¡BINAVENTURADOS QUIENES
SON AGRADECIDOS!
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Isaías 35, 4-7
Marcos 7, 31-37
No digamos que los tiempos de ayer fueron mejores. Desde que existe el ser humano hay verdad y mentira, bondad y maldad, vida y muerte, amor y odio, fe e increencia.
¿Quién
puede decir que conoce al ser humano?
Cada
uno somos una plenitud que va
mostrándose en el tiempo, y felices los que llegan a una definición de su vida, en el sentido de haber hallado su razón de ser siendo fieles a lo
hallado.
Es
una manera humana de encontrar paz y luz en el camino.
Aunque estoy de acuerdo con S. Agustín en que, la vida íntegra del ser humano no halla el descanso y la paz, en su
camino, mientras la Verdad que
trasciende el ser no sea la de Dios en su alma.
El
Pueblo elegido,
desde la experiencia del proceder divino
innegable para él, no supo ser fiel y,
en su tiempo profetizado, fue deportado
a Babilonia, perdida su tierra y su
Templo.
Isaías 35,4-7
Desde
Babilonia profetiza,
en Nombre de Dios, un Isaías anónimo, que llena de esperanza
al Pueblo porque anuncia la vuelta a
su tierra. Su profecía va más allá de su tiempo; dice algo que su mismo
Pueblo “aún no se lo cree”:
“No temáis.
¡He aquí que viene vuestro Dios! Viene en persona y os salvará”
De
forma poética describe el futuro, “se despegarán
los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo hablará.
Han brotado aguas en el desierto…”
Más
allá de lo poético ha estado la Presencia de Dios en la Persona del Hijo cumpliendo las profecías que el Pueblo
no ha sabido interpretar y que, muchos de los que formamos su Cuerpo
místico no hemos crecido lo
suficiente para agradecer el conocimiento que deberíamos tener de lo
que supone ser miembros de la Iglesia.
Mc. 7,31-37
Jesús
ha venido a expresar,
del mismo Dios, la palabra que pronuncia
al sordomudo: “Effetá”, porque ha
sido Dios quien ha abierto su Ser para
que todos podamos saber de Él.
Todos
tenemos el conocimiento suficiente de
la Humanidad de Cristo. La fe está ofrecida, de nosotros depende la libre respuesta.
La
Trinidad,
siendo un misterio en su Ser, está al
alcance de toda razón humilde. No necesariamente es condición indispensable tener gran
inteligencia, sino lógica en razonar la fe.
La
Trinidad es ejemplo vivo para que nosotros podamos hacer real nuestra semejanza; es ejemplo de libertad, de amor, de
obediencia…
Son
muchas las Religiones que hay en el mundo, ¿cuántas aceptan el “effetá” divino?
Jesús
es la máxima revelación de Dios.
Su
Pueblo aún espera al salvador y, sólo las iglesias cristianas reconocen a Cristo. Aún así estamos divididos, incluso
dentro de la misma Iglesia católica.
Cualquiera
de los que somos bautizados no podemos justificar la falta de fe por lo que
podamos ver de negativo en la Iglesia. Somos
los Bautizados en Cristo los que contribuimos en el conocimiento de la Verdad o los que damos anti-testimonio
desfigurando su belleza. Tú y yo estamos dentro de la Comunidad eclesial,
sin depender la distancia que pueda establecer nuestra vida real.
Dios
es fiel y no desentraña a ningún
bautizado. ¡Bienaventurados los que son
agradecidos!
¿Quién
aceptó la Presencia de Jesús como Mesías? Los paganos, los
pobres y los pecadores.
“Jesús pasó por Sidón,
camino del mar de Galilea, tierra de paganos. Le
presentaron un sordo…, y le piden que le imponga las manos”. Es
lo que hacía Jesús cuando le presentaban enfermos.
Los
que vamos entrando en años, y la audición es cada vez menor, vivimos la
experiencia de una incomunicación no
deseada por nuestra parte, pero casi obligada, y la impaciencia de los que ven
que no entendemos.
(Es
curioso ver que se acompaña a un ciego, o a un cojo; es
más difícil aguantar la presencia
comunicativa de un sordo; pronto se le alza la voz, y no para que oiga).
En
este caso, volviendo al texto, Jesús lo apartó.
Es
un signo a tener en cuenta en la medida en que buscamos un encuentro con Jesús, o
mejor, que Jesús nos encuentre.
¿Puede
ser sin apartarnos de lo que nos
produce la sordera?
Lo
apartó para quedar a solas con él.
No
es fácil crear espacios donde estar a solas con Jesús. No vale el pensar, ni a veces el mismo rezar. Estar a solas
con Jesús es una opción, mejor cada día, para saber qué es una experiencia con Él.
En
este caso no le impuso las manos, sino que lo
tocó de una manera especial. Jesús no
hacía nada por sí mismo, “mirando al
cielo, suspiró y dijo: “Effetá”
“Al momento se le
abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua, y hablaba correctamente”
Sentir
que Jesús “nos aparta”, para estar a solas con Él, es un don de Gracia
para sentir su tacto sobre lo que nos
produce la sordera y la mudez y escuchar, desde lo más hondo, su voz
diciendo: “Effetá”, ábrete.
No
deberíamos hablar de Dios, por más conocimientos que tengamos, si no deseamos
antes “apartarnos”, “estar a solas con
Jesús y sentir sus manos y su voz”.
Hablar de Dios sin haber estado con
Dios
puede ser un anti-testimonio para quien nos escucha. Y saber “estar sordomudos” para experimentar el Don de su
Presencia,
que nos permite hablar correctamente… o también dejar que,
“el silencio sea la palabra callada” que
exprese nuestra experiencia.
Cuanta
mayor es la sordera, más es la dificultad de hablar y de comunicarse
correctamente.
La
verdadera comunicación sobre Dios, sólo es digna cuando viene dada “después de
haber estado a solas con Jesús”.
Llama
la atención que muchos eran los que le presentaban
a enfermos. Unos le llevaron un paralítico, estos de hoy “le traen un sordomudo”.
También
hoy abunda la enfermedad, pero nos
entretenemos en hablar de ellos y en
distanciarnos creando grupos de enfermos
separados, con la vana ilusión de ser
todos de Cristo; sin presentarnos
como enfermos ni presentar con fe y
amor a los que sabemos que lo están y necesitan curación.
Jesús
“levantó los
ojos al cielo” para presentarlo
al Padre. Nosotros
confiamos en nuestras oraciones y sacramentos personales dejando de
presentar a los enfermos, no acercándonos a tocarles por miedo, como los fariseos, de contaminarnos.
Querer
la fe es comenzar por presentar nuestra
sordera a Jesús.
Estas son las personas abiertas que aceptan
la curación de Jesús.
Seamos
humanos y,
si somos creyentes tengamos presente, aún más, las palabras de Santiago:
“Si creéis en Jesús, no
comprometáis vuestra fe en diferencias entre personas” (St.2,1s)
F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
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