miércoles, 8 de noviembre de 2023

 INTERPRETAR EL EVANGELIO NO ES SUBJETIVARLO

Reflexión Oración de la Palabra de Dios hoy 

Fray Federico Allara  O.F.M


Jesús Restaura nuestro corazón

Animación a la lectura PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"


(Clic en los textos para leer)


Rom 13,8-10


No tengáis deudas con nadie, aparte de la deuda de amor que tenéis unos con otros, pues el que ama a su prójimo ya ha cumplido todo lo que la ley ordena.e Los mandamientos dicen: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no codicies”;f pero estos y los demás mandamientos quedan comprendidos en estas palabras: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” 10 El que tiene amor no hace daño al prójimo; así que en el amor se cumple perfectamente la ley.


 Para Dios, el que hemos conocido en Cristo Jesús, sólo existe una moneda para pagar toda deuda, un valor que no necesita de otros para convivir los seres humanos: el amor.

No el amor según lo entiende cada uno, porque ni es un sentimiento y menos algo para usar y tirar. Para Dios es el único valor que ha dejado en el corazón del ser humano, aun sabiendo lo complejo que es este corazón.

El amor es la huella imborrable que posee todo ser humano, de tal manera que, quien su vida es una indignidad cubierta de ceniza por falta de amor, la huella que no se borra, puede aparecer por el lado opuesto: el odio.

De ahí la advertencia de “no quedar en deuda con nadie, porque la única deuda que tenemos en común es la de amarnos”.

“Quien ama no hace daño”, nos añade.

Sabemos que el mundo es enemigo del ser humano, porque no conoce el amor. Pero, en el mundo estamos; luego, el examen y la culpa no la echemos al mundo, sino a las actitudes habituales que tenemos cada uno.


Lc 14, 25-33

        (Mt 10.37-38)
Lo que cuesta seguir a Cristo

25 Jesús iba de camino acompañado por mucha gente. En esto se volvió y dijo: 26 “Si alguno no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. 28 Si alguno de vosotros quiere construir una torre, ¿acaso no se sentará primero a calcular los gastos y ver si tiene dinero para terminarla? 29 No sea que, una vez puestos los cimientos, si no puede terminarla, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, 30 diciendo: ‘Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar.’ 31 O si un rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿no se sentará primero a calcular si con diez mil soldados podrá hacer frente a quien va a atacarle con veinte mil? 32 Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos le enviará mensajeros a pedirle la paz. 33 Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que tiene no puede ser mi discípulo.

 Por ahí va el Evangelio de hoy.

Jesús no nos pide imposibles, porque Dios no necesita competir con sus criaturas que no necesita habiéndolo creado todo por Amor.

“A los que le seguían” les recuerda el primer mandamiento, y termina diciendo que:

“Quien no renuncia a lo que tiene no puede ser su discípulo”.

Tener es poseer, por tanto, hemos de discernir lo que poseemos de lo que administramos, porque a nada de lo que se nos ha dado como valores y dones, entre ellos el don del amor, se nos pide renunciar, sino administrar para devolverlo con intereses.

Lo que Jesús nos pide es que no nos apropiemos de los bienes recibidos, porque es cuando los usamos indebidamente, incluido el amor.

Cuando así lo hacemos, no podemos ser discípulos de Cristo.

Por esto Jesús se vuelve para mirar de frente a todos los que le seguían, ya que, una cosa es seguir a Jesús por donde va, que traducido es ir siguiendo con lo que se nos ha enseñado “practicando”, o seguirle siendo criticado, aunque no sea directamente, para ser finalmente negado y condenado; porque lo de los escribas y fariseos continúa vigente, como aquel entonces por los sabios y entendidos de su Pueblo, como pasa hoy, y otra cosa es conocerle, creerle, amarle e identificarse con su Vida, que sólo usó la moneda del Amor para quedar sin deuda con nadie.

Antes de examinarnos cómo amamos al prójimo, veamos cómo amamos a Dios, porque, lo primero que nos ha recordado Jesús es el mandamiento primero: si no le amamos a Él sobre todos, no somos dignos.

El examen que sea práctico; a Él le hacemos lo que le hacemos al prójimo.  

F. Allara






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Lazos de amor Cristóbal Fones, SJ




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