domingo, 12 de noviembre de 2023

  JESÚS DESEA COMPARTIR SU PAN, SU SABIDURÍA


REFLEXIÓN, MEDITACIÓN FRAY F. ALLARA O.F.M



Animación a la lectura PALABRA DE DIOS


5 minutos de nuestro "día a día"

 

Sb. 6,12-16


12 La sabiduría resplandece con brillo que no se empaña; los que la aman, la descubren fácilmente,
y los que la buscan, la encuentran; 13 ella misma se da a conocer a los que la desean.
14 Quien madruga a buscarla, no se cansa: la encuentra sentada a la puerta de su propia casa.
15 Tener la mente puesta en ella es prudencia consumada; el que trasnocha por hallarla,
pronto se verá libre de preocupaciones. 16 Ella misma va de un lado a otro
buscando a quienes son dignos de ella; se les manifiesta con bondad en el camino y les sale al encuentro en todo lo que piensan.


DOMINGO XXXIII - TIEMPO ORDINARIO  CICLO . A


Dice Jesús que “está a la puerta y llama, a quien le abre entra para cenar juntos".

La mesa del hogar es signo de lo que es la vida espiritual humana y comunitaria.

Lo que se lleva dentro individualmente es pan que se reparte desde la mesa del propio hogar de forma comunitaria con todos los que se sientan para compartir en común el pan de la vida interior.

Cuando Jesús nos dice de abrir la puerta de nuestro propio hogar, significa que desea compartir su Pan, que es su sabiduría en nuestra mesa, es decir, abrir un diálogo de intimidades con Él, para recibir nosotros, de su Espíritu, la sabiduría que nos quiere comunicar a cada uno.

Este es el diálogo relacional y oracional de Dios con nosotros.

La Sabiduría es un atributo de Dios. Es la Luz que Dios comunica a quien le abre la puerta de su propio hogar, porque la encuentran los que la ansían y Dios la comunica a quienes la desean, y la encuentran sentada esperando en las puertas de cada hogar.

De igual modo como existe el bautismo de deseo, nos dice el texto de hoy que, pensar en la sabiduría es ya tener el entendimiento maduro, es decir, que Dios comunica la sabiduría, ahora, a quien la desea y piensa en ella, porque es de Dios, y no la deducción racional de un pensar humano que, en relación a Dios, sólo lleva a interpretaciones subjetivas que pueden coincidir con una aproximación a su Verdad, o hasta pueden ser absurdas y contrarias a ella.

Dios ni tampoco la Escritura están para ser subjetivamente interpretados, porque a Dios no llega la razón por sí misma, y las Escrituras son Palabra de Dios que nos ha llegado por la mediación de hombres que, siendo como nosotros, nos han comunicado palabras de Dios para ser creídas.

De ahí que la fe, que lleva a veces a tantos problemas de razón, no es más que el Don de Dios que busca a quienes la desean y la merecen; es decir, ponen los medios adecuados para aceptarla; se da generosamente a todos, y se les aparece por los caminos de su vida, saliendo al paso como ayuda para todo lo que se proponen.



Mt.25,1-13


Parábola de las diez muchachas
“El reino de los cielos podrá entonces compararse a diez muchachas que, en una boda, tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no tomaron aceite de repuesto; en cambio, las previsoras llevaron frascos de aceite además de las lámparas. Como el novio tardaba en llegar, les entró sueño a todas y se durmieron. Cerca de medianoche se oyó gritar: ‘¡Ya viene el novio! ¡Salid a recibirle!’ Entonces todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dadnos un poco de vuestro aceite, porque nuestras lámparas van a apagarse.’ Pero las muchachas previsoras contestaron: ‘No, porque entonces no alcanzará para nosotras ni para vosotras. Más vale que vayáis a donde lo venden y compréis para vosotras mismas.’ 10 Pero mientras las cinco muchachas iban a comprar el aceite, llegó el novio; y las que habían sido previsoras entraron con él a la fiesta de la boda, y se cerró la puerta. 11 Llegaron después las otras muchachas, diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’ 12 Pero él les contestó: ‘Os aseguro que no sé quiénes sois.’

13 “Permaneced despiertos –añadió Jesús–, porque no sabéis el día ni la hora.


Tiene relación con el esposo que viene para celebrar sus bodas.

Las doncellas esperando al esposo somos cada uno de nosotros.

Cristo ha venido, la Sabiduría se nos ha dado con el Espíritu Santo, y Cristo ha de volver.

Ante su primera venida demostramos, con nuestra actitud ante Él, si somos de las doncellas prudentes o de las necias, porque Dios en Cristo ha llamado a la puerta de la Humanidad, habiéndola asumido, para que le reconozca y le abra todo aquel que, singularmente busca el sentido de su vida en la Verdad de Dios.

Ante la encarnación de Dios en Cristo, podemos ser de los que guardamos el aceite para responder tan pronto llame a la puerta íntima; o semejantes a las doncellas necias que se han olvidado del aceite, o lo utilizan como propiedad del don para su uso doméstico, para sus interpretaciones, dudas, o entretenimientos con lo que se tiene en mano para adormecer el espíritu y no oír o no estar en disposiciones de recibir la sabiduría que está sentada a la puerta, o al mismo Cristo que llama.

Quien le abre le conoce, y en el diálogo oracional vivido en la propia mesa del hogar, la sabiduría es luz para el alma que escucha; la fe resulta ser el fruto de un encuentro con lo divino en la mesa del propio hogar, llegando al conocimiento del Misterio divino de la manera más sencilla, porque Dios mismo se ha sentado en nuestra mesa para ser Luz del alma y vida íntegra; ayudando como Pan bajado del cielo a nuestro peregrinar humano.

Por el contrario, entendamos que sea lógica la respuesta de Jesús a las doncellas necias: “No os conozco”; porque, no es Dios quien no nos conoce, sino los que han usado mal el aceite para su entretenimiento humano y racional, quedando sin aceite para la lámpara que debía estar encendida para cuando el esposo llegara.

De ahí que, si bien nos debe preocupar el futuro eterno que a todos nos espera, el problema verdadero de la espera es de ahora, en función de haber venido el esposo a visitarnos en el tiempo, pasando por nuestras calles, y sentado en las puertas de nuestros hogares, “pasando las noches frías del invierno” esperando que, despiertos, con las lámparas encendidas, abramos la puerta al Dios que nos visita en el tiempo para hacer de nuestro hogar, y de la mesa del diálogo oracional, experiencia de lo eterno en el tiempo.

Es la manera de esperar sin temor, desde el santo temor del espíritu, por ser Don del Espíritu Santo, de no tener las lámparas encendidas y con suficiente aceite por si tarda en venir.

No hay temor para las doncellas prudentes, porque están despiertas con aceite en sus lámparas, esperando, aunque tarde el esposo.

Esto nos lleva a la sabia invitación de rezar los unos por los otros; que no es dar aceite a los necios entretenidos malgastando el aceite siendo en este caso no una falta de caridad, sino una sabia prudencia que, por la misma advertencia de “pensar que se puede acabar el aceite si no se guarda prudentemente”, es don de caridad para las doncellas necias.

 

ITes. 4,13-18

El regreso del Señor
13 Hermanos, no queremos que ignoréis lo que ocurre con los muertos. De este modo no os entristeceréis como los que no tienen esperanza. 14 Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios resucitará juntamente con Jesús a los que murieron creyendo en él.h
15 Por esto os decimos, como enseñanza del Señor, que nosotros, los que quedemos vivos hasta el regreso del Señor, no nos adelantaremos a los que ya murieron. 16 Porque se oirá una voz de mando, la voz de un arcángeli y el sonido de la trompeta de Dios, y el Señor mismo bajará del cielo. Los que murieron creyendo en Cristo resucitarán primero; 17 después, los que estemos vivos seremos llevados juntamente con ellos en las nubes, para encontrarnos con el Señor en el aire, y así estaremos con el Señor para siempre. 18 Animaos, pues, unos a otros con estas palabras.

S. Pablo nos invita a rezar por los difuntos; pues, ¡quién es el sabio y prudente, tan perfecto, que no haya hecho algo extraño con el don del aceite como para pensar que es santo para “ir al cielo”!.

Seguimos necesitándonos mutuamente de la oración común para que, los que han terminado su peregrinación y los que vamos en camino, aunque reconciliados por Cristo, lavados con su Sangre, lleguemos todos al Banquete eterno, sin ser doncellas necias, pensando que el peregrinar es suficiente para presentarse ante Dios purificados.

No olvidemos que en la tierra no somos santos, y todos necesitamos de la eterna Misericordia divina para poder estar de pie el día que nos llame.

Que sea: “entrad benditos de mi Padre, porque me habéis conocido en vuestro hogar y Yo también os conozco”.

                                                                                                                            F. Allara



Para conocer el contenido del libro del autor hacer clic en la imagen. 

Una experiencia de Oración y Alabanzas al Espíritu Santo. Dador de sus Dones a quienes se lo piden y los desean ardientemente. 





No hay comentarios: