sábado, 3 de agosto de 2024

LLEGAR A SER “PAN”  

   Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M  



Animación a la lectura 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)


Éxodo 16,2-4.12-15

Efesios 4,17.20-24

Juan 6,24-35

24 Así que, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaún.

Jesús, el pan de vida
25 Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron:
–Maestro, ¿cuándo has venido aquí?
26 Jesús les dijo:
–Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. 27 No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Esta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.
28 Le preguntaron:
–¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?
29 Jesús les contest
–La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.
30 –¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: ‘Dios les dio a comer pan del cielo.’
32 Jesús les contestó:
–Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! 33 Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.
34 Ellos le pidieron:
–Señor, danos siempre ese pan.
35 Y Jesús les dijo:

–Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.


XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO   CICLO  -B


De Dios sólo esperamos beneficios. Así lo entendemos en nuestro tiempo.

Cuando nuestra mente y nuestro corazón andan en confusión, hablamos llenos de contradicciones.


“Ojalá el Seños nos hubiera hecho morir en Egipto”


Si la confianza es la de morir en manos del Señor da igual morir en Egipto que en el desierto.

Esta es la contradicción.

Deseamos un Dios que responda a lo que nuestra mentalidad piensa. De esta manera no nos capacitamos para ver y agradecer su Amor en sus hechos, aunque en nuestro tiempo sean difíciles de entender.

“Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad”

Esta afirmación se adelanta a los acontecimientos haciendo juicio de Dios. Es una incomprensión e insulto al Amor.

Examinemos nuestro interior, porque no es necesario pronunciar nuestro pensamiento; el espíritu es el que manifiesta lo que somos en el mejor de los silencios.

Dios es quien, en su silencio, sigue manifestando su Amor con obras.


“¿Qué es esto?”

Moisés les dijo: “Es el pan que el Señor os da de comer”.


Cuando no tenemos “pan” nos quejamos de Dios, y cuando nos lo da pronto nos cansamos del “maná”. No siempre es de nuestro gusto el “pan” que Dios nos da.

¡Somos más exigentes con Dios que con cualquier prójimo! Es nuestra irracionalidad.

Tomar conciencia de que nuestra existencia es gratuita y pobre es empezar a saber ser agradecidos a Dios y al prójimo que comparte “su pan”, su vida con nosotros.

La gente buscaba a Jesús.

La búsqueda de Jesús ha de ser permanente. No basta con haberse encontrado con Él en un momento puntual en nuestra vida.


“Maestro, ¿Cuándo has venido aquí?”


Pregunta atrevida. ¿Qué derecho tenían para interrogar a Jesús? Manifiesta ser un signo de nuestra altivez humana.

Nosotros somos quienes  nos debemos interrogar sobre el verdadero Dios. Interrogar a Dios sobre sus hechos o su silencio es signo de altivez humana. A nosotros nos corresponde valorar los Hechos y Dichos de Dios en Cristo.

Meditemos hoy y seamos consecuentes, si nos lo creemos, sobre esta pregunta:

“¿Cuándo has venido aquí?”

Sí, vale la pena. Son muchos los que “pasan de que Dios haya venido”.

Jesús responde a quien le pregunta. Piensa que eres tú quien le has hecho la pregunta.

“Soy Hijo de Dios, y vine el día que María correspondió a la vocación que mi Padre le pedía, encarnando mi Ser divino en sus entrañas humanas, para nacer de Mujer.

¿Crees lo que acabo de responder a tu pregunta?”

Hoy, inconscientes, valoramos poco comer pan hasta saciarnos”, los que podemos, como si fuera natural, sin ver ningún signo.

Hasta nos hemos acostumbrado a que demasiados millones de seres humanos y por demasiado tiempo, mueran de hambre, o en estado permanente de guerra, no en desierto, sino en nuestro hogar común gratuito.


“Trabajad, no por el alimento que perece, 

sino por el alimento que perdura para la vida eterna”


Primero nos dice, “trabajad”. Debemos tenerlo en cuenta

·       Los que comemos el pan que nos alimenta físicamente.

·       También los creyentes que acudimos a recibir el Pan de la fe, que es el Cuerpo y la Sangre del Hijo de Dios, porque se nos dice que: “Quien no trabaja que no coma”.

Seamos conscientes del pan que comemos en una y en otra mesa, y pensemos si somos dignos de comerlo por lo que trabajamos, desde la exigencia “natural” de cada mesa.

“¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?”


¿Pensamos que es cualquier trabajo nuestro material o físico el que puede aceptar Dios con mérito para nosotros?

¡Cuántos piensan que tienen méritos ante Dios, hasta atreverse a juzgar sus Hechos!

¡Cuánto nos cuesta ser humildes para reconocer que Dios no necesita de nadie ni de nada y que nos ha creado para vivir de su Amor y participar de su Gloria!

¡Dios es Amor y pura gratuidad! Así fue y es la Vida de Jesucristo.


“La obra que Dios quiere es esta: 

que creáis en el que Él os ha enviado”.

-          ¿Qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti?”


Ellos decían que creían en el Padre porque en el desierto les había dado “pan del cielo”.

“No fue Moisés, sino que es mi Padre el que os da el verdadero Pan del cielo

- “Señor, danos siempre de este pan”.

No es un pan material. No por comer el Pan del Altar estamos salvados.

Fácil nos lo pone aparentemente, porque no podemos olvidar dos cosas:

1.     "Trabajad por el alimento que lleva a la vida eterna", con las obras que Él quiere y no con las que nosotros damos por buenas.

2.    Creer en Jesús y corresponder, no sólo con nuestro amor al prójimo, sino tomando conciencia de que, el primer prójimo que vive entre nosotros es Él.

-

“Yo Soy el Pan de Vida. El que viene a mí no tendrá hambre,

y el que cree en mí no tendrá sed jamás”


·       Jesús sacia toda hambre y sed espiritual de justicia y de paz.

·       Jesús “trocea su Cuerpo” dándose.

¡Es difícil ser pan, dejarse comer por los demás!

El Padre dándonos a su Hijo nos pregunta: 

¿Qué haces de Él? ¿Qué haces por Él?

Dios Padre lo contempla todo a través del Hijo, desde su Muerte de Cruz, hasta su Vida en Él, después de resucitar y regresar a la Gloria que tenía.

-          Leer y meditar Ef. 4, 20-24   

F. Allara



SANTORAL DEL DÍA

S. Juan M. Vianney, cura de Ars, 

patrón del clero que cura las almas




EL PAN DE VIDA







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