sábado, 17 de febrero de 2024

 ¿PENSAMOS LA VIDA COMO VOCACIÓN?

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

Animación a la lectura PALABRA DE DIOS

5 minutos de nuestro "día a día"


Lucas 5,27-32

Jesús llama a Leví
(Mt 9.9-13; Mc 2.13-17)

27 Después de esto, Jesús salió y se fijó en uno de los que cobraban impuestos para Roma. Se llamaba Leví y estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos. Jesús le dijo:
–Sígueme.
28 Entonces Leví se levantó, y dejándolo todo siguió a Jesús.
29 Más tarde, Leví hizo en su casa una gran fiesta en honor de Jesús; y muchos de los que cobraban impuestos para Roma, junto con otras personas, estaban sentados con ellos a la mesa. 30 Pero los fariseos y los maestros de la ley pertenecientes a este partido comenzaron a criticar a los discípulos de Jesús. Les decían:
–¿Por qué coméis y bebéis con los cobradores de impuestos y los pecadores?
31 Jesús les contestó:

–Los que gozan de buena salud no necesitan médico, sino los enfermos. 32 Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan a Dios.


DÍA 17 FEBRERO  CICLO  -B


Vocación es el deseo personal de emprender la vida hacia un fin temporal sin contar todavía con las aptitudes y conocimientos que lo concreten.

Vivir la vida con deseo vocacional es contemplarla con intención de fin y de sentido, sea para una profesión o cualquier forma de dedicación personal.

La vida sin este deseo, de definirla desde una opción que tiende hacia un fin, es signo de ser una existencia indefinida movida por el viento que la mueve incluso a situaciones que no quiere.

Es la vida misma la que nos exige una determinación de sentido y fin.

Desde este planteamiento vocacional de la vida es desde donde surgen los caminos sin el conocimiento de cómo son y si se puede andar por ellos.

Optar es empezar a caminar para ver las aptitudes.

Este paso del deseo a andar muestra el conocimiento del camino y la capacidad de poder vivirlo.

La vida vivida con sentido es la que ayuda a discernir lo que en verdad se quiere de la propia vida.

Vivir con sentido vocacional es lo que ilumina las concreciones de la vida, sea para una profesión o para cualquier otra forma de darse a los demás.  

La vida así vivida es en sí misma un servicio de gran valor para el bien del prójimo.

Este vivir es religioso por estar trascendido de sentido y fin. Es como se puede llegar a una opción de respuesta de fe, a lo que se llama propiamente vocación religiosa; que no surge espontánea, sino que siempre debería ser la consecuencia de una vida vivida con sentido.

La vida propiamente religiosa ha de comenzar, también, desde un deseo por conocer su realidad y las aptitudes con las que se puede llegar a vivir.

En ningún caso debe ser un salto de la imaginación fantástica a recorrer el camino.

No pensemos que Leví, que llegó a ser el apóstol Mateo, respondió a Jesús inmediatamente, aunque así se nos describa.

Mateo vivía como cobrador de impuestos, y por tanto, enemigo del Pueblo, con deseo vocacional buscando un sentido y fin que no hallaba en su profesión.

Por esto, cuando Jesús pasa por delante y le dice: “Ven conmigo”, Mateo se levanta inmediatamente porque vio el camino de sentido y fin deseado.

La fiesta que organiza, invitando a mucha gente, es signo de haber hallado el por qué de su vida, su razón de ser y su fin, sin temor a lo que pueda suceder de dejarlo todo por la vocación que vio clara y definida.

Desde la fe vemos que Jesús actúa como Hombre libre, que sabe de su misión y de su vocación desde la luz de su unción del Espíritu en el Jordán, donde el Padre se complace en Él.


"Los que gozan de buena salud no necesitan médico, 

sino los enfermos.

Yo no he venido a llamar a los justos, 

sino a los pecadores, para que se conviertan a Dios"


                  F. Allara



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en tus manos, Señor...








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