JUAN VIÓ QUE VENÍA JESÚS
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
DIA 3 de Enero - CICLO B
Juan Bautista no convivió con Jesús, tenía sus seguidores.
Su voz supieron escucharla los que saben de desierto; sin embargo, vivió con Él momentos de suma trascendencia.
Supo mirar y ver que venía Jesús.
No es fácil discernir el momento que pasa Jesús por nuestra vida.
Una cosa es creer en Él, incluso recibirle en comunión y otra, muy diferente, el paso de Jesús por nuestra vida, como presente eterno hecho tiempo, en el que nos dice algo íntimo y personal:
Hemos sido creados con amor, y el para qué de nuestra misión,
según la voluntad divina.
No os extrañe lo que digo.
Dios no crea nada sin un porqué y menos a un ser humano.
No lo olvidemos, Jesús pasa por nuestra vida.
“Vino a su casa y los suyos no lo recibieron” porque no lo reconocieron.
¿Esperamos el paso de Jesús por nuestra vida o no lo esperamos?
Si ayer pasó como uno de tantos siendo Dios, deseando ver de Él portentos divinos -cuando el más omnipotente hecho del Amor fue ver el paso de Dios por la Cruz- no esperemos otra forma de presentarse en nuestra vida hoy.
Un hecho, una palabra, una presencia, una cruz, todo mediante una figura, tal vez la menos esperada, puede ser el medio por el que pasa Dios en presente por nuestra vida.
Juan lo supo ver y lo indicó a los demás:
“Mirad el cordero de Dios
que carga sobre sí el pecado del mundo”.
¿Qué hay que reconocer?
Que detrás de nuestro presente viene el que nos pasa delante, porque antes que nosotros Él ya existía.
“Yo no sabía quién era”.
(Cuando María visitó a su prima saltó de gozo)
Tengamos presente que una cosa es conocernos por amistad o por sangre y, otra reconocer lo que cada uno somos en función de la misión encomendada por Dios.
No es fácil ver en cada uno lo que es de más.
Cuando vivimos centrados en el día a día, lo que experimentamos y nos preocupa es la problemática de la existencia; otra cosa muy diferente es vivir desde una vocación concreta.
Es la propia vida la que pide la vocación y la misión creamos o no en Dios; de lo contrario es una existencia a merced de las circunstancias, donde difícilmente se halla el sentido de la misma vida, la verdad de vivirla y la necesidad de acertar en la verdad del amor.
Conocer nuestra vocación y misión es el único medio para vivir con sentido y trascender en bien, desde lo más trágico, como nos lo demuestra la vida y la muerte del mismo Juan Bautista.
Creamos lo que Juan Bautista vio y testificó.
Creamos lo que Juan evangelista vio y toco y creyó.
“Aquel sobre el cual verás que el Espíritu baja
y se posa es el que bautiza con Espíritu Santo”
“Yo lo he visto y doy testimonio de que es el Hijo de Dios
”F. Allara
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