LA MIRADA INTERIOR DEL SER HUMANO
SABE VER LO QUE NO VEN LOS OJOS
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Ezequiel 17,22-24 |
Parábola del crecimiento de la semilla 26 Jesús dijo también: “Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra en la tierra: 27 que lo mismo si duerme que si está despierto, lo mismo de noche que de día, la semilla nace y crece sin que él sepa cómo. 28 Y es que la tierra produce por sí misma: primero brota una hierba, luego se forma la espiga y, por último, el grano que llena la espiga. 29 Y cuando el grano ya está maduro, se siega, porque ha llegado el tiempo de la cosecha." Parábola de la semilla de mostaza 30 También dijo Jesús: “¿A qué se parece el reino de Dios, o con qué podremos compararlo? 31 Es como una semilla de mostaza que se siembra en la tierra. Es la más pequeña de todas las semillas del mundo; 32 pero, una vez sembrada, crece y se hace mayor que cualquiera otra planta del huerto, y echa ramas tan grandes que hasta los pájaros pueden anidar a su sombra.” El uso que Jesús hacía de las parábolas (Mt 13.34-35) 33 De esta manera les enseñaba Jesús el mensaje, por medio de muchas parábolas como estas y hasta donde podían comprender. 34 No les decía nada sin parábolas, aunque a sus discípulos se lo explicaba todo aparte" |
XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO B
Nuestra
mirada está puesta en Jesús para conocerlo, y con Él a Dios, hace falta saber por
qué caminos ha llegado a nuestra vida Cristo Jesús.
Necesitamos
conocer a Dios amándonos desde que todo empezó.
El
A. Testamento es más que nuestro árbol genealógico.
Dios
no ha aparecido repentinamente en el
mundo. Tal vez una de las dificultades de aceptar el don de la fe sea ésta. Desear
conocer a Jesús sin dar valor a lo
precedido a su encarnación sería como
amar a una persona sin interés por saber quién es su familia..
Triste
es conocer la permanente infidelidad del
ser humano ante la Historia de amor
de Dios, habiéndonos creado a su imagen, para vivir en libertad y humana
felicidad.
Dios
ha consentido y consiente nuestra
indiferencia, nuestro relativo conocimiento y nuestra búsqueda de seguridades fuera
de su Amor.
Esto
lo vemos en su Pueblo elegido, que buscó seguridades
en Egipto, contradiciendo a Dios, siendo desterrado a Babilonia, mientras
Dios profetizaba en su desgracia, desde la figura del cedro y de la
viña, que arrancaría una rama y la
plantaría en la cima de un monte elevado.
Renace la esperanza del Pueblo porque
su Amor apunta al Mesías (Ez 17,22-24)
El
Reino de Dios lo ha establecido Cristo en el mundo. Muchos de los creyentes lo ven como un árbol solitario sin raíces y,
no acaban de tener segura su fe en Dios
que, realmente ES con-nosotros
consintiendo la soledad, la inseguridad
y la búsqueda de paz y amor por no decidirse
a beber de la Fuente de la Verdad ni del
Manjar de la Mesa.
La
esperanza está iluminada por la luz de la Fe. Nuestros ojos no ven toda la
realidad. Son los ojos del alma los que permiten tener la mirada y la visión de
lo que ha supuesto “la
rama plantada en la cima”
“Arrancaré un retoño tierno de
la rama más alta y lo plantaré yo mismo
en un monte muy elevado, en
el monte más alto de Israel”
La
Muerte de Dios en Cristo y su Resurrección no es un Hecho
puntual histórico sin más, sino la explosión del Amor divino, que ha sido sembrado en el Universo
dando un fruto real, el de su Cuerpo místico
resucitado y visible que es la Iglesia,
No
olvidemos que toda tierra, aunque sea pedregosa y mala en su exterior, siempre
es capaz de acoger la semilla sembrada en ella.
La
tierra que no produce es la que nunca se ha sembrado en ella una
semilla que da origen a muy diversos frutos, incluso aparentemente
opuestos al de su Cuerpo, pero que son “ramas que crecen mientras dormimos”
· Los
creyentes reconocemos que para Dios no
hay enemigos, sino hijos que emigran con sus bienes y otros que viven
alejados.
· Creemos
que todo está regado por la misma Fuente
de Agua y Sangre.
Nosotros, de momento, nos alojamos en
el árbol frondoso, pero poco a poco,
como las golondrinas que vuelan desde lejos para volver a sus nidos, llegaremos un día a descansar en el mismo
Árbol, donde Dios nos espera a todos
como verdaderos hijos en el Hijo Resucitado.
Cristo
es el grano de mostaza descendido del
Padre por el Espíritu y nacido de María.
Fue
sepultado, después de muerto crucificado, para resucitar y crecer hasta
convertirse en el Árbol frondoso donde, creyentes, dudosos, indiferentes, con
diversos nombres bautizados y alejados, y hasta negadores del Bien, hallamos reposo todos y cada uno de nuestros
corazones, a nuestro tiempo y medida, porque Dios no lleva cuentas del
mal y su paciencia es nuestra salvación.
La
parábola de la semilla que crece, sin que lo sepa el
labrador, nos sirve para reflexionar
sobre nuestra propia vida. Pasamos de una edad a otra y de un estado
positivo de salud a otro de medianía o de enfermedad, sin darnos cuenta.
¡Cómo
se pasa la vida! dice el poeta.
Así es; por esto seamos muy conscientes de este tesoro que
llevamos en vasijas de oro, porque dentro de nosotros está la semilla de la Verdad divina y del Amor.
Dios
nos dé la gracia de creer que Cristo es el liberador y Salvador de la Humanidad
que crece a su ritmo, de
la mano de Dios, aunque
no lo parezca, por nuestra insensatez de infidelidad o de acomodarnos a
seguridades que no lo son.
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
SS. QUIRICO Y JULITA, MÁRTIRES
BOSQUE
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