domingo, 14 de enero de 2024

 SOMOS TEMPLO DE DIOS   

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M   


Animación a la lectura PALABRA DE DIOS

5 minutos de nuestro "día a día"


1 Samuel 3,3-10.19

Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde se encontraba el arca de Dios.c La lámpara del santuario seguía encendida.d Entonces el Señor lo llamó:
–¡Samuel!e
–¡Aquí estoy! –contestó él.
Luego corrió adonde estaba Elí, y le dijo:
–Aquí me tienes, ¿para qué me querías?
–Yo no te he llamado –contestó Elí–. Vuelve a acostarte.
Entonces Samuel fue y se acostó. Pero el Señor lo llamó otra vez:
–¡Samuel!
Samuel se levantó y fue junto a Elí, diciendo:
–Aquí me tienes, ¿para qué me querías?
–Yo no te he llamado, hijo mío –respondió Elí–. Vuelve a acostarte.
Samuel no conocía al Señor todavía,f pues él aún no le había manifestado nada. Pero por tercera vez llamó el Señor a Samuel, que se levantó y fue a decirle a Elí:
–Aquí me tienes, ¿para qué me querías?
Elí, comprendiendo entonces que era el Señor quien llamaba al joven, le dijo:
–Ve a acostarte, y si el Señor te llama, respóndele: ‘Habla, que tu siervo escucha.’
Entonces Samuel se fue y se acostó en su sitio. 10 Después llegó el Señor, se detuvo y lo llamó igual que antes:
–¡Samuel! ¡Samuel!
–Habla, que tu siervo escucha –contestó Samuel.
19 Samuel creció, y el Señor le ayudó y no dejó de cumplir ninguna de sus promesas.


II DOMINGO  TIEMPO ORDINARIO CICLO B


Nos admiramos de que Samuel durmiera en el Santuario donde estaba el Arca.

Nosotros podemos dos cosas más desde que Jesús ha venido a reconciliarnos.

1.      Nosotros somos el santuario, somos templo de Dios. 

2.     Tenemos los templos donde no reside el Arca, sino el mismo Dios en Cristo resucitado.

Estando Samuel durmiendo Dios le fue llamando hasta que, con la ayuda de Elí, el Profeta, supo discernir la llamada de Dios.

Dios da su favor a los que duermen en su propio templo, es decir, a quienes son conscientes de la Presencia de Dios en su alma, porque oyen que Alguien les llama.

De igual modo que Samuel necesitó la ayuda de Elí, nosotros necesitamos el discernimiento de la Iglesia para tener la garantía de la llamada de Dios y pasar, de lo que se oye, a la escucha de su Palabra para responder: “Aquí estoy, Señor”, tal como somos y en lo que somos, como respuesta a su llamada.

A veces nos complicamos la vida en querer hacer oración o en no saber cómo hacerla; cuando es la vida la que Dios llama a ser relación con Él.

Por esto nos ha hecho templos, para que advirtamos que no hay que cruzar los mares o subir a lo alto de las montañas para estar con Dios.

Pensemos que es Dios quien está con nosotros en nuestro propio hogar, para que sea nuestra vida, en cada momento, la que se relaciona con Dios en amor.

Así de sencillo es orar, como así de sencilla debe ser la vida del hogar; el lugar donde advertir las presencias tal cual somos y estamos.

Lo que sale fuera de esta sencillez, tanto con Dios como en el hogar, es complicarnos la vida en pretender hacer las cosas bien y hacer lo contrario por no acertar; cuando Dios, la familia y el prójimo están allí para vivir y convivir la sencillez humilde de la vida. Es desde esta sencillez humilde, Samuel durmiendo en el Santuario o, la nuestra, viviendo en el hogar o, tratándonos como prójimos.


Jn 1,35-42

Los primeros discípulos
35 Al día siguiente, Juan estaba allí otra vez con dos de sus seguidores.d 36 Cuando vio pasar a Jesús dijo:
–¡Mirad, ese es el Cordero de Dios!
37 Los dos seguidores de Juan le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les preguntó:
–¿Qué estáis buscando?
Ellos dijeron:
–Maestro, ¿Dónde vives?
39 Jesús les contestó:
–Venid a verlo.
Fueron, pues, y vieron dónde vivía; y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde.
40 Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. 41 Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón. Le dijo:
–Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo).e
42 Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús, y cuando Jesús le vio, dijo:
–Tú eres Simón, hijo de Juan, pero serás llamado Cefas (que significa: Pedro)"


Juan y Andrés eran discípulos de Juan Batista.

El Evangelio no nos dice que lo fueran Pedro y Santiago.

Juan Bautista fue testigo del bautizo de Jesús y de lo que experimentó. Es  humilde, no se queda en el “prestigio” con que lo admira la gente.

Dice de Jesús: “Este es el cordero de Dios”.

A los dos discípulos, Juan y Andrés, les dice: ¿Qué buscáis? . Y su respuesta: ¿Dónde vives?

No importa el lugar… somos templo…. lo que importa es el encuentro. No les llena la voz, sino la Palabra. No es casual el encuentro de Andrés con su hermano Pedro

Nunca llegamos a conocer a Jesús. 

“Tanto tiempo Felipe y no me conoces”

Se lo quedó mirando y le dijo: Tú eres Simón  

Porque es el encuentro el que deja huella imborrable en el corazón. 

Juan recuerda a los noventa años que era la hora décima.

Con Dios, y desde nuestras relaciones humanas, lo que es para siempre son los verdaderos encuentros.

En oración, como templos que viven desde su interior, y en toda relación humana, no hace falta memoria cuando son verdaderos los encuentros.

Tampoco es casual que Andrés vea a su hermano Simón el primero.

Simón cree a Andrés y van a Jesús, que se le queda mirando y le dice una frase que será sentencia para siempre:


“Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Quefas, que quiere decir Piedra”.


Dios nos ha elegido a todos para una vocación y misión, y Dios no se desdice de lo que pronuncia.

Seamos nosotros fieles a la gratuidad de su Amor.

F. Allara











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