“APÁRTATE DE MÍ, SEÑOR, QUE SOY UN PECADOR”
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura
PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
1 Corintios 3, 1-9
Salmos 23
Lucas 5,1-11
DÍA 5 SEPTIEMBRE CICLO -B
El texto del Evangelio del domingo nos advertía del valor de las intenciones.
La intención de Pedro,
en aquel momento, era pensar que, a pesar de lo mandado por Jesús de echar
las redes, no iban a pescar nada.
El pecado de Pedro era la hipocresía de sus palabras diciéndole a Jesús:
“por tu palabra, echaré las redes”.
“La gente se agolpaba
alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios”
Hoy
seguimos celebrando y escuchando la Palabra de Dios; y
en ocasiones festivas hasta puede que
nos agolpemos, pero sólo Dios conoce
nuestras intenciones.
Lo
vemos en el mismo Pedro, no siempre
nuestra presencia expresa la verdad de lo que realmente vive nuestro interior.
Cuando
terminó de hablar, dijo a Simón:
“Rema mar adentro y echad
las redes para pescar”
Desde la barca de Pedro también se dirige a él:
“No tengas miedo, desde ahora serás
pescador de hombres”
Lo
que proclamamos hoy
se escribió después de mucho tiempo de
este hecho. En el relato del Evangelio vemos
el “signo” de la barca de Pedro, y a Él decirle que “reme mar adentro y eche
las redes”.
Sabemos
que no tuvo que remar muy adentro porque, “puestos a la
obra hicieron una redada de peces tan grande que
reventaba la red”
“Signo” para
pensar que, cuando trabajamos sólo con el poder de nuestro esfuerzo, el “mundo” y lo creado es más fuerte
que nosotros, y puede resistirse a nuestro esfuerzo.
El
orgullo y el error es pensar que no hay
otro poder que
sea más capaz de lo que nosotros somos en manos y mente.
Este
fue el orgullo del varón de Galilea, desde su experiencia
de pescador, y puede que el nuestro.
La
falta de fe muchas veces no es tal, sino la
confianza que ponemos en lo que pensamos, apoyando en nuestra razón y sentimientos
la seguridad; cuando nuestro mismo
interior nos habla de contradicción por
sentir insegura nuestra convicción.
La
fe
no baja del cielo por medio de ángeles dejándola visible, palpable y objetiva en la mesa del hogar, sino que nos
pide “algo”, como a Pedro que,
ante el mandato de Jesús no tuvo fe,
pero aun sin ella obedeció.
La
experiencia de la obediencia sin fe nos muestra cómo es Dios.
Sabiendo
nuestras dudas de fe,
pero siendo
obedientes a sus mandatos, la
experiencia sería ver el Amor de Dios respondiendo
a nuestra falta de fe.
Pedro
fue sincero;
ésta es una virtud esencial ante Dios.
“Apártate de mí, Señor,
que soy un pecador”
¿A qué vino el Hijo al mundo?
“A curar a los enfermos, no a los sanos”
“No temas, desde ahora
serás pescador de hombres”
Siendo pecadores y hasta sin fe, Dios nos ofrece su llamada.
F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
ss. Aconcio, Nono, Herculano y Taurino,
HAZME VIVIR...
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