viernes, 2 de febrero de 2024

 JESÚS ES PRESENTADO EN EL TEMPLO

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M.



Animación a la lectura PALABRA DE DIOS

5 minutos de nuestro "día a día"



Lucas 2,22-40


"22 Cuando se cumplieron los días en que ellos debían purificarse según manda la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor. 23 Lo hicieron así porque en la ley del Señor está escrito: “Todo primer hijo varón será consagrado al Señor.” 24 Fueron, pues, a ofrecer en sacrificio lo que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.
25 En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo, que adoraba a Dios y esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo estaba con él 26 y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías, a quien el Señor había de enviar. 27 Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús entraban para cumplir con lo dispuesto por la ley, 28 Simeón lo tomó en brazos, y alabó a Dios diciendo:
29 “Ahora, Señor, tu promesa está cumplida:
ya puedes dejar que tu siervo muera en paz .
30 Porque he visto la salvación
31 que has comenzado a realizar
ante los ojos de todas las naciones,
32 la luz que alumbrará a los paganos
y que será la honra de tu pueblo Israel.”
33 El padre y la madre de Jesús estaban admirados de lo que Simeón decía acerca del niño. 34 Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús:
–Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y muchos se levanten. Será un signo de contradicción 35 que pondrá al descubierto las intenciones de muchos corazones. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que te atraviese el alma.
36 También estaba allí una profetisa llamada Ana, hija de Penue, de la tribu de Aser. Era muy anciana. Se había casado siendo muy joven y vivió con su marido siete años; 37 pero hacía ya ochenta y cuatro que había quedado viuda. Nunca salía del templo, sino que servía día y noche al Señor, con ayunos y oraciones. 38 Ana se presentó en aquel mismo momento, y comenzó a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
El regreso a Nazaret
39 Cuando ya habían cumplido con todo lo que dispone la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su pueblo de Nazaret. 40 Y el niño crecía y se hacía más fuerte y más sabio, y gozaba del favor de Dios"


DÍA 2 FEBRERO   CICLO  B


Un modo de hacer oración es contemplar los hechos y escuchar las palabras.

¡Qué maravillosa imagen contemplar a María y José llevando al Niño Jesús en brazos, como un matrimonio más, sin que nadie percibiera quienes eran; mientras, Simeón era alertado por el Espíritu, y también la profetisa Ana, que "Nunca salía del templo, sino que servía día y noche al Señor"

Es suficiente contemplar esta imagen y dejar llevarse del Espíritu Santo.

La Palabra nos ayuda en la contemplación.


El ángel de la Alianza entrará en el Templo


Realmente fue la bendición de un Ángel, pero en realidad quien entraba en el Templo era Dios en la humilde y pequeña humanidad de Jesús Niño.

“Purificará a los descendientes de Leví”

No sólo purificó, sino que hizo nuevo y único el Sacerdocio. Su origen era del orden de Melquisedec.

Jesús es el único Sacerdote.

Su Humanidad está sostenida por la Persona del Hijo, que no es el Sacerdote eterno

-dejaría de ser Dios si diera culto al Padre-.

Cristo es uno en su unidad hipostática, el Hijo y Jesús de Nazaret, que es Sacerdote, Víctima y Altar.

De Él procede que las oblaciones sean agradables a Dios.

María y José saben que Dios está en sus brazos, pero son fieles cumplidores de la Ley de Moisés.

Será Jesús quien establecerá la ley del amor por encima de la Ley de Moisés.

Simeón, hombre justo y piadoso, esperaba la hora en que Israel sería consolado.

Por Gracia del Espíritu Santo, igualmente que los pastores y los Magos reconocieron al Mesías salvador en el Niño acostado en un pesebre, Simeón lo reconoció en el Niño que llevaba en brazos este matrimonio de Galilea.


“Ahora, Señor, dejad que vuestro servidor se vaya en paz.

Mis ojos al visto al Salvador

Luz que se revela a las naciones, gloria de Israel, su Pueblo”


Ayer hablamos de la inmortalidad. Creer en Dios es vivir y morir en paz.

“Vida y muerte” son unidad permanente de sentido integral de la vida.

Esperar la muerte, imaginando inmortalidad, sin definir la vida, es una vaga ilusión.

Dios, que nos ha creado libres, espera una libre opción que nos defina.

No vivimos en estado neutro. No existe. Por esto la Escritura dice que la vida es un sí o un no; no un estado indefinido con esperanzas definidas.

También la profetisa Ana, dedicada a dar culto a Dios en ayunos y oraciones, vio que el tiempo de la espera había acabado, y hablaba del Niño “a todos los que esperaban el momento en que Jerusalén sería redimida”.

Los rectos de corazón ven cumplidas sus esperanzas por la opción de sus vidas.


“Su padre y su madre estaban maravillados 

por lo que se decía del Niño”


Fue creído por los pobres, por Jesús, y por los que esperaban con fe.   

F. Allara


SANTOS DEL DÍA

FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

(clic aquí)



TE ENCONTRÉ ... ERAS TU QUIEN ME QUERIAS 

y en secreto me atraías hacia ti.











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