¡GRANDE ES EL ALMA
QUE TIENE LA FE DE UN
GRANO DE MOSTAZA!
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
Animación a la lectura PALABRA DE DIOS
5 minutos de nuestro "día a día"
El
Evangelio es el libro que dice mucho en pocas palabras; por algo el N.T. es la
experiencia de Dios-con-nosotros en Cristo Jesús, la Palabra hecha Hombre que,
con sola su Presencia, ha llenado de libros la Historia humana.
Sólo
la perfección de los Santos evita ser
causa de tentación para los demás.
Nuestra
condición humana es motivo de caída
personal, y sólo con la ayuda de Dios es posible permanecerle fiel y al
prójimo. A su vez, nuestra condición humana, también puede ser causa de caída del prójimo.
La
advertencia de Jesús va hacia la gravedad
de la caída personal y la ajena, y ante esto no hay excusa, sino conversión y Misericordia divina.
Sobre
el escándalo podríamos establecer una larga lista, pues, no siempre los escandalizados piensan que pueden ser
también escandalizadores.
De
ahí que Jesús, ante sus graves palabras, coloca en seguida el perdón, con la
exigencia de ayudar fraternalmente al que
ha pecado. La mejor ayuda la dice también Jesús: si se reconoce el mal y se
arrepiente, perdónalo.
Jesús
pone dos condiciones al pecador: reconocer el mal y arrepentirse, con
el mandato de perdonar hasta siete veces, es decir, siempre.
El
amor y el perdón, exigidos por Jesús, llegan a motivar en los mismos discípulos
la duda de no creer en su propia
capacidad, acostumbrados a que la Ley no es tan rigurosa como lo es Dios
cuando habla del Amor.
No
solemos relacionar la fe con la rigurosidad del amor y el perdón.
He
dicho muchas veces que, si tiene sus dificultades la fe en Dios, más las tiene
creer en el Amor que Cristo nos ha revelado con su forma humano-divina de amar
y perdonar.
Los
apóstoles,
ante tales exigencias, le piden a Jesús
que les dé más fe.
La
respuesta de Jesús
sigue siendo radical y dificultosa para la razón y el mismo corazón humano;
pues, hace depender de la fe, como un grano de mostaza, la
obediencia de la Naturaleza.
Los
apóstoles son sinceros. Nosotros hablamos de la Naturaleza, desde actitudes
arbitrarias, como si ella no tuviera sus leyes.
Cuando
suceden catástrofes miramos al cielo con
recelo; unos sin palabras por respeto, y otros con rebeldía por consentirlas; y también por su aparente
silencio ante la realidad cada vez más dolorosa de la Humanidad.
¿No
nos deberíamos sincerar ante Dios, como hicieron los Apóstoles, pidiendo más
fe?
¿Qué
esperamos de Dios, más milagros?
S.
Juan de la Cruz,
nos dice que no los pidamos ni los
esperemos, porque todo nos lo ha dicho en Cristo Jesús. No sólo lo ha dicho
todo, sino que lo ha hecho todo.
La
fe como un grano de mostaza no mueve montañas, ni cambia el mundo,
cambia la vida de las personas, que
han aprovechado el don de esta aparente pequeña fe, más difícil que mover una montaña.
F. Allara
Para conocer el contenido del libro del autor hacer clic en la imagen.
El autor nos comparte su experiencia de Oración profunda del Padre Nuestro.
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