A DIOS INTERESA LO QUE HAGAMOS
DE LA VIDA Y DE NUESTROS BIENES.
AMA LA DIGNIDAD DE TODO SER HUMANO QUE HA CREADO
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Fray Federico Allara O.F.M
Animación a la lectura PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
Empieza el texto
del domingo pasado diciendo que, los que
le acompañaban pensaban que estaba cercano
el tiempo de establecerse el Reino de
Dios.
Lo que deseaban no
era tanto ver el Reino de Dios sino
su poder restaurado.
¡Cuántas veces a
lo largo de la Historia el ser humano ha pensado que llegaba el fin, tal vez no
el Reino de Dios, pero sí el fin del mundo!
Jesús nos tiene
dicho que el fin lo tiene determinado el
Padre.
Jesús lo sabía y
lo sabe, pero no era cuestión suya decirlo, ni es cuestión nuestra preguntarlo.
Lo que de verdad nos ha de preocupar es
que Cristo ha venido para decirnos que el
Reino de Dios está dentro de nosotros.
De ahí la gravedad
de la parábola, para que sus coetáneos entendieran lo que les debía preocupar, que es lo que nos
debe preocupar a todos.
En primer lugar,
pensar en la situación de los que pasan o niegan a Dios,
porque, la distribución de la vida y de
los bienes está hecha, y el fin ha
de llegar para todos.
Puede que a muchos
no les interesa Dios, sin advertir que a
Dios sí que le interesa lo que hagamos de la vida y de nuestros bienes,
porque ama la dignidad de todo ser
humano que ha creado.
La parábola va para todos, pues, repito lo de siempre, lo eterno se conoce, se cree, se ama y se gana o se pierde en el
tiempo.
Dios nos ha regalado la vida y nos ha ganado para la
eternidad, pero no a cambio de
administrar arbitrariamente la vida y los bienes.
No se trata sólo
de hacerlos fructificar, porque Dios crea de la nada; pero, una vez creados, los sembrados, entiéndase los acumulados, no sólo no fructifican, sino que mueren sin nacer, como se pierde la
vida, si no hemos entendido el amor al
prójimo.
Dios resucita al que ama al prójimo, aunque éste no lo conozca, mientras no reconoce a quien, pensando que le sirve con fe, no ama al prójimo amigo o
enemigo.
¡Así es de grande
y único Dios, siendo Amor!
Tampoco nos debe
importar si a uno le ha dado cinco o dos talentos.
Lo que nos debe
preocupar es lo que nos ha dado a cada
uno; pero, más aún, ver que muchos
no tienen nada. Dios no se ha olvidado, sino que lo que les corresponde, alguien
lo tiene sembrado, entiéndase acumulado.
¡Cuánto tiempo
perdido juzgando la realidad del mundo y a los demás!
Dios no pedirá cuenta de lo que otro ha sembrado o cosechado, sino de lo que cada uno ha recibido desde el don de la vida de bienes materiales y espirituales, en el sentido que son las facultades que nos permiten dar buen fin a la vida, sin olvidar que, a quien ama, esté cerca o lejos de Dios, le da lo que otros han perdido guardándoselo para sí.
F. Allara
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