NADA DE FUERA NOS DEBERÍA CONTAMINAR
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
DÍA 7 FEBRERO CICLO B
“Escuchadme todos y entended bien lo que os
digo:
Nada que entra dentro del hombre desde fuera
le puede contaminar”
Jesús
pide la atención de todos ante esta frase que tiene mucha trascendencia
para nuestra vida.
Jesús no se refiere sólo a los alimentos que en aquel tiempo, y desde la Ley, los había que estaban prohibidos.
“Así declaraba que, delante de Dios,
todos
los alimentos son puros”
La
primera advertencia que hemos de tomar
en consideración es que, además de la injusticia de siglos por las muertes de hambre, hoy mucha parte de la Humanidad, lejana y cercana, no tiene lo necesario para vivir.
De
nada sirve saber que, religiosamente todos
los alimentos son puros si no tomamos conciencia de lo que debemos a cada una de las familias, que no llegan a tener lo
que necesitan con derecho por justicia. De limosna no se vive.
“De dentro del hombre, de su corazón, salen
los malos pensamientos que conducen a cometer…” todos los males que
enumera Jesús, diciendo que:
“Todo esto malo es lo que sale de dentro
y lo
que contamina al hombre”
Es
de suma trascendencia la frase de Jesús porque,
además de no enumerar todos los
males que vivimos, - ¡cuántos de ellos justificados por la ley o por mala
conciencia, por no enseñar a vivir en
virtudes y en justa moral, sobre todo por los que tienen la responsabilidad de educar! - nos advierte de no justificar
nuestras conductas acusando al mundo de todo el mal.
Mundo
es una palabra genérica. La
realidad del mundo la creamos la suma
de los seres humanos con nuestra conducta.
Es
una contradicción ser los causantes del
mal y justificar que la culpa es por algo externo a nosotros, hasta
llegar a convencernos de que no somos culpables de nada de lo que hacemos.
Nada
de fuera nos debería contaminar, sin embargo, cuando no hay vida interior hablamos de lo
que es exterior a nuestra vida, siendo contaminados y determinados por el mundo, que en sí mismo es inocente.
Somos
tan viejos como Adán, que culpó a Eva de
su propio mal y Eva al diablo.
Todo,
menos reconocer la propia culpa.
Tal
vez nunca se ha creído el ser humano tan libre como en nuestro tiempo; tanto
que, le impide tener conciencia del mal que nos cubre y del bien que, por no
hacer ruido, abunda más de lo que
conocemos y dónde menos lo pensamos.
¿La
culpa?
Se
ha perdido el significado del corazón del
ser humano y no hay conciencia del bien ni del mal. Una
neutralidad sin lógica e irreal,
porque sabemos bien lo que hacemos.
Pensamos
que somos libres para actuar ante Dios y ante el prójimo como queremos,
sin percatarnos que, con esta actitud, creamos
nuestro mundo culpabilizándolo del
mal que nosotros no reconocemos y justificamos.
F. Allara
SAN RICARDO Y SAN PIO PAPA
COMO BARRO ENTRE TUS MANOS que se deja modelar
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