DIOS ES VIDA Y QUIERE QUE
EL SER HUMANO VIVA ETERNAMENTE
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Sabiduría 1,13-15 |
2 Corintios 8,7-9.13-15
Marcos 5,21-43
|
DOMINGO XIII T. ORDINARIO CICLO -B
Dios no creó al hombre sometido a la
muerte;
el reino de la muerte no es de la tierra,
porque la bondad y la justicia son
inmortales.
“Dios no hizo la muerte, ni le agrada que el hombre pierda
la vida”
La muerte,
desde la fe en el verdadero Dios, no es
propia de la condición humana; es la
consecuencia de no dar respuesta al Amor
y a la Justicia divina.
Parece
que lo propio del ser humano sea morir y no es así. Su vida es inmortal porque procede de Dios.
La muerte no es la última palabra. Es
nuestra vida la que la define libremente.
La
inmortalidad es Gracia divina y, la Salvación obra de la Redención de Cristo.
Es
lógico que el Padre espere la respuesta de la libertad humana, que Dios respeta.
Los
dos relatos del Evangelio de hoy nos revelan la fe de los personajes en
relación a Jesús.
¿Cuál
es el objeto que,
humanamente, mueve a la hemorroisa y a
Jairo a ir a Jesús?
En
ella, la salud, y en el jefe de la
sinagoga, la inminente muerte de su hija.
Ante
Jesús y el texto Evangélico nos preguntamos hoy:
¿Qué
creemos?, ¿Qué esperamos?, ¿A qué vamos a orar o a celebrar a Jesús? ¿Cuál
es el fondo de nuestra oración?
Puede
darse que acudamos a Dios siempre que experimentemos
alguna preocupación en relación a la enfermedad y la muerte…
La
verdad de la fe nos debe impulsar:
· A conocer a Jesús, agradecer su Vida y su Muerte y,
sobre todo, a preocuparnos por nuestra
liberación y salvación eterna.
¿Hasta
qué punto tenemos la mentalidad de
aquellas gentes que acudían con fe a Jesús al lo que dicen cuando la niña
ha muerto:
“Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?
Consideraciones
a tener en cuenta:
· Jesús
vino a reconciliarnos con el Padre.
Su
fin no fue sanar y devolver la vida a los
muertos. Lo hizo algunas veces para revelarnos su Amor y su poder
salvífico.
· ¡Cuántas
personas deberíamos acercarnos a Jesús para tocarle
como lo hizo la hemorroisa, y cuántos, como Jairo que acudieron a pedirle la liberación de la muerte!
No
todos recibieron el regalo a lo que
pedían con igual fe.
No
es que Jesús escucha a unos y sea indiferente a la oración de otros.
Esto
nos plantea:
· Que
Dios es El Señor y lo que de verdad le
interesa, habiendo dado su Vida, es
nuestra salvación.
· No perdamos nunca la confianza y menos
la fe en Dios
si vemos algún milagro cercano y no lo
vemos en lo que pedimos.
Preguntémonos: ¿cómo vivimos nuestra fe y nuestra oración?.
La
hemorroísa manifestó tener vida y fe en Jesús al pensar que, “con solo tocar
su manto quedaría curada”
Nosotros
no
solo tocamos el manto, sino que celebramos
y recibimos en comunión al mismo Cristo resucitado, que mora en nuestro propio
hogar.
“Vosotros tenéis abundantemente de todo” (2 Cor.8,7-9.13-15)
F. Allara
SANTORAL DEL DÍA
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