sábado, 16 de marzo de 2024

 VIVIR LA EXPERIENCIA DE LA FE

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M 


Animación a la lectura PALABRA DE DIOS

5 minutos de nuestro "día a día"



Jeremías 31,31-34

31 El Señor afirma: “Vendrá un día en que haré un nuevo pacto con Israel y con Judá. 32 Este pacto no será como el que hice con sus antepasados, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto; porque ellos quebrantaron mi pacto, a pesar de que yo era su dueño. Yo, el Señor, lo afirmo. 33 Este será el pacto que haré con Israel en aquel tiempo: Pondré mi ley en su corazón y la escribiré en su mente. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo. 34 Ya no será necesario que unos a otros, amigos y parientes, tengan que instruirse para que me conozcan, porque todos me conocerán, desde el más grande hasta el más pequeño. Yo les perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados. Yo, el Señor, lo afirmo”


En la vida humana lo esencial es la experiencia de cada dicho y hecho.

Jeremías con su profecía se adelanta a nuestros tiempos.

Hoy vemos que lo que no queda en lo íntimo del ser humano casi de nada le sirve.

Nos habla que la Antigua Alianza será renovada por una que quedará grabada en el corazón del ser humano, que no tendrá que vivir de “leyes externas”, sino de lo creído en su corazón de carne. Lo cual exige que la fe no sea “practicada” con superficialidad ni con el cumplimiento de lo externo, sino desde la intimidad creyente que vive de lo que experimenta como Verdad de Dios en su alma, y por tanto, en todo su ser



Hebreos 5,7-9

"Cristo, mientras vivía en este mundo, con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarle de la muerte; y por su obediencia, Dios le escuchó. Así que Cristo, a pesar de ser Hijo, por lo que sufrió aprendió a obedecer; y al perfeccionarse de esa manera, llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen"


Juan 12, 20-33

Unos griegos buscan a Jesús
20 Entre la gente que había ido a Jerusalén a adorar a Dios en la fiesta, había algunos griegos. 21 Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida, un pueblo de Galilea, y le rogaron:
–Señor, queremos ver a Jesús.
22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés, y los dos fueron a contárselo a Jesús. 23 Jesús les dijo:
–Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. 24 Os aseguro que si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, seguirá siendo un solo grano; pero si muere, dará fruto abundante. 25 El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna.t 26 Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre le honrará.
Jesús anuncia su muerte
27 “Siento en este momento una angustia terrible, pero ¿Qué voy a decir? ¿Diré: ‘Padre, líbrame de esta angustia’? ¡Pero si precisamente para esto he venido! 28 ¡Padre, glorifica tu nombre!”
Entonces vino una voz del cielo, que decía: “¡Ya lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez!”
29 Al oir esto, la gente que estaba allí decía que había sido un trueno, aunque algunos afirmaban:
–Un ángel le ha hablado.
30 Jesús les dijo:
–No ha sido por mí por quien se ha oído esta voz, sino por vosotros. 31 Ahora va a ser juzgado el mundo. ¡Ahora va a ser expulsado el que manda en este mundo! 32 Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí.
33 Con esto daba a entender de qué forma había de morir"


¿Qué vemos en la vida de Jesús?

La experiencia del Padre que nos la revela el Hijo en la Humanidad de Jesús de Nazaret, y la experiencia de Jesús siendo entre nosotros “uno de tantos”, que le lleva hasta Getsemaní, donde lo vemos orando al Padre “con lágrimas y gritos, y con sudor de sangre”, al vivir en presente la Pasión y Muerte que le espera. 

Jesús no revela con ideas la Realidad idéntica del Dios trinitario, sino desde la experiencia que “trae” del cielo y la que vive en el mundo con su Pueblo elegido.

El Padre guarda silencio ante la oración de su Hijo porque, en la Sabiduría trinitaria, que nosotros sólo podemos comprender con fe, el Dios uno y trino, por tanto, también el Hijo, ha querido revelar su omnipotencia de Amor en la necedad y el escándalo para griegos y judíos lo que ha supuesto para nuestra liberación y salvación la muerte de Dios en Cristo crucificado.  

El silencio del Padre no es la nada como respuesta a las lágrimas, sino la luz en el alma de Cristo de que el final no es la muerte, sino la resurrección, que sólo le corresponde a Cristo.

Ninguna religión habla de resucitar. Es el eje de nuestra FE.

Si nuestra fe no se detiene ante la realidad de Cristo muerto y resucitado, seguirá viviendo de “practicas rituales y normas morales”, que son fáciles de vivir y de no cumplir, sin experiencia propia de la fe.

Todos deseamos ver a Jesús -lo querían estos griegos del texto y lo quería también Herodes.

Hoy se desea ver y tocar pensando que lo pragmático es el modo absoluto de conocer, cuando es el espíritu el mejor medio-.

De poco sirve ver si en el corazón no hay amor.

Desde la experiencia de Jesús vemos que la liberación, la salvación y la gloria no llegan sólo por lo que se hace en la vida, sino por el libre abandono a la voluntad divina, que es dar la vida, entendido como dar amor por creer en el Crucificado-resucitado.  

 F. Allara


SANTO DEL DÍA


S. PATRICIO, OBISPO, APÓSTOL DE IRLANDA



PARA ACOGER EL DOLOR 








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