Leyes relativas a la santidad y la justicia1 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo: 2 “Dile esto a la comunidad israelita:“Sed santos, pues yo, el Señor vuestro Dios, soy santo.11 “No robéis. No mintáis ni os engañéis unos a otros. 12 “No hagas promesas falsas en mi nombre, pues profanas el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor. 13 “No emplees la violencia contra tu prójimo ni le arrebates lo que es suyo. “No retengas la paga del trabajador hasta el día siguiente. 14 “No maldigas al sordo. “No pongas ningún tropiezo en el camino del ciego. Muestra tu reverencia a Dios. Yo soy el Señor. 15 “No actúes con injusticia cuando dictes sentencia: ni favorezcas al débil ni te rindas ante el poderoso. Apégate a la justicia cuando dictes sentencia. 16 “No andes con chismes entre tu gente. “No tomes parte en el asesinato de tu prójimo. Yo soy el Señor. 17 “No abrigues en tu corazón odio contra tu hermano. “Reprende a tu prójimo cuando debas reprenderle. No te hagas cómplice de su pecado.+18 “No seas vengativo ni rencoroso con tu propia gente. Ama a tu prójimo, que es como tú mismo. Yo soy el Señor."
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DÍA 19 FEBRERO CICLO -B
“Yo,
el Señor, vuestro Dios, soy santo”.
La
santidad,
como todo lo que decimos de Dios, es un
atributo; pero la santidad es la
razón de su Ser: “Yo, Soy Santo”
La
santidad de Dios la vemos en su Comunidad de Amor revelada, que
nos permite conocer que, el Amor,
no necesitando de nada (quien ama no necesita), crea una realidad de vida en la que, la sed de darse, lo vuelca
en necesidad de llenar el vacío del prójimo, dando plenitud a lo que
es amar.
La
santidad de Dios está en que ha creado un universo para el ser humano (en
la unidad de hombre y mujer) y, a este ser humano lo ha creado
con el fin de gozar de todo el bien universal, y de amarse a semejanza suya hasta llegar a participar de su Vida eterna;
ofreciéndonos saber y poder vivir
en libertad y felicidad si somos capaces de aceptarlo.
Las prescripciones del Levítico no
pretenden otra cosa que la libertad y la
felicidad humana.
Dios no necesita reprimirnos con una
ética o una moral, sino mostrarnos el camino
que posibilite una convivencia humana en libertad, con la gratuidad
de una inmortalidad real,
cosa que no pretenden ni pueden las ideologías.
Pretender lo mismo, incluida la
inmortalidad real, sin Dios, no es de sentido común, porque todos vivimos la complejidad del corazón y los
límites de la razón llevando
impreso el egoísmo y el don de sí, aun no siendo nada.
Pienso que, no aceptar el Don de Dios es un absurdo racional y afectivo,
porque es autoafirmar una existencia limitada con ínfulas de integridad
y futuro hasta eterno, cuando no
somos dueño ni del presente.
Dios
es la razón de ser de la vida temporal.
Un “dios” que no sirva para la libertad
y la felicidad íntegra del ser humano en esta vida, no es Dios.
Si la razón de haberse Dios revelado es nuestra
libertad y felicidad temporal, añadiendo
la gratuidad de gozar de la vida eterna con Él, aun sin merecerlo, no plantearse aceptarlo no es propio ni de
la lógica del egoísmo humano.
El juicio sobre las naciones 31 “Cuando venga el Hijo del hombre rodeado de esplendor y de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. 32 Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. 34 Y dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid vosotros, los que mi Padre ha bendecido: recibid el reino que se os ha preparado desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recibisteis, 36 anduve sin ropa y me vestisteis, caí enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y vinisteis a verme.’ 37 Entonces los justos preguntarán: ‘Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? 38 ¿O cuándo te vimos forastero y te recibimos, o falto de ropa y te vestimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ 40 El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicisteis.’ 41 “Luego dirá el Rey a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos: id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, 43 fui forastero y no me recibisteis, anduve sin ropa y no me vestisteis, caí enfermo y estuve en la cárcel, y no me visitasteis.’ 44 Entonces ellos preguntarán: ‘Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o falto de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos?’ 45 El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que no hicisteis por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicisteis.’46 Estos irán al castigo eterno, y los justos, a la vida eterna.”
En la parábola vemos:
· La preocupación de Dios por el ser humano,
y
· La preocupación de que acertemos en nuestra manera de
ser y de vivir por nuestro bien y el del prójimo.
A Dios nada le influye nuestra vida,
tanto si le creemos como si no. Lo que
desea es la felicidad universal, que nosotros nos la negamos mutuamente, no amándonos entre los más próximos y además creando y manteniendo situaciones de
miseria.
En la parábola vemos como Dios se preocupa de los que no tienen pan,
ni vestido, ni libertad…, y
nos dice que, lo que a otros les falta, nosotros lo almacenamos, empezando
por confundir el amor.
F.
Allara
BUSCAME AQUÍ .... entre los hombres que sufren, los que perdieron todo, en las almas vacías, los que tienden la mano... JESÚS CUENTA CONMIGO.
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