POR UNA OVEJA PERDIDA
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
Mt
18,12-14
12 “¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará las otras noventa y nueve en el monte e irá a buscar la extraviada? 13 Y si logra encontrarla, os aseguro que se alegrará más por esa oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. 14 Del mismo modo, vuestro Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños"
Todos
buscamos lo perdido
cuando es de valor para nosotros.
Es
un don la
experiencia de perder algo importante, para valorar lo que tenemos.
Jesús
era sencillo enseñando. Hoy lo hace con la
parábola de la oveja perdida.
Tal
vez lo que no pensamos de ella es que el pastor ama todas las ovejas hasta dar la
vida; razón que le mueve a dejar las noventa y nueve por una.
Les
pregunto a las ovejas, que ven que su pastor las deja, si
sienten un amor semejante al de su pastor por la hermana oveja que no está en el redil.
Si lo
que experimentan son celos o envidia, por ver salir al
pastor en busca de ella, es que no han
entendido jamás el amor del pastor.
Si
fuera así, aumentarían los celos y la
envidia al verle llegar, lleno de alegría, por haber encontrado la perdida,
llevándola además en brazos.
Sólo
un pastor que ama a todas las ovejas es capaz de desvivirse por la que ha perdido y de
buscar hasta encontrarla.
El
mal pastor se contenta con las que tiene en el redil y no siente dolor si pierde
una y otra día otra. De ser así, las ovejas que siguen en el redil se deberían
preguntar si su pastor las ama o son un entretenimiento de su vida.
Ver
sediento de amor al pastor, dejándolas por una, las debería llenar de alegría al
experimentar que es capaz de dar la vida por cada una de ellas.
Dejemos
las ovejas.
Cuando
nos sentimos unidos por voluntad divina viviendo la fe, compartiendo
la vida según la medida en que somos
capaces de amarnos, nos duele la
pérdida de cada ser humano amado, igual si el adiós es para siempre, como si
se va de la comunión, porque la Fe nos une con un amor más grande que el
nuestro.
La
familia sufre
cuando alguno de sus miembros no vive la
comunión verdadera dentro de ella.
En
silencio, con palabras y con oración, cuando
hay fe, es de alguna manera salir
a buscar a quien se ama, sufriendo
porque no está.
La
paz es fruto de la experiencia viva de la comunión de todo el redil; hecho
que jamás indica uniformidad. Cada oveja tiene su propio nombre y la
singularidad jamás se debe perder.
Si
es verdad el amor,
se
alegra el pastor al encontrar
la perdida y se alegra todo el rebaño cuando ven que su hermana llega en
brazos del pastor.
Hablemos
del amor,
pero desde el examen de su verdad o
falsedad.
¡Cuánta
felicidad se pierde
en los hogares, en la vida fraternal religiosa y parroquial, por la indiferencia
ante el sufrimiento de los que
viven amando como buenos pastores!
Porque, todos lo somos, unos para otros.
Cristo
dio la Vida por las cien, y la parábola termina diciendo:
1.
“En el cielo hay más alegría por la oveja
perdida-hallada que,
2.
por las noventa y nueve que no
se habían perdido”.
Fiesta eterna por las 99 justas y más por recuperar la perdida. (A
meditar y deducir).
F.
Allara
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