martes, 12 de diciembre de 2023

POR UNA OVEJA PERDIDA 

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M


Animación a la lectura PALABRA DE DIOS

5 minutos de nuestro "día a día"


Mt 18,12-14


12 “¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará las otras noventa y nueve en el monte e irá a buscar la extraviada? 13 Y si logra encontrarla, os aseguro que se alegrará más por esa oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. 14 Del mismo modo, vuestro Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños"


DÍA 12 Diciembre  CICLO -B


Todos buscamos lo perdido cuando es de valor para nosotros.

Es un don la experiencia de perder algo importante, para valorar lo que tenemos.

Jesús era sencillo enseñando. Hoy lo hace con la parábola de la oveja perdida.

Tal vez lo que no pensamos de ella es que el pastor ama todas las ovejas hasta dar la vida; razón que le mueve a dejar las noventa y nueve por una.

Les pregunto a las ovejas, que ven que su pastor las deja, si sienten un amor semejante al de su pastor por la hermana oveja que no está en el redil.

Si lo que experimentan son celos o envidia, por ver salir al pastor en busca de ella, es que no han entendido jamás el amor del pastor.

Si fuera así, aumentarían los celos y la envidia al verle llegar, lleno de alegría, por haber encontrado la perdida, llevándola además en brazos.

Sólo un pastor que ama a todas las ovejas es capaz de desvivirse por la que ha perdido y de buscar hasta encontrarla.

El mal pastor se contenta con las que tiene en el redil y no siente dolor si pierde una y otra día otra. De ser así, las ovejas que siguen en el redil se deberían preguntar si su pastor las ama o son un entretenimiento de su vida.

Ver sediento de amor al pastor, dejándolas por una, las debería llenar de alegría al experimentar que es capaz de dar la vida por cada una de ellas.

Dejemos las ovejas.

Cuando nos sentimos unidos por voluntad divina viviendo la fe, compartiendo la vida según la medida en que somos capaces de amarnos, nos duele la pérdida de cada ser humano amado, igual si el adiós es para siempre, como si se va de la comunión, porque la Fe nos une con un amor más grande que el nuestro.

La familia sufre cuando alguno de sus miembros no vive la comunión verdadera dentro de ella.

En silencio, con palabras y con oración, cuando hay fe, es de alguna manera salir a buscar a quien se ama, sufriendo porque no está.

La paz es fruto de la experiencia viva de la comunión de todo el redil; hecho que jamás indica uniformidad. Cada oveja tiene su propio nombre y la singularidad jamás se debe perder.

Si es verdad el amor, se alegra el pastor al encontrar la perdida y se alegra todo el rebaño cuando ven que su hermana llega en brazos del pastor.

Hablemos del amor, pero desde el examen de su verdad o falsedad.

¡Cuánta felicidad se pierde en los hogares, en la vida fraternal religiosa y parroquial, por la indiferencia ante el sufrimiento de los que viven amando como buenos pastores! Porque, todos lo somos, unos para otros.

Cristo dio la Vida por las cien, y la parábola termina diciendo:

1.      En el cielo hay más alegría por la oveja perdida-hallada que,

2.     por las noventa y nueve que no se habían perdido.

Fiesta eterna por las 99 justas y más por recuperar la perdida. (A meditar y deducir).     

F. Allara







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