JESÚS CONOCE LOS CORAZONES QUE ANDAN INQUIETOS
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Fray Federico Allara O.F.M
Animación a la lectura PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
Contrasta lo que
nos dice el texto en relación al gentío
con la elección singular que hace de
Zaqueo.
Dios, en
este caso Jesús, conoce los corazones que andan inquietos,
que no viven satisfechos la vida, aunque dispongan de riquezas y poderes.
Puede incluso que piensen que están lejos de Dios, pero Dios no está lejos de ellos,
porque, la inquietud del corazón es una forma de plegaria, que Dios escucha del corazón que desconoce
que la reza.
Todos somos pequeños
para saber algo de Dios; y quien
piensa que sabe más de los que juzga
lejanos, todavía es más pequeño ante Dios.
¡Qué casualidad
que Jesús esté de paso por Jericó, y que el
corazón inquieto de Zaqueo quiera ver
a Jesús!
Como ayer ante el
ciego Bartimeo, hoy Jesús también se
detiene ante un hombre que, por verle,
“se ha adelantado y ha subido a un sicómoro”.
“Baja deprisa, Zaqueo, que hoy tengo que hospedarme en tu casa”
¿Nos extraña el juicio de los que ven que se hospeda en casa de un
pecador?
¿Qué pensaríamos
nosotros, feligreses y militantes, que Jesús se fuera a comer a casa de nuestro enemigo en lugar de quedarse en
la nuestra?
El encuentro con Jesús es real cuando sucede en la
mesa de nuestro hogar, que es el centro y mitad de nuestra vida íntima,
es decir, en el alma.
Allí espera Dios en su Espíritu hasta que nosotros seamos capaces de entrar en nuestro hogar.
Entonces se produce el “baja deprisa, porque hoy quiero que te des cuenta que deseo quedarme en tu casa”.
El verdadero encuentro convierte la vida y ésta comienza a sentir la paz del corazón hasta entonces inquieto.
Zaqueo se puso de
pie. Actitud propia de quien toma una decisión sin temor.
Nos dice la
Escritura que, cuando vuelva, y los hombres se llenen de espanto, vosotros
permaneced de pie.
María estuvo de pie ante su Hijo crucificado.
Zaqueo, de pie, convertido
ante la experiencia de Jesús en su
casa, dijo:
“Señor, ahora
mismo doy a los pobres la mitad de mis bienes,
y a todos los
que he defraudado, les restituyo cuatro veces más”
La conversión no
sólo afecta sentimentalmente al corazón, sino a la integridad de la vida, y
algo muy propio de ella son los
bienes materiales.
Darlos es el gesto
externo que mejor revela el sentimiento interno.
“Hoy se ha
salvado esta casa,
ya que este
hombre también es un hijo de Abraham”
Todos somos para
Dios hijos de Abraham. Dios lo nota
en la inquietud del corazón, no simplemente por seguirle.
“El
Hijo del Hombre ha venido a busca y a salvar lo perdido”.
F.
Allara
ZAQUEO Y EL ÁRBOL DE SICOMORO
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