ESCANDALIZABA AYER Y HOY
QUE EL HIJO DE UN CARPINTERO
PUEDA SER SABIO
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Ezequiel 2,2-5
2 Corintios 12,7-10
Marcos 6,1-6
XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO -B
Nos
sorprende el Misterio. Y nos sorprender mucho más que, un Pueblo, que vive de la experiencia de Dios “no haya dejado nunca de ser infiel”.
“Te envío a estos hijos de cara endurecida y de corazón
empedrado, tanto si te escuchan como si no, tú les dices…, que han de saber que hay un profeta en medio de ellos. (Ez.
2,2-5).
A
veces justificamos nuestra vida desde
nuestra condición humana, o le pedimos a Dios que nos libere de lo que para nosotros son espinas insalvables.
La
respuesta de Dios a Pablo fue: “Te basta mi
Gracia”.
Pablo
se gloría de sus debilidades:
“Gracias a ellas, tengo dentro de mí la fuerza de Cristo. (2 Cor. 12,7-10)
Gloriarse
de las debilidades no es justificar
cualquier conducta subjetiva, porque
la Gracia y la fuerza de Cristo no se
nos da para disculpar lo que pueda ser infidelidad.
El Evangelio nos actualiza la realidad que fue en su tiempo.
Jesús
vuelve a Nazaret.
Jesús
ha abierto las Escrituras para hablarnos a nosotros en
el hoy de nuestra vida ahora.
"Vuelve
acompañado de sus discípulos". Jesús aquí no está solo, ni
lo estamos nosotros.
La
Comunidad eclesial es la que nos convoca.
Cuando
Jesús vuelve a Nazaret lo hace como Cuerpo iniciado con sus discípulos.
Es importante para nuestra fe que el texto diga que "venía con sus discípulos"
Es
la primera muestra que sus coetáneos
no advierten.
¿Lo
advertimos nosotros?
¿Nos
sentimos y venimos como Iglesia, o cada uno llegamos un poco por nuestra cuenta y con nuestra fe?
Creer
en Dios es también preguntarnos si creemos en el prójimo.
Cristo
es la Presencia de Dios en la Humanidad de Jesús.
De igual modo sigue presentándose y
revelándose por medio del prójimo con quien tratamos habitual o casualmente.
Es
Importante advertir la presencia del prójimo
para percatarnos de las posibles presencias de Dios en la cotidianidad de
nuestra vida. A Dios le respondemos como lo hacemos al prójimo advirtiendo o no
su presencia
“Lo que hacéis al prójimo a Mí me lo hacéis”
Jesús
empezó a enseñar en la sinagoga de
Nazaret.
Enseñar
es dar a conocer algo nuevo. Enseñar es
una forma de darse y de amar.
Jesús
debió explicar con novedad la Escritura
leída. Su enseñanza causó admiración.
La suficiencia no suele advertir ni lo viejo ni lo nuevo; no acepta la
enseñanza del prójimo. La suficiencia del
hombre moderno pasa de las enseñanzas de los más próximos.
¡Cuántos
hijos pasan de las humildes, pero profundas, enseñanzas de sus padres y
abuelos!
La suficiencia pasa de la enseñanza de la
Iglesia y, por tanto, de Dios.
“¿No es el carpintero, el hijo de María, pariente
de Jaime, José, Judas y Simón?”
Estamos
viviendo, dentro de la Iglesia, una situación dolorosa. Es bueno que reflexionemos,
seamos humildes y nos examinemos de
nuestras críticas y juicios sobre ella además de como es nuestra Oración por la
Iglesia.
“Ellos se escandalizaban de la sabiduría de Jesús y
Jesús se sorprende de que no quieran creer”
Hoy,
tal vez, no nos escandaliza la sabiduría porque
abunda el sincretismo de verdades, la
superficialidad de pensamiento y de
palabra, y el relativismo como
consecuencia de estas actitudes, que no
hablan de progreso humano ni de la fe.
El
texto, al decirnos que Jesús no pudo hacer ningún milagro, nos
permite discernir entre sanar o curar alguna enfermedad, de
lo que es propiamente un milagro.
Donde
falta la fe no hay milagros. Éstos, lo vemos en diferentes textos
del Evangelio; son consecuencia de la fe
y la confianza puestas en Jesús.
Si
he dicho de examinarnos de la humildad,
mejor aún es reconocer cómo es nuestra fe para poder ver con objetividad la sencillez
de los milagros que Dios sigue obrando en cada tiempo, discernidos de tanta milagrería subjetiva,
y de tantas dudosas oraciones que
llegan a modo de chantaje a la Bondad divina.
Jesús
empezaba su misión y, aunque extrañado por
sus coetáneos que “no querían creer en Él”, frase para meditar, recorría las
aldeas de alrededor enseñando.
Mientras
nosotros lo tenemos todo programado y nos prepararnos
para ir en su Nombre, Jesús, como luego los Apóstoles y Pablo,
se acercaba al prójimo inmediato
para hablarles de la Buena Nueva que era Él, enviado por el Padre.
Hoy,
tal vez, hemos de salir de casa para testimoniar la fe. Quizás sea esta la
primera contradicción de nuestro tiempo en
cuanto a evangelizar.
¿A
quién podemos hablar de lo Nuevo que
lo es siempre Cristo Jesús para la Humanidad si dentro de casa
no nos creemos para escucharnos? ¿Quién escucha y atiende?
El
pobre y humilde a quien le falta y busca el
pan que sustente su vida en esperanza.
¿Se
sorprenderá Dios de cómo celebramos y
comemos el Pan de su Presencia en Cristo,
en el sí mismo de su Cuerpo, la Iglesia, con
tantos frentes que hablan de duda, de sana creencia y de falta de unidad?
Dios
sigue haciendo milagrosa para quienes viven del don de la fe.
A
los demás sólo
puede imponer las manos sobre su
enfermedad. (Mc. 6,5b).
Para meditar.
CONFÍO EN JESÚS
Confío en Jesús con Él nada temo
aun con viento en contra remando en la noche
cansado y con sueño me alejo del triunfo
y me acerco a su anhelo su luz nos alumbra
su mano nos lleva ya no tengo miedo.
Confío en Jesús con Él nada temo
me encuentro conmigo mis límites vivos
en sus manos me quedo
acojo su amor me alejo del miedo
caminemos juntos viviendo su vida todo se hace nuevo.
Confío en Jesús con Él nada temo
me adentro en mí mismo encuentro mis dudas
en sus manos me quedo me da su perdón
tengo su consuelo su luz nos alumbra
su mano nos lleva ya no tengo miedo.
Confío en Jesús con Él nada temo
remando en su barca sentado a su mesa
su pecho me acerco me siento tranquilo
le confío mis sueños caminemos juntos
viviendo su vida todo se hace nuevo.
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