FIJAR LA MIRADA EN JESÚS PARA NO DISTRAERNOS
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
(Clic en los textos para leer)
Hechos 28, 16-20.30-31
Salmos 10
Juan 21, 20-25El discípulo a quien Jesús quería mucho 20 Pedro se volvió y vio que detrás de él venía el discípulo a quien Jesús quería mucho, el mismo que en la cena había estado junto a él y le había preguntado: “Señor, ¿Quién es el que va a traicionarte?” 21 Cuando Pedro le vio, preguntó a Jesús: –Señor, ¿y qué hay de este? 22 Jesús le contestó: –Si yo quiero que permanezca hasta mi regreso, ¿Qué te importa a ti? Tú sígueme. 23 Por esto corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho que no moriría, sino: “Si yo quiero que permanezca hasta mi regreso, ¿Qué te importa a ti?” 24 Este es el mismo discípulo que da testimonio de estas cosas y lo ha escrito. Y sabemos que dice la verdad. 25 Jesús hizo otras muchas cosas. Tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse" |
DÍA 18 MAYO CICLO -B
Terminaba
el Evangelio de ayer con la frase de Jesús a Pedro:
“Tú, sígueme”
En
el diálogo de ayer se nos decía, con claridad, que sólo Jesús nos reconcilia
con nosotros mismos.
Pedro
le traiciona y Jesús,
sin llevar cuentas del mal, le deja en paz.
No
terminamos de creer lo que sigue haciendo Jesús por todos y cada
uno de nosotros.
Nadie puede ni debería creer en reconciliarse
consigo mismo.
Es al prójimo a quien le hacemos mal de
palabra o de obra. Es de ellos de quienes hemos de recibir el perdón para recuperar
la paz interior; Recibirlo de todos los prójimos heridos.
Sólo
Dios, en Cristo, no lleva cuentas del mal, ni retira sus
promesas de amor.
Reconciliarse
uno mismo
es cómodo y no cambia las actitudes de relación.
Reconciliarse
uno mismo revela
más
bien no tener conciencia del mal.
Sabernos
amados y perdonados por Jesús es experimentar una paz que sólo la puede
expresar quien la vive. El hombre del mundo hoy no la puede conocer.
Pedro
ha visto en Jesús el olvido de la traición; también él pronto olvida su pasado negativo y
“Se gira al ver
acercarse al discípulo que Jesús amaba”
Dejar
de mirar a Jesús es olvidarnos pronto el
bien recibido
y distraernos con la vida de los demás sin poner la debida atención en la
propia.
“Señor, ¿y éste qué?
“Si quiero que se
quede hasta que Yo vuelva, ¿qué tienes que decir?
Tú ven conmigo”
La
experiencia de los discípulos de Cristo resucitado es la de haber resucitado con Él.
Han
perdido el miedo porque saben que viven
para no morir; lo cual no son palabras,
sino experiencia que deberíamos conocer los que hemos resucitado por el bautismo.
Vivir
a Cristo es vivir de Cristo y,
significa tener otro concepto de la vida
y de la muerte. En este
sentido hay que entender las palabras de Jesús.
Creer
en Cristo resucitado es confiar que hemos
vencido la muerte, aunque
para llegar al Padre tengamos que pasar por la experiencia del adiós de esta
vida terrena.
Lo
que dice Jesús es que, cada uno de nosotros llegaremos al término de nuestra
vida de diferente manera:
·
Juan
siendo vida en la Iglesia y acompañando a su Madre
hasta su asunción, y
·
Pedro
dando su vida siendo crucificado como Él.
-
Jesús
no le dijo que no moriría, sino “si quiero que
se quede hasta que Yo vuelva, ¿qué tienes que decir?”.
-
Tengamos
nuestra mirada puesta en Jesús para no distraernos.
F.
Allara
SANTORAL DEL DÍA
RESPIRA EN MI ESPÍRITU SANTO
(ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN)
Respira en mí, oh Espíritu Santo,
Que todos mis pensamientos sean santos.
Actúa en mí, oh Espíritu Santo,
Para que también mi trabajo sea santo.
Atrae mi corazón, oh Espíritu Santo,
Que no amo sino lo que es santo.
Fortaléceme, oh Espíritu Santo,
Defender todo lo que es sagrado.
Guárdame, pues, oh Espíritu Santo,
Para que siempre sea santo.
EL ESPÍRITU SANTO
Es Luz que penetra las almas
El Espíritu Santo
Es fuego.
Es viento
Es Luz
¿Quién puede contemplar su propia alma?
¿Quién puede entrar en su propia alma?
El Espíritu Santo es la luz que ilumina el alma
porque es Dios quien penetra en ella.
La vida, iluminada por el Espíritu,
puede ser vivida en paz,
y puede entender lo que en ella pasa.
Lo entiende desde los Dones del Espíritu,
que le permiten tomar opciones y
tener entendimientos jamás imaginados
por la sola inteligencia y por el corazón
mejor dispuesto para amar.
La luz del Espíritu Santo
no es luz permanente.
El espíritu humano es
el que guarda la presencia del alma
que ha sido iluminada,
aunque quede luego
en la oscuridad de la noche, llena y herida.
F. Allara
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