sábado, 23 de agosto de 2025

LA PUERTE ESTRECHA ES VER Y ESCUCHAR A A JESUS, 

DIOS Y HOMBRE VERDADERO

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

Animación a la lectura 

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

(Clic en los textos para leer)

Lucas 13,22-30

La puerta angosta
(Mt 7.13-14,21-23)
22 En su camino a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23 Alguien le preguntó:
–Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Él contestó:
24 –Procurad entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos querrán entrar y no podrán. 25 Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, vosotros, los que estáis fuera, llamaréis y diréis: ‘¡Señor, ábrenos!’ Pero él os contestará: ‘No sé de dónde sois.’ 26 Entonces comenzaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras calles.’ 27 Pero él os contestará: ‘Ya os digo que no sé de dónde sois. ¡Apartaos de mí, malhechores!’ 28 Allí lloraréis y os rechinarán los dientes al ver que Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas están en el reino de Dios, y que vosotros sois echados fuera. 29 Porque vendrá gente del norte, del sur, del este y del oeste, y se sentará a la mesa en el reino de Dios. 30 Y mirad, algunos de los que ahora son los últimos serán los primeros; y algunos que ahora son los primeros serán los últimos.


XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO  

CICLO  -C

Is 66,18-21Heb. 12,5-7.11-13

No es fácil aceptar la corrección.

“Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele”

Somos humanos y sufrimos cuando somos corregidos; pero lo necesitamos para crecer en verdad. Sufrir, y soportarlo, es propio y único de seres humanos sabios.

Hace falta educar en humildad para que podamos reconocer que no somos perfectos. La humildad es el fundamento de los humanos que han llegado a “ser alguien” en la vida. Los buenos profesionales han dedicado mucha parte de su vida a crecer en formación y madurez humana, sacrificando tiempo y vida, para alcanzar el premio de “ser alguien”.  

La vida de fe se inicia desde la infancia.

-        Educar en la fe es “acertar en la ayuda a ser humanos”; si no educamos en valores humanos no podemos edificar la virtud de la fe.

-        Educar en la fe es crear razones para esperar algo de la vida.

La fe es útil y necesaria, en su sentido amplio y humano, para optar por ser humanos; donde no hay “hombre-mujer” no hay posibilidad de crear un gran profesional, buenos padres, buenos religiosos y seres humanos capaces de convivir.

-  Dios, no solo nos ha creado, sino que nos educa y nos corrige para que lleguemos a ser alguien según su voluntad.

Aceptar la corrección de Dios sólo es posible desde la aceptación del don de la fe; nadie puede reconocer la ayuda correctiva de quien no acepta conocer.

Lo difícil de quien educa corrigiendo está en que, la corrección, muchas veces, es a costa de padecer; el dolor aceptado es gran medio educador natural del ser humano; el buen educador lo hace siempre desde el amor al considerar el sufrimiento de la persona que, se desea ayudar en corrección.

-        Dios corrige con Amor; lo reconocemos por la paciencia en saber esperar.

Donde hay fe hay esperanza en la medida que, educamos en amor; una virtud engendra a la otra, de forma que, sin las tres, fe, esperanza y amor difícilmente sobrevive una.

Las tres virtudes están unidas, tanto para educar como para aceptar la corrección.

“Hijo mío no rechaces la corrección del Señor, porque el Señor reprende a los que ama y castiga a , por necesitar la corrección, sus hijos preferidos”

Quien ama, corrige; corregir nunca es castigar, sino revelar el amor de predilección; lo cual significa que, quien ama quiere que su amado llegue a lo que está llamado y elegido a ser; tanto a nivel humano como de fe. Quien no ama, no corrige; el desamor no puede ser medio para perfeccionar a nadie, aunque necesite la corrección.

¡Por algo Dios Es Amor!

“¡Qué padre no corrige a sus hijos!”

Con amor “fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes”.

“Caminad por una senda llana” es la primera condición para aceptar ser corregidos.

 

Lc 13,22-30

Del Dios revelado tenemos que aceptar que:

1.     No educa con teorías, ni con leyes ni moralizando, sino desde su propia vida y,

2.    Su Vida es una permanente subida a Jerusalén; si no nos detenemos a conocer su Vida, no podremos entender su forma de amar y educar.

Aceptemos que nuestra vida se encamina siempre hacia Jerusalén con la condición natural de caminar hacia un destino temporal, que tiene su final; pero no desde el espíritu; la ciencia dice que el cuerpo ha muerto, pero el alma es inmortal.

El texto que nos propone la Liturgia de este domingo es la forma de corregir Jesús a su Pueblo; sus palabras las entendían bien los escribas y fariseos, que rechazaban la corrección; igualmente sucede cuando es rechazada, la corrección, de quien ama anhelando el bien del amado cuando, no se desea salir de la suficiencia de estar en “la propia verdad”

A Jesús le hacían preguntas que ya las encontramos en el “Antiguo Testamento”; le preguntaron si eran pocos los que se salvaban”; lo habían olvidado;  somos cada uno los que nos hemos de preocupar sobre nuestro “destino eterno” y no olvidar a los que amamos habiendo llegado ya a él.

Después de la venida de Cristo sobran las preguntas y nos falta concienciarnos de sus palabras, que no respondieron a la pregunta, sino que les dice y nos dice:

“Esforzaos por entrar por la puerta estrecha”

Es de fe creer de dónde procedemos y a dónde llegamos en nuestro destino.

-        La puerta estrecha es aceptar al Dios revelado.

-        La puerta estrecha es creer que Dios se ha hecho Hombre en el Hijo.

-    La puerta estrecha es ver y escuchar a Jesús, como Dios y Hombre verdadero.

-     La puerta estrecha es saber que el gozo de llegar a la comunión de vida con Dios, en el aquí de la vida en el tiempo y en su destino final, no pasa por ser simples cumplidores de leyes, normas y preceptos morales, sino con configurar la propia Vida en Jesús, amando a Dios y al prójimo como Él lo ha amado, hasta dar la vida por todos.

No es una amenaza, sino una fuerte corrección de Amor, decir a los sabios:

“Os quedaréis fuera, aunque digáis: “Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas”.

Seamos prudentes en afirmar “quien  se salva y quién no”. Esto está en manos de Dios.

Os confieso que, cuando contemplo a Cristo en la Cruz tengo sentimientos de paz; pienso que Dios ha muerto por todos y por mí; y más fuerte es el sentimiento que sobrecoge mi alma ante el abismo de su Amor al verle Crucificado.

¡Hemos sido capaces de condenar a Dios! ¡Lo hemos crucificado los creyentes!

¡¡No entiendo que sea posible negar al Crucificado!!; es  la  Cruz  la  que  nos plantea la opción de creerle o no en Dios. Su muerte es revelación de toda su ayuda; no creer en su revelación es la causa de todas las negaciones, dudas y subjetivismos sustitutivos de su Verdad. Aceptarle crucificado y no creer que, es Dioses negarlo”.

Nunca estamos separados de Él. El sentimiento de separación es subjetivo.

Sólo por su Amor, y no por mérito alguno nuestro, no estamos irremisiblemente separados de Él.

La puerta es estrecha; la salvación pasa por identificarnos a Él, por identificarnos con su Amor, no con nuestra parcialidad amorosa.

“Veréis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios”

-        Todos los que, sin haberlo conocido, identificaron sus vidas con la Verdad, que es la del Dios, que nos ha dado a conocer el Hijo en la Humanidad de Jesús.

“Y vendrán de oriente y de occidente, del norte y del sur y se sentarán a la mesa del reino de Dios”

-        Estos somos nosotros. Dios, con palabras de amor, intentó corregir a los satisfechos que habían hecho suya la verdad, rechazando al mismo Dios ante ellos.

·       Nuestra responsabilidad es sentarnos hoy a la Mesa del Reino de Dios, como preludio del Banquete eterno, celebrando la Muerte y Resurrección de Jesús.

¡Dios nos libre de separarnos voluntariamente de su Verdad divina y de su Amor!

“Mirad: hay últimos que serán los primeros y primeros que serán los últimos”

Quiera Dios que, los que hoy son últimos por su propia voluntad, lleguen a reconocer la puerta estrecha; Dios es eterno y, no le pasa el tiempo de esperar con Amor.

Siendo hoy nosotros los primeros, Dios tenga misericordia para no colocarnos “libremente” en nuestro tiempo en el último lugar.

Federico Allara

SANTORAL DEL DÍA

s. Juana Antida Thouret, 

virgen, fundadora 

de las Hermanas de la Caridad



LA PUERTA ESTRECHA







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