lunes, 30 de junio de 2025

 ¡SEÑOR, SÁLVANOS”!

Meditación-Oración de la PALABRA DE DIOS

Fray Federico Allara O.F.M

PALABRA DE DIOS

5 minutos en nuestro "día a día"

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Génesis 19, 15-29

Mateo 8, 23-27

La tempestad apaciguada
(Mc 4.35-41; Lc 8.22-25)
23 Jesús subió a la barca, y sus discípulos le acompañaron. 24 De pronto se desató sobre el lago una tempestad tan fuerte que las olas cubrían la barca. Pero Jesús se había dormido. 25 Sus discípulos fueron a despertarle, diciendo:
–¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos hundiendo!
26 Él les contestó:
–¿Por qué tanto miedo? ¡Qué poca es vuestra fe!
Dicho esto se levantó, dio una orden al viento y al mar, y todo quedó completamente en calma. 27 Ellos, asombrados, se preguntaban:
–¿Quién es este, que hasta los vientos y el mar le obedecen?

DÍA 1 DE JULIO  CICLO  -C

Hemos vivido largo tiempo de bienestar; olvidados de las tragedias permanentes del prójimo en el mundo; descuidados de millones de seres humanos, nuestros prójimos semejantes, que vivían y viven la experiencia habitual del hambre, de la guerra y, en este sentido, edificando nosotros la vida, inconscientemente, sobre arena mientras ellos la construían sobre una Roca, tal vez desconocida que, si bien no les solucionaba la realidad sí les servía para vivir apoyados en pobreza fraterna y en paz hasta morir.

Nosotros no podemos concebir su Roca, ni la paz con que viven y mueren.

Este mundo de pobreza y sufrimiento, olvidado y desconocido, hoy se ha acercado a nuestras puertas y nos ha hallado:

-    Acostumbrados a la fe y costumbres religiosas, con o sin responsabilidad hacia fuera, aunque muchas veces no deja de ser “hacia dentro” y,

-  Acostumbrados a una religiosidad subjetiva, más o menos inquieta, donde unos  podemos estar viviendo habituados a la negación de cualquier trascendencia, y otros perteneciendo a la “globalización de la indiferencia”; también somos conscientes de que, hoy es mucho el compromiso real y la santidad de vida.

Sólo cuando nos vemos sumergidos en “las aguas”, sin medios propios para salir de ellas, surge del corazón gritar, por si hay algún “medio” que oiga el grito desesperado, de una vida encarada con la muerte, mientras su clamor no es escuchado.

Le gritaron sus discípulos “¡Señor, sálvanos, que perecemos!.

No es fácil, en nuestro mundo actual, gritarle a Dios como Señor.

-   Los habituados a subsistir con la sombra cotidiana de la muerte viven de una fe y, de una confianza implícita como regalo del “Señor” que, no abandona a nadie, aunque lo parezca, ante el poder de los que “causan” y “no solucionan” lo que está en sus manos.

-     Los demás, unos le gritamos “que haya paz”, al ver que la guerra se acerca y, otros le piden que muestre su Amor solucionando lo que, ellos se niegan a hacer estando en sus manos la solución.

“¿Por qué tenéis miedo, 

hombres de poca fe?”

Esto va para todos; los que estamos subidos a la “Barca” para que nunca pase por nuestra mente que, “el Señor duerme y no se entera”, como dice un salmo, y para que todos sepamos que, la vida de cada uno de los humanos está en sus manos, y “creamos” que la muerte no es el final; llega cuando toca y Dios la ha vencido.

Que, desde cualquier situación, desde cualquier estado de vida de nuestro espíritu, sepamos que Dios “no lleva cuentas del mal” y siempre es capaz de escuchar:

“¡Señor, sálvame, o 

sálvanos, que perecemos!”

Dios, que ahora nos puede gritar: Hombres de poca fe”, en los momentos de necesidad, no usa palabras reprochando nuestra desconfianza, sino las de calmar los vientos que nos empujan a gritarle; es así porque ES DIOS DE AMOR DE ETERNA MISERICORDIA.

¡Ojalá vivamos asombrados de su Amor, deseando su salvación!

Federico  Allara

SANTORAL DEL DÍA

ss. Julio y Aarón, mártires de Bretaña


TE ALABO EN VERDAD




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