¡SEÑOR, SÁLVANOS”!
Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS
5 minutos en nuestro "día a día"
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Génesis 19, 15-29 |
Mateo 8, 23-27La tempestad apaciguada 23 Jesús subió a la barca, y sus discípulos le acompañaron. 24 De pronto se desató sobre el lago una tempestad tan fuerte que las olas cubrían la barca. Pero Jesús se había dormido. 25 Sus discípulos fueron a despertarle, diciendo: –¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos hundiendo! 26 Él les contestó: –¿Por qué tanto miedo? ¡Qué poca es vuestra fe! Dicho esto se levantó, dio una orden al viento y al mar, y todo quedó completamente en calma. 27 Ellos, asombrados, se preguntaban: –¿Quién es este, que hasta los vientos y el mar le obedecen? |
DÍA 1 DE JULIO CICLO -C
Hemos
vivido largo tiempo de bienestar; olvidados
de las tragedias permanentes del prójimo en el mundo; descuidados de millones de
seres humanos, nuestros prójimos semejantes, que vivían y viven la
experiencia habitual del hambre, de la guerra…
y, en este sentido, edificando nosotros la
vida, inconscientemente, sobre arena
mientras ellos la construían sobre una Roca, tal vez
desconocida que, si bien no les solucionaba la realidad sí les
servía para vivir apoyados en pobreza fraterna y en paz hasta morir.
Nosotros
no podemos concebir su Roca,
ni la paz con que viven y mueren.
Este
mundo de pobreza y sufrimiento,
olvidado y desconocido, hoy se ha acercado a nuestras puertas y
nos ha hallado:
- Acostumbrados
a la fe y costumbres religiosas, con
o sin responsabilidad hacia fuera, aunque muchas veces no deja de ser
“hacia dentro” y,
- Acostumbrados
a una religiosidad subjetiva, más o menos inquieta,
donde unos podemos estar viviendo habituados a la negación de cualquier trascendencia, y
otros perteneciendo a la
“globalización de la indiferencia”; también somos conscientes de que, hoy es mucho el compromiso real y la santidad de vida.
Sólo
cuando nos vemos sumergidos en “las aguas”, sin
medios propios para salir de ellas, surge
del corazón gritar, por si hay algún “medio” que oiga el grito
desesperado, de una vida encarada con la muerte, mientras su clamor no es escuchado.
Le gritaron sus discípulos “¡Señor, sálvanos, que perecemos!.
No es fácil, en nuestro mundo actual, gritarle a Dios como Señor.
- Los habituados a subsistir con la sombra
cotidiana de la muerte viven de una fe y, de una confianza implícita como regalo del “Señor” que, no
abandona a nadie, aunque lo parezca, ante el poder de los que “causan” y “no solucionan” lo que está en
sus manos.
- Los demás, unos le gritamos “que haya paz”, al ver que la guerra se acerca y, otros le piden que muestre su Amor solucionando
lo que, ellos se niegan a hacer estando en sus manos la solución.
“¿Por qué tenéis miedo,
hombres de poca fe?”
Esto va para todos; los que estamos subidos a la “Barca”
para que nunca pase por nuestra mente
que, “el Señor duerme y no se entera”, como dice un salmo, y
para que todos sepamos que, la vida de
cada uno de los humanos está en sus
manos, y “creamos” que
la muerte no es el final; llega cuando toca y Dios la ha vencido.
Que, desde cualquier situación, desde cualquier estado de vida de nuestro
espíritu, sepamos que Dios “no
lleva cuentas del mal” y siempre es capaz de escuchar:
“¡Señor, sálvame, o
sálvanos, que perecemos!”
Dios, que ahora nos puede gritar: “Hombres de poca fe”, en los momentos de necesidad,
no usa palabras
reprochando nuestra desconfianza, sino las
de calmar los vientos que nos empujan
a gritarle; es así porque
ES DIOS DE AMOR DE ETERNA MISERICORDIA.
¡Ojalá vivamos asombrados de su Amor, deseando su salvación!
Federico Allara
SANTORAL DEL DÍA
ss. Julio y Aarón, mártires de Bretaña
TE ALABO EN VERDAD
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