VIVIR ES SERVIR Y DAR LA VIDA
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
Jeremías 18,18-20
Mateo 20,17-28Jesús anuncia por tercera vez su muerte 17 Yendo camino de Jerusalén llamó Jesús aparte a sus doce discípulos y les dijo: 18 –Como veis, ahora vamos a Jerusalén. Allí el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley; lo condenarán a muerte 19 y lo entregarán a los extranjeros para que se burlen de él, le golpeen y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará. Jesús responde a Santiago y Juan (Mc 10.35-45) 20 La madre de los hijos de Zebedeo se acercó con ellos a Jesús, y se arrodilló para pedirle un favor. 21 Jesús le preguntó: – ¿Qué quieres? Ella le dijo: –Manda que estos dos hijos míos se sienten en tu reino uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. 22 Jesús contestó: –No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa amarga que voy a beber yo? Le dijeron: –Podemos. 23 Jesús les respondió: –Vosotros beberéis esa copa de amargura, pero el sentaros a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo. Será para quienes mi Padre lo ha preparado. 24 Cuando los otros diez discípulos oyeron todo esto, se enojaron con los dos hermanos. 25 Pero Jesús los llamó y les dijo: –Sabéis que, entre los paganos, los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos y los grandes descargan sobre ellos el peso de su autoridad. 26 Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que entre vosotros quiera ser grande, que sirva a los demás; 27 y el que entre vosotros quiera ser el primero, que sea vuestro esclavo. 28 Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos. |
DÍA 28 FEBRERO CICLO -B
Cuando
la fe es entender el por qué de la vida según Dios, comprendemos que vivir es un permanente subir a Jerusalén, donde nos espera el paso que nos conduce a la
resurrección.
Vivir
es educarse a servir y a dar la vida desde la fe en el Amor
divino, porque su final es entregarla,
y no a la muerte.
Lo
irracional del ser humano es no querer ver el bien, acomodarse
ante la injusticia y atacar y probar a quien humanamente da la vida,
hasta procurar su muerte desde el poder de la palabra o el propio poder de
matar.
El profeta se pregunta:
“¿Es bueno esto de devolver bien por el mal?
Recuerda cuántas veces
me he presentado a vos para interceder a su favor”
Todos
los profetas han sido llamados y
elegidos para ser signo de Cristo.
Jesús,
conocedor de su destino profetizado, dice a sus discípulos:
“Subimos
a Jerusalén, y allí el Hijo del Hombre será entregado…,
lo condenarán a muerte…, se burlarán de él,
lo azotarán y lo crucificará y al tercer día resucitará”
El
Evangelio, la Buena noticia, es Cristo. Aceptémoslo. CRISTO VIVE.
Lo
que leemos no es historia pasada, sino realidad de presente que nos habla y nos interroga hoy.
¿Qué
hacemos nosotros ante la realidad anunciada por Jesús ya cumplida?
Solo
unos pocos, quienes acogen la
PALABRA y lo creen, se convierten.
Los
demás esperamos una inmortalidad de fantasía. Seguimos inmersos en lo
inmediato, al que hemos de responder por
obligación, pero no como determinante de la vida.
La
indignación de los discípulos ante el deseo de poder de los dos hermanos es lo habitual
en el mundo de siempre, también el de hoy. No nos extrañe su actitud.
A los pocos que se toman en serio su vida y se interrogan por su fe, Jesús los llama, y nos llama hoy, para decirnos que seguirle no es cualquier cosa:
“En todas las naciones, los gobernantes disponen de sus súbditos como si fueran los dueños… Entre vosotros no ha de ser así: quien quiera ser importante ha de ser vuestro servidor, y quien quiera ser el primero, ha de ser vuestro esclavo… y doy la vida como precio de rescate”
El
Evangelio, Cristo, es para todos los creyentes cristianos. Jesús
nos habla hoy anunciando su muerte en cruz.
¿Qué
haríamos ante un ser humano que nos comunica que va a morir?
Por
poco que lo amáramos, le escucharíamos, y tal vez en silencio más que con
palabras, le mostraríamos nuestra
con-pasión para que
experimentara que no está sólo.
¿Por
qué somos tan ingratos los creyentes con Jesús, como si la realidad de
su muerte fuera normal?
¡Contemplemos a Jesús con amor!.
F. Allara
S. ROMANO, ABAD
DURA CADENA...
la que me impide salir a conocer la luz del día
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