“MISERICORDIA QUIERO Y
NO SACRIFICIO”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Efesios 4,1-7.11-13
Salmos 18
Mateo 9, 9-13
Ayer
puse por título que Jesús fue un revolucionario.
Jesús trajo al mundo la revolución del amor. Son dos palabras para muchas
interpretaciones, y no todas son objetivas
para hablar de Jesús y de la verdad
de su Amor.
El
Hijo de Dios vino al mundo en Persona para
seguir su revelación divina.
Esta
es la mayor revolución;
porque es la piedra de tropiezo de la razón y de la misma religión; es el
eslabón donde el ser humano
acepta o no la piedra angular del
edificio.
Cristo, Dios
y Hombre, es el punto invisible, pero
real, que une la fe del Pueblo de Israel con la fe de la
Iglesia.
· El punto real que une la Historia de ayer con la de hoy.
· El punto real donde se engarza lo eterno con el tiempo.
Dios
no es algo o alguien dependiente de
nuestra aceptación o negación.
Dios
Es el que Es, y ofrece su identidad divina y humana, que resulta revolucionaria a su mismo Pueblo.
· Su negación no elimina este punto visible de la Historia, por más que pensó
que la Cruz era suficiente.
· Tampoco la razón que lo rechaza apaga la Luz de su Verdad.
Lo
que no se acepta es el proceder revolucionario de su Amor único.
El creyente religioso no
le niega, pero no acepta la realidad de
la Vida que revela con dichos y hechos que superan la Ley
con Amor, siendo ésta la contradicción de una
religiosidad que afirma y prescinde
de Dios.
La revolución del texto de hoy es que,
“Al pasar vio Jesús a un
hombre llamado Mateo
sentado al mostrador de
los impuestos y le dijo: “Sígueme”.
Éste
es un escándalo más de Jesús, que
motivó que los fariseos dijeran:
“¿Cómo es que vuestro
maestro come con publicanos y pecadores?”
Nos
complace que Jesús ame a todos; lo cual indica que el
problema de Jesús para muchos es el mismo que el de su Pueblo: “pasó haciendo el bien”; dijo que era Hijo de Dios
y, por tanto, que era Dios.
“No tienen necesidad de
médico los sanos, sino los enfermos”
También
nos gusta y lo entendemos. Más difícil es la última frase del texto
“Andad y aprended lo que significa
“Misericordia quiero y no sacrificio”
Dios
quiere que nuestra vida sea de amor y misericordia.
Ayer no
quería Jesús la muerte de becerros, y hoy
no se complace en lo que decimos y
hacemos como sacrificios, si nos
falta el amor.
Nuestro
amor es muy limitado,
y muchas veces nos quedamos en amar a quien nos ama, siendo indiferentes ante
otros, y negándolo al enemigo.
“No he venido a llamar a
justos sino a pecadores”
Donde
hay sufrimiento hay causa culpable del
hombre, no de Dios; y
esto tiene un nombre, aunque la
palabra no guste; tampoco a Dios.
F. Allara
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