martes, 21 de noviembre de 2023

JESÚS CONOCE LOS CORAZONES QUE ANDAN INQUIETOS  

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara   O.F.M 



Animación a la lectura PALABRA DE DIOS

5 minutos de nuestro "día a día"


Lc 19,1-10

Jesús y Zaqueo

"1 Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús. Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
–Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador.Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor:
–Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:
–Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham.10 Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido"


Contrasta lo que nos dice el texto en relación al gentío con la elección singular que hace de Zaqueo.  

Dios, en este caso Jesús, conoce los corazones que andan inquietos, que no viven satisfechos la vida, aunque dispongan de riquezas y poderes.

Puede incluso que piensen que están lejos de Dios, pero Dios no está lejos de ellos, porque, la inquietud del corazón es una forma de plegaria, que Dios escucha del corazón que desconoce que la reza.

Todos somos pequeños para saber algo de Dios; y quien piensa que sabe más de los que juzga lejanos, todavía es más pequeño ante Dios.

¡Qué casualidad que Jesús esté de paso por Jericó, y que el corazón inquieto de Zaqueo quiera ver a Jesús!

Como ayer ante el ciego Bartimeo, hoy Jesús también se detiene ante un hombre que, por verle, “se ha adelantado y ha subido a un sicómoro”.


Baja deprisa, Zaqueo, que hoy tengo que hospedarme en tu casa


¿Nos extraña el juicio de los que ven que se hospeda en casa de un pecador?

¿Qué pensaríamos nosotros, feligreses y militantes, que Jesús se fuera a comer a casa de nuestro enemigo en lugar de quedarse en la nuestra?

El encuentro con Jesús es real cuando sucede en la mesa de nuestro hogar, que es el centro y mitad de nuestra vida íntima, es decir, en el alma.

Allí espera Dios en su Espíritu hasta que nosotros seamos capaces de entrar en nuestro hogar.

Entonces se produce el “baja deprisa, porque hoy quiero que te des cuenta que deseo quedarme en tu casa”.

El verdadero encuentro convierte la vida y ésta comienza a sentir la paz del corazón hasta entonces inquieto.

Zaqueo se puso de pie. Actitud propia de quien toma una decisión sin temor.

Nos dice la Escritura que, cuando vuelva, y los hombres se llenen de espanto, vosotros permaneced de pie.

María estuvo de pie ante su Hijo crucificado.

Zaqueo, de pie, convertido ante la experiencia de Jesús en su casa, dijo:


“Señor, ahora mismo doy a los pobres la mitad de mis bienes,

y a todos los que he defraudado, les restituyo cuatro veces más”


La conversión no sólo afecta sentimentalmente al corazón, sino a la integridad de la vida, y algo muy propio de ella son los bienes materiales.

Darlos es el gesto externo que mejor revela el sentimiento interno.


“Hoy se ha salvado esta casa,

ya que este hombre también es un hijo de Abraham”


Todos somos para Dios hijos de Abraham. Dios lo nota en la inquietud del corazón, no simplemente por seguirle.


“El Hijo del Hombre ha venido a busca y a salvar lo perdido”.

F. Allara




ZAQUEO Y EL ÁRBOL DE SICOMORO

Este es el sicomoro milenario en Jericó
que según la tradición fue donde subió Zaqueo para ver a Jesús.


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