domingo, 15 de septiembre de 2024

 “DILO DE PALABRA Y MI CRIADO

QUEDARÁ SANO”

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

Animación a la lectura 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer) 

1 Corintios 11,17-26.33

Salmos 39

Lucas 7,1-10

 Jesús sana al criado de un oficial romanoa
(Mt 8.5-13)
Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, se fue a Cafarnaún. Vivía allí un centurión romano, cuyo criado, al que quería mucho, se encontraba a punto de morir. Habiendo oído hablar de Jesús, el centurión envió a unos ancianos de los judíos a rogarle que fuera a sanar a su criado. Ellos se presentaron a Jesús y le rogaron mucho, diciendo:
–Este centurión merece que le ayudes, porque ama a nuestra nación. Él mismo hizo construir nuestra sinagoga.
Jesús fue con ellos, pero cuando ya estaban cerca de la casa el centurión le envió unos amigos a decirle:
–Señor, no te molestes, porque yo no merezco que entres en mi casa. Por eso, ni siquiera me atreví a ir en persona a buscarte. Solamente da la orden y mi criado se curará. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando a uno de ellos le digo que vaya, va; cuando a otro le digo que venga, viene; y cuando ordeno a mi criado que haga algo, lo hace.
Al oir esto, Jesús se quedó admirado, y mirando a la gente que le seguía dijo:
–Os aseguro que ni aun en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre.
10 Al regresar a la casa, los enviados encontraron que el criado ya estaba sano"

DÍA 16 SEPTIEMBRE   CICLO  -B

Siempre me asombra este texto que habla del centurión. Veo en este hombre una calidad humana impresionante.

En cualquier profesión vemos que existen seres muy humanos, de gran corazón, abiertos en su relación, sin acepción de personas.

Este hombre no solo respeta la dignidad de su criado, el texto nos dice que lo amaba mucho.

En las relaciones de los amos con sus criados y las de éstos con sus amos y entre nosotros, no siempre vivimos “el respeto” que exige la “dignidad” y reconocimiento de la “persona”. Mucho más lo tenemos que tener en cuenta unos y otros si somos creyentes.

Este centurión era muy diferente a los que tuvo Jesús en el Calvario.

Había oído hablar de Jesús y, preocupado por su criado, al que ama, enfermo a punto de morir, hecho que resalta la madurez humana de este hombre, envía unos ancianos, considerados en el Pueblo judío “letrados y sabios”, para rogarle que fuera a su casa a curar a su criado.

Apreciemos la capacidad humana de Jesús, aunque podemos ver en Él mucho más.

Jesús se va con los ancianos judíos a curar al criado de un centurión romano.

El centurión recapacita y esta vez le envía unos amigos a decirle:


“Señor, no te molestes; 

no soy yo quién para que entres bajo mi techo”


Ojalá hoy viéramos, en las relaciones personales, la madurez, la educación y el trato digno que vemos en el centurión del relato y, dejáramos a un lado el individualismo y el orgullo que emerge en nuestra sociedad incluso desde la infancia.


“Por eso tampoco me creí digno de venir personalmente”


Jesús no tiene acepción de personas y esto contrasta en su tiempo y en el nuestro.

Este hombre se veía “centurión romano” frente a Jesús y, sin embargo, la confianza, en que podía sanar a su criado amado, le lleva a buscar los medios humanos adecuados para que Jesús remedie el estado de su criado.


Dilo de palabra y mi criado quedará sano”


No es madurez humana ni dignidad del centurión, sino que, lo testificado por este hombre es su fe en Jesús habiendo solamente oído hablar de Él.


“Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe”


Estas palabras las ha puesto la Iglesia en la Liturgia de la Eucaristía antes de acercarnos a comulgar el Cuerpo de Cristo para que las digamos todos los que participamos en la Celebración Comunitaria.

¿Qué nos dice Jesús hoy?

Tal vez: “pocos en la Iglesia me reciben con la fe con que me creyó el centurión romano.

Este centurión no era practicante judío; no visitaba las sinagogas, pero construyo una en su ciudad. Era hombre de fe y obras.

“Al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano

F. Allara


SANTORAL DEL DÍA 

s. Eufemia, mártir de Calcedonia




NO SOY DIGNO 
DE QUE ENTRES EN MI CASA...


UN LIBRO PARA ORAR 
No trata de Oración. 
Es experiencia de Oración compartida.
Para un crecimiento interior espiritual orante 
"de amistad  con quien sabemos nos ama"  (Teresa de Jesús)   








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