DIOS ES MÁS LUZ PARA LA VIDA QUE EL SOL
TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
Génesis 22, 1-2 ss
II DOMINGO CUARESMA CICLO -B
La
Luz de Dios no es sólo para el alma, sino para la integridad del ser humano.
Creer
es sentir en el espíritu que Dios nos llama.
La respuesta de Abraham fue:
“Aquí me
tienes”.
Es
la respuesta de todo creyente que desea saber y aceptar su voluntad.
No somos nosotros los que
tenemos a Dios. En Él estamos y, sin el consentimiento de nuestra libertad no dice ni hace nada.
Manda
cuando sabe la disposición de nuestra intimidad.
Toma, si quieres, a tu único hijo Isaac, que tanto lo amas…, sacrifícalo.
Abraham
obedeció saliendo de casa sin saber adónde iba, y no duda en ofrecer en
sacrificio a su único hijo, que tanto amaba.
La prueba
de fe que nos presenta Dios tiene la medida de la bendición que nos quiere
ofrecer.
“Tu
descendencia será tan numerosa como las estrellas del cielo”
Isaac
es signo del Hijo predilecto
del Padre que murió en la Cruz.
Es
un error pensar que Dios perdonó a Isaac y no a su Hijo, pues no es el Padre quien lo conduce al Calvario,
sino el misterio del Amor con que
nos libera y salva, que lo cumplen e iluminan las autoridades de su Pueblo, y todos nosotros, condenando a
Jesús a morir crucificado.
Dios lo entregó por nosotros (Rom.8,31-34), y nosotros lo hemos
convertido en el Cordero inocente sacrificado por nuestra salvación
eterna.
La transfiguración en el Tabor sucede después de anunciar Jesús la muerte que ha de tener.
El Tabor es el monte que ilumina el Calvario.
El
Tabor es signo de Luz para
el mismo Jesús,
informado en diálogo con
Elías y Moisés, y experiencia de
Gloria para Pedro, Santiago y Juan, al
que han de ver crucificado para comprender, y luego creer y amar por
el Espíritu, que el glorificado del
Tabor es el crucificado-resucitado.
“El mismo Dios que dijo de
las tinieblas brille la luz,
ha hecho brillar la luz en
nuestros corazones
para irradiar el conocimiento de la Gloria de Dios
que está en el rostro de Jesús” (2Cor.4,6)
El
Tabor también es luz para nosotros.
La
fe es don,
pero nos llega a cada uno desde una experiencia personal,
con el fin de unir el don de Dios
con una realidad humana,
que somos capaces de advertir en la medida en que no nos quedamos determinados por nuestro
subjetivismo, por nuestra razón, o por la superficialidad. Todo ello niega la posibilidad de una vida
interior, que debe ser lo propio de un ser humano libre.
“Este
es mi Hijo, mi amado, escuchadlo”
Es
el tiempo del silencio de Dios, porque
toda la revelación la tenemos en
su Palabra, el Hijo encarnado, muerto y resucitado. Cristo
es el gran milagro.
“Olvido de lo criado, memoria del Criador,
atención a lo interior, y estarse amando al Amado”.
(S. Juan de la Cruz)
F. Allara
Mosaico de la Cripta de la Basílica de la Transfiguración (Israel)
S. NÉSTOR, OBISPO DE MAGYDOS Y MÁRTIR
SEÑOR DE MIS SILENCIOS
Que me ilumine tu gloria...
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