lunes, 30 de octubre de 2023

 


Fray F. Allara O.F.M



TODO TIEMPO ES BUENO PARA HACER EL BIEN


Jesús sana en sábado a una mujer enferma

"10 Un sábado se puso Jesús a enseñar en una sinagoga. 11 Había allí una mujer que estaba enferma desde hacía dieciocho años. Un espíritu maligno la había dejado encorvada, y no podía enderezarse para nada. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:

–Mujer, ya estás libre de tu enfermedad.
13 Puso las manos sobre ella, y al momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios. 14 Pero el jefe de la sinagoga, enojado porque Jesús la había sanado en sábado, dijo a la gente:
–Hay seis días para trabajar: venid cualquiera de ellos a ser sanados, y no el sábado.h
15 El Señor le contestó:
–Hipócritas, ¿no desata cualquiera de vosotros su buey o su asno en sábado, para llevarlo a beber?i 16 Pues a esta mujer, que es descendiente de Abrahamj y que Satanás tenía atada con esa enfermedad desde hace dieciocho años, ¿acaso no se la debía desatar aunque fuera en sábado?
17 Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron avergonzados; pero toda la gente se alegraba viendo las grandes cosas que él hacía.


 REALIDAD DEL AMOR HECHO HOMBRE EN CRISTO

Cuando creemos y contemplamos la realidad del Amor hecho Hombre en Cristo hablamos de algo inconcebible; pero la razón no es la última palabra; lo que ella no entiende, lo puede creer, porque la fe es razonable.

Que Dios esté presente en una sinagoga enseñando como uno de tantos, con sabiduría para hablar como nadie, es lo que debemos creer y meditar.

La razón se enreda cuando sólo mira al cielo. Dios nos lo ha puesto más fácil, mirar al suelo y responder a quien llama a la puerta.

Querer entrar en el cielo para poder ver, es irracional; mirar a quien camina por nuestra calle y llama a nuestra puerta, es más racional para ser creído.

El problema de la fe no se resuelve por creer al Dios que no vemos, sino al que ha descendido hasta nuestro hogar.

Lo que pasa es que el Dios cercano nos compromete con su Vida y su Amor.

Lo absurdo es pensar que al del cielo lo podemos manipular con leyes y prácticas religiosas, o incluso negar. Al que entra en la sinagoga o llama a nuestra puerta, sabemos por dentro que le abrimos o nos cerramos.

Jesús curó otra vez en sábado, no para despreciar la Ley sino para decirnos que es su dueño -la que su Pueblo cerró en llave para esclavizar más que para liberar-, y que no hay días para hacer el bien, porque el bien es el mismo prójimo que se nos pone delante en cualquier momento y no con la moral o la ley que podemos practicar o no a nuestro antojo.

Molesta el Dios cercano, como irritó con vergüenza a quienes sabían mucho de la Ley, pero muy poco de amor ante quien sufre.

Molesta el prójimo que pide amor cuando se vive acostumbrados a la comodidad de cumplir la Ley, ajenos al sufrimiento del prójimo.

   (La información abre sentimientos ante un hecho y pone tierra al anterior, -Tierra Santa, ha silenciado Ucrania; los medios dicen o callan, creando lo que les interesa-; así, quien no es sensible, vive preocupado por las noticias, en tanto que le puede tocar la desgracia, pero no por la realidad desgraciada del prójimo).


UNA REFLEXIÓN PERSONAL 

Examen de la fe es reflexionar lo que nos dice el texto al terminar.

Unos callaron avergonzados, y los que veían en el Dios cercano una mano y un corazón humano, se alegraron de ver los prodigios que hacía desde su libertad, haciendo el bien sin miramientos humanos y en sábado.

Para su Pueblo y para el hombre de cada tiempo, es mejor tratar, creer o negar al Dios del cielo, que al que ha descendido, que es el mismo.  

El amor es la medida de la fe, y la fe es el alma del amor, dijo el Papa Francisco.

Creer o no creer, casi ni a Dios le importa; porque nos conoce, no por lo que decimos, sino por el amor o desamor con que tratamos al prójimo.

Dios tiene el rostro que contemplamos como hermano o enemigo.  F Allara

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