¡IMPÓN TU MANO, SEÑOR
Y RENUEVA CON VIDA
NUESTRO ESPÍRITU!
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Oseas 2,16.17-18.21-22
Salmos 144
Mateo 9,18-26
La hija de Jairo y la mujer enferma 18 Mientras Jesús les estaba hablando, llegó un jefe de los judíos, se arrodilló ante él y le dijo: –Mi hija acaba de morir, pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a la vida. 19 Jesús se levantó, y acompañado de sus discípulos se fue con él. 20 Entonces una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con hemorragias, se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de su capa. 21 Porque pensaba: “Con solo tocar su capa quedaré sana.” 22 Pero Jesús, volviéndose, vio a la mujer y le dijo: –Ánimo, hija, por tu fe has quedado sanada. Y desde aquel momento quedó sana. 23 Cuando Jesús llegó a casa del jefe de los judíos, y vio a los músicos que estaban preparados para el entierro y a la gente que lloraba a gritos, 24 les dijo: –Salid de aquí. La muchacha no está muerta, sino dormida. La gente se burlaba de Jesús, 25 pero él los hizo salir; luego entró, tomó de la mano a la muchacha y ella se levantó. 26 Y por toda aquella región corrió la noticia de lo sucedido" |
Que
no nos distraiga la sutileza de buscar diferencias en la narración de los dichos y hechos de Jesús.
Abramos nuestro espíritu a lo nuevo que Jesús
nos comunica cada día con su mensaje y
las obras que realiza.
Es
la manera de vivir abiertos a su enseñanza,
que siempre es nueva para un espíritu
que ama y se asombra que Dios le hable
íntimamente.
“Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre
ella y vivirá”
En
este relato de Mateo nadie acude a decir al padre que “su hija ha muerto”. Este
dato nos indica que, ante la muerte se pueden olvidar del Maestro.
La
frase es para ponerla en un cuadro y meditarla cada día:
“Mi hija acaba de morir”
¡Qué
maravilloso!
Vivir
la amargura de la muerte de una hija de doce años e ir al encuentro de Jesús en lugar
de cerrarse en su desconsuelo y dolor. Y tal vez con sentimientos, más o menos
inconscientes, de incomprensión, de duda y hasta de cierta rebeldía.
“Acudo a Ti con toda mi fe, “ven e impón la mano sobre ella”
El
texto de ayer, con Jesús en la sinagoga de Nazaret, nos decía que no pudo hacer ningún milagro por falta
de fe. Sólo impuso las manos
para curar algún enfermo.
Este
hombre importante que se presenta ante Jesús, nos dice el texto, “acudió con fe”; por esto, la imposición de manos sobre su hija no era para curarla, sino para que se diera el milagro.
“¡Ven Tú, impón tu
mano sobre ella y vivirá!
Este
es el milagro de la fe. Cambia, lo
que es imposición de manos, en devolver a la vida por la fe de su padre ante su hija muerta.
Cuando
Jesús llega a la casa,
para imponer su mano sobre la niña muerta, “vio
el alboroto de la gente y a los
flautistas”
Es
la actitud ante la muerte sin fe, o
con la fe en una inmortalidad que ni
el propio espíritu entiende ni se conforma; por esto se manifiesta un espíritu
intranquilo, “alborotado”, ante la resignación de tener que morir.
“Dice Jesús: ¡Retiraos!”
Salir
fuera es signo de los que, de
alguna manera, “se
ríen que diga que la niña no está muerta, sino que duerme”
La
falta de libre opción aceptando el don de la fe -que es creer de verdad en el enviado por el Padre, que es Dios igual
que Él-, es de alguna manera, estar fuera, no entender.
La
razón no puede entender lo que no domina. Y la vida humana, con su muerte y esperanza de una inmortalidad
real, no es de razón, sino de fe.
“Entró Jesús, cogió a la niña de la mano y ella se levantó”
Se
dio el milagro como Buena Noticia para
los que agradecen la fe. F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
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