NO ES FÁCIL VER CUMPLIDAS LAS PROMESAS DE DIOS
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
Mt 17,10-13
A
Dios se le conoce por el estudio de
las Escrituras,
garantizadas por el Magisterio de la Iglesia, en la medida en que son estudiadas
más con el corazón que con la razón; sin querer rebajar la capacidad racional
ni elevar el conocer a sentimientos.
Una
cosa es llegar a tener un conocimiento
científico de Dios, y otra llegar a escuchar
y saber por corresponder
a la Gracia, que es el don de darse Dios
mismo al alma.
En
esta relación se recibe la sabiduría, lo que Dios infunde
en ella, desde una recepción voluntariamente pasiva, que
es la que deja actuar a Dios.
Este
es el verdadero conocimiento de Dios, que
llega a mejor saber desde el mayor desconocimiento. Es el conocer del creyente
místico, que llega a ver lo que por
sí mismo no puede saber de Dios.
Estos
son los que han penetrado en el Misterio divino,
por pura Gracia, a la que han correspondido con gran violencia sobre sí mismos.
Son
los que llegan a ver con claridad, como
Dios cumple las promesas.
El
texto nos habla del conocimiento que tenían los Maestros de la Ley de
las Promesas de Dios llegando a saber, por las Escrituras, que Elías, el profeta “que impone respeto y que fue llevado por los aires en caballos de fuego
al cielo…que
está a punto de venir…a
preparar las tribus de Jacob”.
(Ecl 48,1-4.9-11), tenía que anteceder al Mesías.
De
ahí la pregunta que le hacen los
discípulos a Jesús:
“¿Qué hay de esto?”.
“Os aseguro que ya ha venido”,
les responde Jesús.
Aquí
entra el título.
Dios lleva la iniciativa de su Plan de
Salvación, que sigue su ritmo en el tiempo, desde su actuar divino eterno.
Los
escribas y fariseos conocían lo que
debía de suceder, pero la realidad de cómo
sucede la ven quienes están atentos
a la voz de Dios.
Los
discípulos interpretan, por las palabras de Jesús: “en lugar de reconocerle lo han tratado como
han querido”, que se trataba de Juan
Bautista.
No
pensemos en ninguna reencarnación.
Todo
son signos del proceder divino.
Por
esto Juan es anunciado por Jesús como el
más grande nacido de mujer, al ser signo de Elías, el Profeta de los Profetas, como lo ha sido Juan
como Precursor del Mesías.
El
mismo Dios,
presente en Jesús de Nazaret, es signo de Salvación que cumple las
Promesas.
Al
presentarse anonadado, sujeto a la condición humana y al
poder de su mismo Pueblo, le
siguieron y lo reconocieron los pobres y
los pecadores y
no los sabios y entendidos que cumplieron
la profecía de Jesús:
“El Hijo del Hombre padecerá a sus
manos”.
Estemos atentos a los signos de los tiempos con fe para interpretarlos desde y con la Iglesia católica. ¡Dios habla, aunque mueran los pobres!
F. Allara
"El mismo Dios, presente en Jesús de Nazaret,
es signo de Salvación que cumple las Promesas"
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