FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
¡Paz, Bien y agradecimiento a cuantos vivís el amor en el Banquete del hogar!
Queremos ver más allá de la misma Fiesta de la Sagrada Familia
Queremos apreciar, aceptar y creer en el Amor divino que hemos conocido por medio de Jesús.
Hoy, el signo que contemplamos en la Fiesta de la Sagrada Familia es el conocimiento que tenemos del Amor que vive nuestro Dios, Uno y Trino.
La Comunidad de Amor divino nos revela el amor a todo ser humano, a todo lo creado.
Contemplemos el Camino que ofrece para ser andado desde cada situación de vida; desde el tiempo de cada familia y desde cada situación cómoda o atribulada que vive.
Sepamos ver en este día de la Sagrada Familia el Amor de Dios Padre, conocedor de tantas realidades irremediables, de tantas situaciones dolorosas, violentas, de tantas rupturas…
Que nadie se sienta fuera del Amor divino.
Solo Dios, conoce:
. Las realidades más íntimas y profundas de cada ser humano.
. Nuestras mentes, tan dignas como son, pero armas de no fácil dominio.
. La complejidad de nuestros corazones y,
. El riesgo de nuestras libertades.
El Cristianismo no es un idealismo.
Es el seguimiento del Dios y Hombre Jesús, que hizo realidad en su Vida el Amor divino, que lo Era Él mismo, “existiendo desde el principio”. “Era Dios y estaba en Dios”. Y lo conocía de su propio Padre.
Es lo que nos vino a revelar y a ofrecer para acompañarnos, a todos y a cada uno, en el digno, pero difícil vivir personal, familiar y social, en el tiempo y las circunstancias concretas de nuestras propias vidas.
Dicho esto, una reflexión sobre el amor:
1. Cuando el amor es entendido solo como una condición propia del ser humano y vivido desde su libertad y sin referencias indicativas objetivas, el amor se convierte en arbitrariedad, y es utilizado en interés propio; contradiciendo la esencia del mismo amor, que es darse a los demás, como virtud que, probada como oro en el crisol, revela el ser de cada uno.
Su verdad es lo que permanece de nuestras vidas.
Por esto, aunque sean muchas las formas de vivir la vida personal y también la vida matrimonial, el amor, tanto si se es creyente como si no, tiene unas propiedades esenciales. Cuando estas no se respetan llevan al ser humano a vivir la vida, y el mismo amor, como quien construye su casa sobre terreno movedizo, donde es prácticamente imposible edificarse personalmente y, más imposible aún que permanezca el edificio de una vida en común.
Cuando lo común es lo arbitrario, la lógica consecuencia es la inestabilidad.
2. Como creyentes tengamos, como primera condición el Amor divino; éste jamás se impone sobre la dignidad y la libertad humana.
Recordemos como Jesús, habiendo llamado a sus discípulos por su nombre, les invita a marcharse, si lo creen oportuno, ante la Verdad de su Mensaje.
Si pensamos que Dios es el represor de la libertad y de la dignidad humana, demostramos no conocer a Jesús ni al Dios que nos ha revelado con su Vida.
Nuestra Fe no es un cúmulo de leyes y de obligaciones, sino que es la que fundamenta la vida siempre en el Amor. Por esto, desde la Fe, podemos decir:
a) Que el Amor es objetivo
b) Que lo hemos conocido. (Releamos la I carta de Juan)
El Amor divino es la objetividad del Amor vivido en Comunidad
Cada ser humano, en su singularidad, está llamado a realizarse en comunidad.
Vivir el amor en cristiano es, desde cada vocación, un reflejo de lo que es la vida de familia.
Las características esenciales del amor son siempre las mismas: convivir, acoger, compartir, servir, respetar.
3. El amor humano es objetivado por el conocimiento del Amor divino.
Creados para vivir el amor todos a semejanza de la Comunidad Trinitaria
4. Opciones para vivir personalmente el Amor y del Amor aprendido amando.
Amar es servir, desde la vocación bautismal en el Sacramento del matrimonio, en la vida religiosa o sacerdotal, en singular vocación pero comunitaria.
5. Una es la espiritualidad; pero distinto el modo de vivirla, según la propia vocación
Lo común en todas:
Desde la objetividad del Amor conocido. Nunca el amor ni amar es arbitrario. La relación personal con Dios, la libertad personal y el respeto mutuo a esta libertad, la fidelidad a lo propio de cada opción
La obediencia, como sentido a las exigencias de cada opción explicita, el “otro”, el prójimo, como referencia para el camino.
2 El Señor quiere que el padre sea honrado por sus hijos, y que la autoridad de la madre sea respetada por ellos. 3 El que respeta a su padre alcanza el perdón de sus pecados, 4 y el que honra a su madre reúne una gran riqueza. 5 El que respeta a su padre recibirá alegría de sus propios hijos; cuando ore, el Señor le escuchará. 6 El que honra a su padre tendrá larga vida; el que respeta a su madre será premiado por el Señor, |
12 Hijo mío, empéñate en honrar a tu padre; no le abandones mientras tengas vida. 13 Aunque su inteligencia se debilite, sé comprensivo con él; no le avergüences mientras viva. 14 Socorrer al padre es algo que no se olvidará; será como ofrecer sacrificio por los pecados. |
El escritor, Jesús Ben Sira explica el mandamiento de honrar a los padres.
Respeto a su autoridad. (Que procede de Dios; no de ninguna convención social).
Procurar su sustento, cuando ellos no pueden buscarlo por sí mismos.
Dios nos creó hombre y mujer, en paralelismo de igualdad y dignidad.
Aquí también se resalta la misma igualdad y dignidad del padre y de la madre.
Dios ha hecho las cosas bien. Somos nosotros quienes las torcemos, cuando deseamos favorecer nuestros propios intereses.
Cristo como modelo de vida y la Palabra de Dios, aceptada y vivida, es motivación de una vida ascendente en sentimientos y virtudes alcanzadas por la oración, que van, desde los sentimientos de compasión, de bondad, de humildad, de serenidad, de paciencia, a la capacidad de soportarnos mutuamente, hasta hacer real y habitual el perdón.
Desde estos sentimientos se llega, como coronamiento de los mismos, al amor, que lo une todo y lo perfecciona todo. El fruto de esta práctica de sentimientos y de virtudes conduce a la experiencia de la paz y al camino de la unidad. Y como culmen, se aprende a ser agradecidos.
Esta lectura es todo un proceso educativo de aprender a ser, de enseñar a ser para alcanzar lo que el mundo desea alcanzar en luchas, poderes y violencias.
La paz y la unidad -que nunca significa uniformidad-, exigen caminos personales y comunitarios de sentimientos y virtudes que el mundo, no sólo desconoce, sino que los menosprecia.
¿Dónde quedan los sentimientos de compasión, de bondad, de humildad, de serenidad, de paciencia?
¿Dónde queda la capacidad de soportarse?
¿Dónde queda la experiencia de la comprensión y del perdón?
¿ La vida de la Sagrada Familia nos puede servir de referencia y “modelo” a nosotros hoy?
Las actitudes de José: su fe, su humildad, su capacidad de renuncia, su fidelidad, su amor por salvar a María, y su obediencia a la voluntad de Dios a nivel personal. Su forma de respetar a María en su libertad, en su estado de vida, vemos la calidad de este hombre, que puede ser y es modelo para cualquiera que sea la opción de vida de una persona.
Las actitudes de María. Contemplándola desde lo que conocemos de ella como ser humano, nos basta meditar y ver que toda su vida fue un vivir de fe y confianza en Dios.
Vivió aceptando el riesgo de perderlo todo, por su fidelidad a la voluntad de Dios. El riesgo de su vida ante la Ley, su soledad… ¡Cuánto quedó de su vida en lo más profundo de su ser, sólo conocido por Dios!
Y de su plenitud de Gracia; creamos nosotros en la medida que se nos ha dado.
Con estas virtudes humanas, podemos deducir cómo pudo ser la vida de familia de José y de María. Cómo debían amarse como hombre y mujer, desde la vocación singular a la que los dos creyeron ser llamados.
Es esencial en la vida personal, en la vida religiosa y en la vida matrimonial, unl proyecto personal y común al que somos llamados desde nuestras vocaciones.
Lo de María y José fue un solo proyecto de amor y de vida en función de Jesús.
No hagamos del amor una abstracción, ni un idealismo, ni una fantasía; y menos desde la superficialidad ante el Proyecto que Dios nos propone a cada uno.
Dios, no ha venido a competir con la dignidad y la libertad humana, sino a darnos plenitud, para alcanzar mayor dignidad, mayor libertad y mayor sentido a la vida personal y social, siendo verdadero Camino Cristo, que ha caminado delante para poder pisar sus huellas y alcanzar la felicidad y la paz, íntima, familiar y social, que el mundo nunca sabrá hallar.
Quién diga que estos dos seres humanos no son modelo para un vivir humano, tanto desde la fe, como sin ella, pero desde el deseo de posibilitar el bien común de la Humanidad, que confiese su partidismo Ideológico, que, por más que pretenda ser humano, nunca alcanzará las medidas de Bien universal, que Dios nos propone y que José y María, han vivido, no con facilidad.
Dios, como vemos en la sagrada Familia, no facilita las cosas por la Fe, sino que compromete a vivirla en medio de la tribulación.
José necesitó de intervención divina para aceptar lo que no entendía y amaba, y María, desde la Encarnación hasta la Cruz, su alma fue traspasada por una espada, cuyo dolor la acompaño toda su vida.
F. Allara
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