuestro favor ¡Qué pronto, por casi nada, podemos dejar de ser
humildes!
La
santidad se piensa, a veces, como la
de un ser débil en medio del mundo.
Si Jesús, por sus dichos y hechos, fue el hombre más humilde y más santo que ha existido, ¡Cuánto hemos de pedir para tener un conocimiento de la Verdad de la Vida de Jesús!
El
texto de hoy es suficiente para revelar
la fortaleza de Jesús, capaz de ser un revolucionario
en su tiempo y en medio de su Pueblo.
En
Jesús vemos, además de la paz, una gran sensibilidad
y amor con que trató a amigos y a enemigos, dejándose tocar por enfermos, y Él
mismo tocó hasta leprosos; permitió la tortura
física, moral y psicológica, dejando
que las autoridades, por Él sostenidas, lo condenaran y, en la Cruz se distinguió por su aceptación justificando
a los que “no sabían lo que hacían”
La
mujer no tenía ninguna dignidad relevante, y ningún Profeta
había sido acompañado de mujeres.
Jesús
no sólo lo permite, sino que el texto pone a las mujeres junto a los Doce, como discípulas que lo seguían dejando
bienes y casas.
“Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres
que Él había curado de malos espíritus y enfermedades:
María Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes,
Susana y otras
muchas que lo ayudaban con sus bienes”
Magdalena
no es la pecadora del texto de ayer.
La
enfermedad se atribuía a una acción del diablo; y lo que se nos dice de María
Magdalena es que, debía estar muy enferma, y desde su curación fue discípula de Jesús.
Después
de su Madre, María Magdalena fue la mujer
que más amó, con hechos, a Jesús.
Valoremos
la trascendencia de la mujer en la Historia de la Iglesia.
Ser
discípulo de Jesús era seguirle para
identificarse con Él.
No
es fácil discernir el texto y
aplicarlo hoy sin radicalismos.
F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
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