FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS
REFLEXIÓN-MEDITACIÓN-ORACIÓN
de Fray Federico Allara O.F.M.
Si
siempre hemos de celebrar la Eucaristía
con alegría por la gratitud a Dios que nos concede vivir el Memorial de Cristo,
preludio del Banquete de Amor que viven los Bienaventurados en el cielo,
tal vez más hoy, por la solemnidad de todos los Santos, que no necesitan de
nuestros rezos, como haremos mañana por los difuntos porque, como dice
S.
Bernardo:
“Ellos
viven la medida de plenitud de ser en Dios,
siendo
nosotros los que nos beneficiamos de su intercesión”
Hoy
somos más conscientes que otros años de la realidad del mundo, por vivir la
crueldad de las guerras y su perseverancia; digo más conscientes, porque el aire que respiramos nos llega
contaminado, y al respirarlo, nos damos cuenta de que falta el aire puro
que pensábamos que existía antes, menos conscientes de la gravedad del mundo.
Como
decía el pasado domingo, lo que no nos
afecta directamente, lo vivimos y rezamos cómodamente, como si no pasara en
el mundo.
Siempre
ha habido guerras, siempre ha habido
millones de seres humanos que han muerto y siguen muriendo de hambre.
Aquellas
guerras y los muertos de hambre de siempre, no eran nuestro problema.
Hoy nos preocupa
la situación,
aunque sólo sea para verlo en los medios de comunicación, porque percibimos que
el peligro se ha acercado.
¿Por
qué esta introducción?
Por
el día que celebramos como Iglesia
católica, que cree en la santidad de
los seres humanos y los celebra litúrgicamente, no sólo a los canonizados,
a los que la misma Iglesia ha probado su santidad y ha aprobado ser testigos para la Humanidad que quiera tener referencias
humanas de seguidores del Evangelio de Cristo, sino que celebramos a los que, a los ojos de Dios,
han vivido como vivió Jesús y mueren a la manera de cómo murió Jesús aunque,
tal vez, muchos no lo hayan conocido.
La santidad es
posible en medio del mundo y cada uno la podemos vivir en el tiempo que nos
toca,
entendiendo que ni los santos han sido perfectos, sino pecadores que han vivido la fe, o han sido buenos en
medio de la tribulación, de una manera natural, que no deja de ser Gracia, por
la que hoy son celebrados.
(Haz clic en la imagen o en el texto)
Dios se fija en
los que viven en verdad las Bienaventuranzas que vivió Cristo y las anunció
como su Programa de Mesías en el mundo.
Puede
que muchos nunca las hayan escuchado, sin embargo, ante Dios, que nos mira con
amor, contempla_
· A los pobres que lo son y lo viven de múltiples maneras y los llama bienaventurados, aunque como dice la Escritura, parece que son castigados.
· A los humildes que no tienen voz ni voto, aceptando la vida sin rebelarse. –
· A los que tienen hambre, porque no tienen pan, y siguen muriendo cada día.
· A los que tienen hambre de que haya Justicia en el mundo y dan la vida por conseguirlo
· A los que, a pesar de vivir en tribulación, son compasivos, por haber conocido a Cristo, o porque lo son de natural, por Gracia que tampoco conocen, pero que para Dios son bienaventurados
· A los que son limpios de corazón, porque lo es su mente y su vida, para no juzgar, para amar, para perdonar, para justificar; porque sus ojos son la transparencia de almas limpias en medio de un mundo de basura, revestida de oro, como sepulcros blanqueados. –
·
A los que, en
medio de todas las guerras, las del mundo y las cercanas, saben tener palabras
y hecho que conducen a la paz, porque la llevan dentro.
Personas
han entendido que la Paz no se construye con odio, con venganza, con violencia,
con “la ley del talión, o triplicada, como antes de ser promulgada”, devolviendo
siempre bien por mal.
· A los que son perseguidos por su fe, por su religión y absurdamente más, por criterios ideológicos y hasta deportivos. ¡Cuánta necedad y cuánta pobreza humana!
·
A los
perseguidos durante dos mil años por ser testigos de Jesús, perseguidos
por su Nombre, por su Vida, por su Amor, por ser ¡Dios! Cuántos santos
anónimos, hombres, mujeres, niños, familias enteras, de toda clase y condición,
de toda raza y lengua, como dice el Apocalipsis; (Ap. 7,2-4.9-14) cuántos
mártires, cuántos confesores y vírgenes…
¡Cuántos santos
que sólo Dios los conoce y espera como buen Padre, para abrazarlos
después de sufrir en el mundo, llegados desde la gran tribulación! Cristo los
ha lavado con su Sangre inocente, para presentarlos divinizados ante el Padre.
Muchos
son los Santos que la Iglesia católica nos ofrece como seres humanos que han vivido el Evangelio, que han conformado
su vida con la de Cristo, de muchas y diversas manera.
El
cielo está lleno de santos que ni ellos sabían lo que les esperaba, porque en
sus vidas sólo han conocido guerra, mesas vacías, odio y muerte, para tantos de
forma inocente.
¡Cuántos se han
encontrado con un Banquete de Amor y de felicidad eterna, que jamás
habían pensado, porque nadie les había amado, desconociendo la Verdad del Amor
que existe, por más que el mundo lo niegue! Alegrémonos de celebrar esta
Fiesta.
Emocionémonos
por ver eternamente felices llenando el cielo, a millones de seres humanos
que, a lo largo de la Historia in[1]humana,
sólo conocieron en su vida dolor en todas sus facetas. Alegrémonos al ver el
asombro al morir de haberse encontrado como verdaderos hijos en Cristo, (I Jn. 3,1-3), ante el Padre que les
esperaba para abrazarlos eternamente.
Que el Banquete
Memorial de Cristo que celebramos sea hoy todavía más un Banquete de comunión
con Todos los Santos, que han hallado la felicidad no esperada por muchos,
porque ¡Dios Es Amor!
Pero,
sería pura teoría hablar de la felicidad
de todos los Santos que hoy celebramos si
nosotros no deseamos y esperamos este cielo abierto y este Banquete eterno.
Deseemos nuestra
conversión,
que no es otra que, amar el Evangelio de
Jesús, que es amar su Vida, y creer en su Muerte y Resurrección, para
entender que, dentro de lo imposible que es vivir a Cristo, sin Cristo, es
posible abrirnos a la Gracia de Dios para
practicar las Bienaventuranzas desde nuestra vida real.
También,
tener la humildad, para saber contemplar en medio de la vida, y tal vez dentro
de nuestro propio hogar, a muchos seres humanos, conocidos o no, pero que
veamos la realidad de las bienaventuranzas vividas en sus palabras y hechos,
porque, si celebramos que llenan el cielo millones de seres humanos anónimos,
que han sido santos en sus vidas, es porque hay mucha santidad en el mundo.
Dejemos
a parte mucha información, no siempre digna de ser atendida, y contemplemos, desde un espíritu que se
interroga y busca la Verdad, la santidad de momento anónima que hay entre
nosotros.
Empecemos por
vivir con amor y verdad el Banquete preludio del que celebran eternamente en el
cielo los Todos los Santos en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y también pensar
y meditar y desear el cielo prometido, pues, quien vive en espíritu y verdad,
salvando las distancias, por lo menos entiende lo de, “Muero porque no muero…, porque alta vida espero”.
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