¿QUÉ DIOS SE HA CONVERTIDO EN PAN?
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Amós 9,11-15
Salmos 84
Mateo 9,14-17
DÍA 6 JULIO CICLO -B
Creer
en algo es
haberlo conocido y dominado, y ya no necesita ser creído.
Creer
en alguien es
también haber sido conocido, pero este alguien es un ser personal, por
tanto, nunca dominado y, mientras sea verdad, siempre respetado en su dignidad y creído.
La
fe,
cuando se trata de creer en una persona, no
puede separarse del amor, porque el amor disculpa siempre, se fía siempre,
espera siempre, aguanta siempre. (I Cor. 13,7)
Quien
tiene dificultad para amar, la tendrá para creer.
Creer
en Dios es responder a la gratuidad, que
nos capacita para entender y experimentar que “la fe es el don de conocer a
Dios”
Dios
no puede ser conocido de igual modo que a un ser semejante a nosotros.
La
Revelación es el medio que hace que la fe sea racional y subjetiva y, a
su vez, objetiva desde la razón que conoce a Dios y le cree.
El
Dios revelado nos exige aceptar el don de la fe para ser conocido.
Si
la fe en alguien exige el amor, aún más necesario es amar a Dios para creerle.
Es Dios quien nos apremia con el deber de ser conocido.
Dios
conocido en Cristo, en la medida que es creído, nos habla de un amor desde el cual no
hace falta el ayuno.
“¿Estaría bien que los convidados a una boda
ayunaran
mientras el novio está con ellos?”
La
experiencia del amor,
sea de Dios, sea entre nosotros, es
experiencia de una realidad de presencias
que hace absurdo pensar en ayunar.
El
amor no exige ayunar sino amar.
La
ausencia del amado es, ella misma, un ayuno.
Y,
a su vez, desear mantener el amor en ausencia
· Es el mismo amor el que exige el ayuno,
· No como sacrificio,
sino como revelación del mismo amor
amando y perseverando,
· Haciendo
que este ayuno, por amor, mantenga
viva la presencia del amado.
Sabiendo
que, la ausencia del amado necesita de un medio,
que le ayude a perseverar en el amor, ha sido Dios quien se ha convertido en Pan
como Presencia real, para ser alimento de experiencia de Amor.
No
es necesario el ayuno porque tenemos el
Pan, y lo es para corresponder al Amor grande y
omnipotente de Dios, capaz de ser Pan partido, Amor vivido, donde se
entiende el ayuno y el amor desde la
vivencia de fe en el Dios objetivo.
Dios
en Cristo se ha dignado pasar por nuestro lado para herirnos de amor y aunque se haya ido,
como dice S. Juan de la Cruz, ha
convertido el entendimiento del ayuno como
necesidad de hacer presente el Pan que, siendo
creído, amado y comido, cura la herida de la ausencia por
la Verdad de la Presencia.
El
amor no pasa nunca.
“El vino nuevo exige odres nuevos”
La fe exige odres
nuevos.
F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
No hay comentarios:
Publicar un comentario