sábado, 22 de junio de 2024

JESÚS, EL MAESTRO, 

CALMA TODA TEMPESTAD

 Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M



Animación a la lectura PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)


Job 38,1.8-11

2 Corintios 5,14-17

Marcos 4,35-40

La tempestad apaciguada
(Mt 8.23-27; Lc 8.22-25)
35 Al anochecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos:
–Pasemos a la otra orilla del lago.
36 Entonces despidieron a la gente y llevaron a Jesús en la misma barca en que se encontraba. Otras barcas le acompañaban. 37 De pronto se desató una tormenta; y el viento era tan fuerte, que las olas, cayendo sobre la barca, comenzaron a llenarla de agua. 38 Pero Jesús se había dormido en la parte de popa, apoyado sobre una almohada. Le despertaron y le dijeron:
–¡Maestro!, ¿no te importa que nos estemos hundiendo?
39 Jesús se levantó, dio una orden al viento y le dijo al mar:
–¡Silencio! ¡Cállate!
El viento se detuvo y todo quedó completamente en calma. 40 Después dijo Jesús a sus discípulos:
–¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no tenéis fe?

 XII TIEMPO ORDINARIO  CICLO -B

El texto del Evangelio es todo un simbolismo.

“Aquel día, al atardecer” Jesús sabía qué iba a pasar aquella noche con sus discípulos y al atardecer les dice: “Vamos a la otra orilla”

Todos caminamos hacia la otra orilla y, lo vamos a dejar todo.

“Ellos dejaron a la gente. Otras barcas lo acompañaban”

¿Quién acompañaba a quién?

Jesús estaba en la barca de los discípulos, como lo está en la Iglesia.

Su presencia va más allá del espacio y del tiempo.

Hoy son muchas las religiones que acompañan al ser humano en su ruta hacia la otra orilla.

Jesús es quien las acompaña a todas, desde la barca de la Iglesia, porque desea que todos lleguemos a la otra orilla.


“Se levantó un fuerte temporal”


Las barcas que acompañan no producen el temporal de la barca de Jesús.

La Iglesia ha vivido, desde sus comienzos, en estado de temporal.

¿Quién la llena de agua rompiendo las olas contra Ella?

Aquel día era el mar pero, las grandes tempestades le vienen desde dentro y desde siempre.

Los bautizados, que vivimos de Jesús, con Jesús y por Jesús, somos quienes lo experimentamos en la barca de la Iglesia de pie increpando sus tempestades, llenándonos de paz, viviendo confiados y sin temor, recibiendo sabiduría divina para ayudar a conducir la barca a buen puerto.

Entre nosotros, bautizados, los hay subidos a la barca creando tempestades.

Cuando la tempestad se produce dentro de la barca, de la Iglesia, creando parcelas eclesiales, críticas y negaciones, hasta llenarla de agua con peligro de hundirla, Jesús duerme sobre un cabezal.

Es el silencio de Dios, que nunca duerme y sigue hablándonos con muchos signos.

Somos nosotros quienes dormimos la verdad de la fe.

Y sigue el simbolismo del texto diciéndonos que “los discípulos lo despertaron


“Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”


Le dicen Maestro, pero no se lo creen en tiempo de tempestad.

También nosotros dudamos ante su silencio hoy creyendo que Dios duerme y consiente. Sin embargo  Él sigue revelando su sabiduría a quienes le aman como Maestro.


“Jesús se levantó e increpó al viento y  llegó una gran calma 

ante sus palabras que hicieron enmudecer el mar. 

Después dijo Jesús a sus discípulos:

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?


Se lo dijo a los que le veían hacer obras grandes y decir palabras que nunca oyeron.

Hoy nos lo dice a nosotros que vamos en la misma barca.

Es curioso que ellos, viendo lo que veían en Él, en lugar de arrojarse a sus pies,


“Se llenaron de miedo y se decían unos a otros ¿Pero quién es éste?

 

Es tiempo de verdadera fe, de creer que Jesús es el Maestro que no está en la barca dormido, sino que la conduce a la otra orilla.

Los que aceptan el don de la fe no tienen miedo, porque la fe da seguridad.

Estos son los que sirven a la Iglesia y al mundo como instrumentos de paz en medio de la tempestad, de dentro y de fuera de la Iglesia.

Ante el texto de hoy examinemos nuestra vida, subidos a la barca en el Mar de Galilea, y veamos cómo reaccionamos ante la experiencia de la tempestad que puede estar dándose en la Iglesia. Dejemos de idealizar y de culpabilizar.

Examinemos nuestra fe

·       Si somos instrumentos de paz o creadores de tempestades internas,

·       Si celebramos y nos alimentamos de Dios que, de pie, nos conduce llenos de esperanza, o con la contradicción de celebrar y alimentarnos de un Dios dormido en un cabezal.


“Los que viven de Cristo son una nueva creación. (2Cor. 5,14-17)                    

F. Allara

 

SANTORAL DEL DÍA

S. JOSÉ CAFASSO, SACERDOTE TORINENSE


VENID CONMIGO 

A UN LUGAR TRANQUILO





































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